lunes, 20 de febrero de 2012

#159: La firmeza como virtud.


La firmeza es una virtud cuando te ayuda a mantenerte en el camino al cielo.  La fuerza que la motiva es el amor a Dios y se hace presente mediante el ejercicio de la libre voluntad.


Se es firme a fuerza de amar y mantener la vista en Dios.  Se es santamente dócil por prudencia y paciencia, pero nunca por ligereza.  Se puede, por tanto, tener firmeza y docilidad a la vez sin faltar a la caridad, ni a las exigencias de la fe.


Los cristianos debemos de ver a Dios en nuestros semejantes, y vivir con la firme determinación de servirles dócilmente, con el amor que le tenemos al Señor.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que guarda las palabras que Dios le dirigió al profeta Jeremías para motivar al pueblo contra la idolatría y a favor de la fidelidad. La cita es Jer 2, 1-37


Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.

¿Qué espera Dios de ti?
  1. Que seas fiel a Dios y que lo ames.
  2. Que formes parte de la Iglesia y participes activamente en ella.
  3. Que tus bienes y talentos los uses para el bien y que en todo otorgues el justo mérito a Dios para que de Él sea la gloria.
  4. Que procures el agua viva de su gracia y que tengas un santo temor de ofenderle para que vivas con libertad espiritual.
  5. Que reconozcas tus pecados y los confieses para que pronto vuelvas a la amistad con Dios.
  6. Que seas leal a tu Dios y pongas tu confianza en Él que te dio la vida.



Puntos de reflexión.


1. Fiel seguidor de Jesucristo.



Ve a gritar a los oídos de Jerusalén: Así habla el Señor: Recuerdo muy bien la fidelidad de tu juventud, el amor de tus desposorios, cuando me seguías por el desierto, por una tierra sin cultivar. (Jer. 2,2)

Dios nos llama a retomar la inocencia de los niños, el idealismo de los jóvenes, el amor tierno de los recién casados y la confianza plena en Él en medio de la adversidad.  Hay que dejarnos purificar por la gracia de Dios y acercarnos más a Él.

2. El temor de Dios es mejor consejero.

¡Que tu propia maldad te corrija y tus apostasías te sirvan de escarmiento! Reconoce, entonces, y mira qué cosa tan mala y amarga es abandonar al Señor, tu Dios, y dejar de temerme –oráculo del Señor de los ejércitos – (Jer. 2,19)

No agregues más a tu cruz diaria con el sufrimiento que te trae el pecado. Mejor busca el descanso y el consuelo en Dios a través de la oración.  Ante cualquier necesidad física, espiritual o emocional puedes exclamar varias veces: "Jesucristo, ven en mi auxilio."

3. Mantenerse en el camino al cielo.

¡Con qué ligereza cambias de camino! También serás defraudada por Egipto, como lo fuiste por Asiria. (Jer. 2,36)





¡Cuánta paciencia te tiene Dios! No pierdas tiempo en paraísos terrenales que no son más que basureros remodelados y pozos perfumados. Cuídate del que te ofrece lo que necesitas y te pide a cambio lo único de valor que te queda. Mejor quédate con Dios. Bien decían los antepasados: "Vaya con Dios."


Petición final


Te pedimos Madre Santísima, Virgen fiel, que siguiendo tu ejemplo podamos vivir una vida de virtud, recogimiento y servicio a Dios y al prójimo, con la alegría de llevar en el interior al mismísimo Dios. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

miércoles, 8 de febrero de 2012

#158: La estirpe de los bendecidos de Dios.

¿Cómo viven los que creen en Dios y en su Iglesia? 


Dejemos que el capítulo 65 del libro de Isaías nos conteste la pregunta.

1 Yo me dejé consultar por los que no me interrogaban; salí al encuentro de los que me buscaban, Yo dije: «¡Aquí estoy, aquí estoy!» a una nación que no invocaba mi Nombre.
Invocan a Dios por su Santo Nombre: ¡Jesús, en ti confío!

2 Tendí mis manos incesantemente hacia un pueblo rebelde, que va por un mal camino, tras sus propios designios.
Viven según los designios de Dios.

3 Es un pueblo que no cesa de provocarme en mi propia cara, sacrificando en los jardines y quemando incienso sobre ladrillos.
Son hombres y mujeres con religión.

