martes, 30 de diciembre de 2014

#206: Ante el peligro y la adversidad, primero rezad.

Antes de reflexionar juntos acerca de nuestras actitudes ante el peligro y la adversidad les invito a contestar la siguiente pregunta de opción múltiple.

¿Qué tipo de Dios tenemos los seres humanos?

a) Nosotros tenemos un Dios que nos ama y nos ayuda.
b) Nosotros tenemos un Dios que nos da la vida y nos mantiene vivos.
c) Nosotros tenemos un Dios que nos creó para ser felices eternamente en unión con Él.
d) Todas las respuestas anteriores son correctas.

Introducción:

Dios está siempre presente en nuestras vidas, tanto en los momentos de paz como en los de peligro.

Correr o luchar son reflejos naturales ante el peligro.  En un instante, el cuerpo humano se pone en modo de supervivencia, agudizando nuestros sentidos, energizando nuestros músculos e incrementando nuestra tolerancia al dolor.

El alma cohabita con el cuerpo y participa también en este esfuerzo por sobrevivir.  La actitud del alma influye fuertemente en el cuerpo.  Un alma llena de esperanza sabe que no existe desenlace negativo, y que todo es para el bien de los que aman a Dios (ver Rom. 8,28).  Un alma llena de Dios permanece en paz ante la adversidad, aunque el cuerpo esté estresado al punto de la muerte.

La mejor reacción ante el peligro y la adversidad es rezar. 

La oración:
  • nos llena de alegría,
  • nos libera del miedo y
  • nos devuelve la paz. 

La paz nos da la claridad para elegir la mejor acción en cada circunstancia.  Dios escucha nuestra plegaria y puede intervenir según su corazón y sus designios y cambiar el desenlace inminente.  

El resultado, con Dios de aliado, de seguro será mejor.

Esta reflexión está basada en el Salmo 35 que a continuación incluyo.

SALMO 35
1 De David.
Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra.
2 Toma el escudo y el broquel,
levántate y ven en mi ayuda;
3 empuña la lanza y la jabalina
para enfrentar a mis perseguidores;
dime: «Yo soy tu salvación».
4 Que sufran una derrota humillante
los que intentan quitarme la vida;
que vuelvan la espalda confundidos
los que traman mi perdición.
5 Que sean como la paja ante el viento,
mientras el Angel del Señor los arrastra;
6 que su camino sea oscuro y resbaladizo,
mientras el Angel del Señor los persigue.
7 Porque me tendieron sus redes sin motivo
y me cavaron una fosa mortal:
8 ¡que los sorprenda un desastre imprevisto;
que sean atrapados por sus propias redes,
y caigan en la fosa que ellos mismos cavaron!
9 Pero yo me alegraré en el Señor,
me regocijaré por su victoria;
10 todo mi ser proclamará:
«Señor, no hay nadie igual a ti;
tú libras al débil de las manos del más fuerte,
y al pobre, de aquel que lo despoja».
11 Se presentan contra mí testigos falsos;
me piden cuenta de cosas que ignoro;
12 me devuelven mal por bien,
dejando mi alma desolada.
13 Yo, en cambio, cuando ellos estaban enfermos,
me cubría con ropas de penitente,
afligía mi alma con ayunos
y oraba con la cabeza inclinada.
14 Ellos eran para mí como un amigo o un hermano,
y yo andaba triste y abatido,
como quien llora la muerte de su madre.
15 Pero cuando tropecé ellos se alegraron,
se juntaron todos contra mí
y me golpearon sorpresivamente;
me desgarraban sin cesar,
16 se burlaban de mí con crueldad
y rechinaban contra mí sus dientes.
17 Señor, ¿cuánto tiempo vas a tolerarlo?
Líbrame de los animales rugientes,
salva mi vida de los leones;
18 y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré en medio de una multitud.
19 ¡Que no canten victoria mis enemigos traicioneros,
ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!
20 Ellos no hablan de paz,
sino que atacan a los oprimidos de la tierra;
traman planes engañosos
21 y se ríen de mí a carcajadas, diciendo:
«Lo hemos visto con nuestros propios ojos».
22 Tú también lo has visto, Señor, no te calles;
no te quedes lejos de mí, Señor;
23 ¡despiértate, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa!
24 Júzgame según tu justicia, Señor;
Dios mío, que no canten victoria sobre mí;
25 que no piensen: «Se cumplió nuestro deseo»,
ni digan: «Lo hemos devorado».
26 Que sufran una derrota humillante
los que se alegran de mi desgracia;
que se cubran de confusión y de vergüenza
los que se envalentonan contra mí.
27 Canten, en cambio, y alégrense,
los que desean mi triunfo;
los que desean mi felicidad,
repitan siempre: «¡Qué grande es el Señor
que en la paz de su siervo se complace!».
28 Entonces mi lengua pregonará tu justicia,
y cada día proclamaré tu alabanza.

