lunes, 22 de abril de 2013

#187: ¿Cómo será un presidente santo?

Ya nos hace falta un gobernante santo que sirva de modelo contemporáneo para los líderes políticos.  Ciertamente tenemos al Beato Juan Pablo II como excelente modelo de estadista mundial y pontífice, pero nos vendría bien un presidente santo.

Para encontrar un santo entre los líderes de los países tenemos que remontarnos en la historia a los reyes europeos de siglos anteriores, y aún así hallaremos pocos. La historia moderna no ha producido un presidente que la Iglesia haya proclamado santo.

A falta de uno, podemos remitirnos a la Palabra de Dios para conocer el comportamiento que a Dios le gustaría ver en nuestros líderes.

La siguiente reflexión está basada en el capítulo 46 del libro del profeta Ezequiel.  Te recomiendo hacer una oración para pedir al Espíritu Santo la luz para entender y la gracia para que la reflexión dé fruto en ti y en los que te acompañan por la vida.

Puntos de reflexión

1. Piadoso

El príncipe estará en medio de ellos: entrará cuando ellos entren y saldrá cuando ellos salgan. (Ez 46,10)

Un presidente santo acude al templo con su pueblo y se encomienda a Dios y pide por su pueblo.

2. Humilde

Cuando el príncipe presente una ofrenda voluntaria, un holocausto o un sacrificio de comunión como ofrenda voluntaria al Señor, se le abrirá la puerta que mira hacia el este. El ofrecerá su holocausto y sus sacrificios de comunión como lo hace el día sábado; luego saldrá, y la puerta se cerrará cuando haya salido (Ez 46,12)

Un presidente santo es humilde y pone su vida y su trabajo al servicio del pueblo, cuidando de los ciudadanos que Dios le ha encomendado. Dios es su jefe máximo y dedica sus horas a consolidar un país de justicia, paz y solidaridad.

3. Honesto

El príncipe no tomará nada de la herencia del pueblo para privarlo de lo que le pertenece: sólo de su propio patrimonio legará bienes a sus hijos, para que mi pueblo no se disperse, al ser privado de su propiedad. (Ez 46,18)

Un presidente santo respeta la propiedad ajena, el fruto del trabajo ajeno, y sobre todo, el derecho a una vida digna de sus conciudadanos, en el pleno respeto de sus derechos humanos desde la concepción hasta la muerte natural.

Cada uno es cabeza de su hogar o lo será pronto en el futuro.  También estas virtudes aplican igual para el hogar. Necesitamos más padres y madres de familia con estas virtudes: piadosos, humildes y honestos; así serán ejemplo para las futuras generaciones.

Petición final

Madre de bondad, Virgen Santísima, te rogamos por nuestros gobernantes y te pedimos por nuestras familias, cuna de los futuros gobernantes. Que en ellos reine Cristo en sus corazones y que las familias se reúnan en torno tuyo a pedirte la intercesión por los pecadores. Amén.

martes, 2 de abril de 2013

#186: ¿Ya tienes iGod?

Tantas canciones, tantas imágenes y tantas ideas que hemos absorbido involuntariamente por estar expuestos a los medios de comunicación masivos y la publicidad.  Muchas de éstas son contrarias al ideal de vida cristiano.

Por eso el cristiano hace bien en recoger sus sentidos para enfocarse en lo bueno.

Tantas modas y costumbres paganas se han absorbido en la cultura y se nos presentan como deseables, liberadoras y plenas cuando en realidad son superficiales, agotadoras y carentes de trascendencia.

Por eso el cristiano hace bien en vivir contra corriente y dar testimonio de autenticidad cristiana.

Tantas cosas se nos ofrecen como esenciales para mejorar nuestro nivel de vida, al grado que, de ser simples medios estas cosas se convierten en fines, y nosotros somos sus cuidadores, cargadores y promotores. Las compramos a crédito y trabajamos para pagarlas en abonos.

Por eso el cristiano hace bien en buscar el silencio y la oración porque lo único esencial es la unión con Dios.

Esta reflexión está basada en el capítulo 44 del libro del profeta Ezequiel. Te recomiendo pedir ayuda al Espíritu Santo para que te ilumine durante esta reflexión y todo el resto de tu día.

Puntos de reflexión

1. Procura la modestia

No se raparán la cabeza ni dejarán crecer libremente sus cabellos, sino que se cortarán los cabellos cuidadosamente. (Ez. 44,20)

La vanidad te va a sugerir que te pongas tatuajes, te hagas orificios en la piel, te dejes largo o rapo el cabello y que modifiques tu cuerpo con cirugías.  Estas son sugerencias del demonio para que le sirvas mejor a sus propósitos. Si tu prójimo exhibe estos comportamientos probablemente está alejado de Dios y necesita de tu predicación y de tu oración de intercesión.

La modestia en cambio te va a sugerir que te vistas con decoro y con higiene y que cuides tu salud como templo del Espíritu Santo. La modestia te enseña a ver a los demás no como objetos, sino como hijos de Dios, que merecen un trato digno, bondadoso y misericordioso de tu parte.

2. Busca el consejo espiritual del sacerdote

Los sacerdotes instruirán a mi pueblo sobre la diferencia entre lo sagrado y lo profano, y le enseñarán a distinguir lo puro de lo impuro. (Ez. 44,23)

A tu alcance está siempre lo profano y lo sagrado.  El camino al cielo es estrecho; son pocas cosas sagradas y muchas profanas. Aprende a gustar de lo sagrado y ten lo profano por desecho. Pide ayuda a un sacerdote para saberlas diferenciar.

3. Aliméntate con la Eucaristía

Ellos se alimentarán con la oblación y con las víctimas del sacrificio por el pecado y del sacrificio de reparación. Todo lo dedicado al Señor en Israel, será para ellos. (Ez. 44,29)

La Eucaristía es Dios mismo hecho alimento para darte la vida en el Espíritu.  El alimento que va a energizar tu espíritu y polarizar tu vida hacia lo bueno para que alcances la unión con Dios en plenitud y la felicidad ya desde ahora en la vida temporal.

Petición final

Madre Santísima, Vaso de insigne devoción, te imploramos que ruegues por tus hijos, que aunque regocijados por la resurrección de tu Hijo Jesús, vivimos bombardeados y confundidos por tanta falsedad y pobreza de visión. Muéstranos lo que debemos creer, lo que debemos valorar y por dónde debemos caminar, para llegar sin error a donde tú estás gozando de la presencia divina de la Santísima Trinidad. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Redentor. Amén.