4 Ellos se sientan en los sepulcros y pasan la noche en las grutas, comen carne de cerdo y hay en sus platos un caldo inmundo.
Se mantienen puros y evitan el pecado.

5 Ellos dicen: «Apártate, no te me acerques, porque te dejaría consagrado». ¡Esas cosas son una humareda en mis narices, un fuego que arde todo el día!
Son humildes y accesibles.

6 Pero todo eso está escrito ante mí, y no me quedaré callado, sino que les daré su merecido y se lo pondré en su propio pecho,
Tienen esperanza de ser recompensados según la justicia y la misericordia de Dios.
7 por sus culpas y las culpas de sus padres, por todas juntas, dice el Señor. Porque ellos quemaron incienso en las montañas y me ultrajaron sobre las colinas, yo les mediré su retribución y la pondré en su propio pecho.
Piden la fe y la proclaman a toda la familia.

8 Así habla el Señor: Cuando se encuentra jugo en un racimo, se dice: «No lo destruyas, porque hay una bendición en él». Yo obraré así a causa de mis servidores, a fin de no destruirlo todo:
Viven en gracia de Dios y reflejan su bondad.

9 haré salir de Jacob una descendencia y de Judá, a un poseedor de mis montañas; mis elegidos las poseerán y mis servidores habitarán allí,
Buscan la santidad. 

10 El Sarón será un redil de ovejas y el valle de Acor un corral de vacas, para mi Pueblo que me habrá buscado.
Forman la Iglesia de Dios.

11 Pero ustedes, los que han abandonado al Señor y se han olvidado de mi santa Montaña, los que preparan una mesa para la Fortuna y llenan una copa para el Destino,
Confían en Dios y su ideal es Jesucristo.

12 as ustedes, los destinaré a la espada y doblarán la rodilla para el degüello. Porque yo llamé, y no respondieron, hablé, y no escucharon; ustedes hicieron lo que me desagrada y eligieron lo que yo no quiero.
Descubren su vocación y siguen el llamado de Dios.

13 Por eso, así habla el Señor: ¡Mis servidores comerán y ustedes estarán hambrientos! ¡Mis servidores beberán y ustedes estarán sedientos! ¡Mis servidores se alegrarán y ustedes quedarán avergonzados!
Comen y beben el cuerpo y la sangre de Cristo, alimento verdadero del ser humano.
14 ¡Mis servidores cantarán con júbilo en el corazón y ustedes gritarán con el corazón dolorido, gemirán con el espíritu desgarrado!
Alaban a Dios.

15 Ustedes dejarán su nombre a mis elegidos para una imprecación: «¡Así te haga morir el Señor!». A mis servidores, en cambio, se los llamará con otro nombre.
Se dicen católicos, seguidores de Cristo y fieles al Papa.

16 Todo el que se bendiga en el país se bendecirá por el Dios del Amén, porque las angustias pasadas habrán sido olvidadas y estarán ocultas a mis ojos.
Se confiesan para limpiar su alma.
17 Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria,
Se saben creaturas de Dios, que dependen de Él para existir en cada momento.
18 sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo.
Buscan la felicidad eterna en el cielo.
19 Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.
Saben que se hará justicia y nadie gozará de impunidad en la vida eterna.
20 Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito.
Serán benditos, viviendo en armonía con los hijos de Dios.
21 Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos:
Trabajan en las virtudes y transforman su entorno para bien.
22 no edificarán para que habite otro ni plantarán para que coma un extraño, porque mi pueblo vivirá tanto como los árboles y mis elegidos disfrutarán de la obra de sus manos.
Son fieles a Dios y se benefician de la acción de la gracia santificante en sus vidas.
23 Ellos no se fatigarán en vano ni tendrán hijos para un fin desastroso, porque serán la estirpe de los bendecidos por el Señor, ellos y sus vástagos junto con ellos.
La fe que recibieron dará fruto y los que reciban la fe por su testimonio y predicación darán fruto también.
24 Antes que llamen, yo les responderé; estarán hablando, y ya los habré escuchado.
Oran a Dios con fe.
25 El lobo y el cordero pacerán juntos, el león comerá paja como el buey y la serpiente se alimentará de polvo: No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, dice el Señor.
Viven en paz y aman al prójimo.
Petición final

Te pedimos María Santísima, bendita entre las mujeres, que por tu intercesión seamos renovados en la fe, para alabar a Dios y agradecerle tantas bendiciones. Por Jesucristo nuestro Señor y Salvador. Amén.