Puntos de reflexión:

1. Dios es victorioso

Dios está en todas partes y Dios prevalece sobre cualquier adversario.  No temas ni te angusties,  antes alégrate y maravíllate de la prevalencia del Señor.  Todos sus enemigos caducan.

2. Dios es defensor del justo

La vida del justo es más austera pero su recompensa es Dios mismo.  El hombre justo permanece fiel a Dios en su corazón y Dios sale en su defensa, igual que un padre responsable y amoroso defiende a sus hijos.

3. Dios es grande

Alaba la grandeza de Dios y llena tu corazón de alegría, así como el hijo se alegra de ver a su padre honrado y apreciado.  Agradece la vida misma y las bendiciones que recibes de Dios y date cuenta de lo afortunado que eres de ser hijo adoptivo de Dios omnipotente.

Petición final

Te pedimos María Santísima, Madre del eterno Dios por quien se vive, que nos protejas con tu manto de todo peligro y que intercedas por nosotros en nuestras adversidades, para que no desfallezcamos ni perdamos el camino que nos lleve a gozar contigo eternamente de la compañía de tu Hijo y Señor Nuestro. Amén.


La respuesta correcta es la del inciso d.

lunes, 24 de noviembre de 2014

#205: Fui a visitar a Cristo

Un buen amigo me recordó recientemente que hay que mantenernos siempre humildes, porque ninguno estamos exentos de cometer pecado.  

Al pecar nos hacemos daño.  Prolongamos el daño si no reconocemos nuestro pecado y si no buscamos el único remedio eficaz: el sacramento de la Reconciliación.

La Reconciliación o Confesión es el acto de visitar a Cristo en el confesionario para pedirle humildemente perdón por pecados específicos que han manchado y dañado nuestra persona humana.

La humildad es la virtud que nos mueve a buscar la ayuda de Dios para no caer en tentación y a buscar su perdón para limpiar nuestra alma de todo pecado.  El humilde ve su pecado con mayor claridad y lo confiesa con sencillez,  con la esperanza y la confianza de recibir el perdón de Dios.

(Sirve aquí como motivación adicional contrastar la actitud de dos personas en el Evangelio y la respuesta de Cristo ante cada actitud.)

Pedro se reconoce pecador ante el hecho de la pesca milagrosa y le dice a Cristo: Maestro apártate de mí que soy un pecador.  Cristo le responde: “Sígueme”

Los fariseos en cambio no reconocen su pecado y Cristo los llama hipócritas.  ¡Qué hipocresía considerarnos libres de pecado!

Sigamos mejor el ejemplo de San Pedro. La redención llegó a Pedro por su humildad y Dios tuvo grandes planes para Pedro.

Esta reflexión está basada en el Salmo 32 el cual incluyo a continuación.

SALMO 32
1 De David. Poema.
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!
3 Mientras me quedé callado,
mis huesos se consumían entre continuos lamentos,
4 porque de día y de noche tu mano pesaba sobre mí;
mi savia se secaba por los ardores del verano.
5 Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: «Confesaré mis faltas al Señor».
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
6 Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.
7 Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación.
8 Yo te instruiré,
te enseñaré el camino que debes seguir;
con los ojos puestos en ti, seré tu consejero.
9 No sean irracionales como el caballo y la mula,
cuyo brío hay que contener con el bozal y el freno
para poder acercarse.
10 ¡Cuántos son los tormentos del malvado!
Pero el Señor cubrirá con su amor
al que confía en él.
11 ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!

