La eficacia de los mapas depende no sólo de que estén bien elaborados, sino de que podamos también verificar nuestra ubicación con respecto al mapa con alguna referencia a nuestro alrededor. Por ejemplo, si estamos tratando de encontrar una dirección de un amigo y ya encontramos la calle en el mapa pero alrededor nuestro no hay señalamientos que indiquen los nombres de las calles y las avenidas, entonces va a ser difícil ubicar el lugar en dónde estamos en el mapa y la ruta que debemos de seguir. Para trazar la ruta en esta situación primero tendríamos que preguntar en dónde estamos.
¿Qué pasa si estas en medio del desierto, sin brújula, sin señalamientos, sin otros puntos de referencia más que unas montañas que se ven a lo lejos, y sin mapa? En esta situación necesitas un guía que tenga información confiable. La veracidad de la información que te proporcione este guía puede ser de vida o muerte porque el desierto es un lugar inhóspito.
Una situación así se describe en la Sagrada Escritura al comienzo del libro del Deuteronomio:
Ubicación geográfica del discurso
1 Estas son las palabras que Moisés dirigió a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto, en la Arabá. frente a Suf, entre Parán, Tofel y Labán, Jaserot y Dizahab.
2 –Desde el Horeb hasta Cades Barné, hay once días de camino por las montañas del Seír–.
3 En el cuadragésimo año, el primer día del undécimo mes, Moisés habló a los israelitas, como el Señor se lo habla ordenado.
4 Después de haber derrotado a Sijón, rey de los amorreos que residía en Jesbón, y a Og, rey de Basán, que residía en Astarot y Edrei.
5 Al otro lado del Jordán, en territorio de Moab, Moisés comenzó a exponer esta Ley, diciendo.
Mirada histórica retrospectiva: la partida del Horeb
6 El Señor, nuestro Dios, nos habló en el Horeb en estos términos. Ya han estado bastante tiempo en esta montaña.
7 Den vuelta y pónganse en camino, para ir a la montaña de los amorreos y a todas las regiones vecinas: la Montaña, la Sefelá, el Négueb y la costa marítima –es decir la tierra del Canaán– y el Líbano, hasta el Gran Río, el río, el río Eufrates.
8 Yo pongo el país delante de ustedes: vayan a tomar posesión de la tierra que el Señor juró dar a sus padres. a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a sus descendientes después de ellos.
En el desierto no hay caminos claramente trazados. Los recursos son escasos y es importante conocer la salida para llegar lo antes posible a una fuente de agua y de comida. La ruta más directa a la tierra prometida a través del desierto la conocía Moisés por indicación de Dios, y fue su deber transmitir esta información a su pueblo para que su pueblo se salvase de morir en el desierto y para que su pueblo pudiera llegar a la tierra prometida.
En el mundo actual vivimos rodeados de una sobre oferta de caminos, métodos, sistemas, guías y cursos para ser llegar a la felicidad. Más que un desierto estamos ahora en una jungla a la que se agrega además el mundo virtual de la Internet. En medio de la jungla tenemos un guía seguro para llegar a la vida eterna. Ese guía seguro es el Papa, el representante de Cristo en la Tierra.
Es cuestión de vida o muerte para tu alma conocer y seguir las recomendaciones del Papa. El Papa tiene el deber de mostrarnos el camino en cada momento histórico de la humanidad hasta el fin del mundo. No te dejes engañar por ideologías nuevas o antiguas, corrientes modernas o progresistas. A la tierra prometida solo puede llegar el que tiene claro el rumbo a seguir porque como dijo Jesucristo el camino es estrecho: "Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran."[2]
Pidamos a la Santísima Virgen María que proteja al Papa y que nos permita conocer y entender mejor sus enseñanzas.
[1] Deut, 1, 1 - 8
[2] Mt, 7, 14
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