Puntos de reflexión

1. Fui a Visitar a Cristo en la Confesión

Cristo me esperaba paciente y me escuchó atento. Me motivó a ser fiel y me absolvió de mis pecados.  Fue una visita breve pero esencial para mi vida de gracia. Dios me dio ciento por uno y la vida eterna.

2. Fui a Visitar a Cristo Eucaristía

Cristo me esperaba paciente y me alimento completamente. Me movió el corazón y la mente para enfocarme en amar a Dios Padre. Fue una comida breve pero esencial para mi salvación. Dios me dio ciento por uno y la vida eterna.

3. Fui a Visitar a Cristo en mi prójimo

Cristo me esperaba necesitado y me pidió ayuda. He recibido tanto de Él. ¿Cómo no he de ayudarle? Ayudarle no me quito tiempo y yo recibí más de lo que di. Dios me dio ciento por uno y la vida eterna.

Petición final

Madre Santísima, Virgen dolorosa, te pido a ti también perdón por mis pecados. Tú me has dado ejemplo perfecto de vida cristiana y yo como tu hijo no he sido fiel. He pagado Pasión y dolores con pecado y desamor. Ahora quiero pagar con fidelidad y justicia. Ahora quiero ser templo del Espíritu Santo y que venga tu Hijo a reinar en mi corazón.  Te lo pido por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.

lunes, 6 de octubre de 2014

#204: Encontré el rostro de Cristo

Lo más agradable que puedo ver es el rostro de la persona que amo. Contemplando su rostro sólo puedo estar alegre y satisfecho. Cada gesto de su rostro me cautiva como si fuera novedad. Si me da una señal aprobatoria mi corazón se desborda de felicidad.

En un corazón desbordado de felicidad no hay lugar para:
  • la tristeza,
  • la angustia,
  • ni la depresión.


Un corazón desbordado tiene nueva vida, animado por la contemplación del rostro amado.

Quiero sobreponer el rostro amado sobre el rostro de todas las demás personas para contemplarlo feliz todo el día.

Esta reflexión está basada en el Salmo 27.  Los salmos tienen tanta belleza y riqueza, que si tienes tiempo te recomiendo que lo leas por completo.  El Espíritu Santo te acompaña. A continuación te incluyo aquí el salmo que hoy reflexiono.

SALMO 27
1 De David.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
2 Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.
3 Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.
4 Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
5 Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.
6 Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor.
7 ¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
8 Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi rostro».
Yo busco tu rostro, Señor,
9 no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.
11 Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
12 No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.
13 Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
14 Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

Puntos de reflexión

1. Encontré el rostro de Cristo en mi biografía.

Cuando Cristo predicó por Tierra Santa mucha gente lo vio y lo escuchó una vez. Una vez bastó para transformar el corazón de algunos y hacerlo nuevo, lleno de esperanza. 

Un encuentro con Cristo basta y un encuentro con Cristo es lo que algunos tienen en la vida. Hay que utilizar la memoria para regresar a ese momento de encuentro con Cristo o para regresar al momento más fuerte, agradecerlo y renovar la esperanza.  

Cristo resucitado es el pilar de nuestra esperanza.

2. Encontré el rostro de Cristo en mi prójimo.

Cuando me acerco a servir a Dios descubro que a Él no le falta nada, pero que sus hijos están siempre necesitados.  Entonces volteo a ver a mi prójimo, mi hermano, hijo de Dios, entre más necesitado más predilecto en el corazón de mi Padre celestial.

El rostro de mi prójimo siempre tendrá imperfecciones y otras carencias, pero la cualidad más grande de mi prójimo es el amor que Cristo tiene por esa persona.  El prójimo no está allí para mí, sino que yo estoy aquí para ella y estaré mientras sirva.

El servicio al prójimo da razón de mi existencia ante Dios, Justo Juez y Jardinero, que cuida que todas las plantas de su viña den fruto. Por eso, cada día que comienza para mí, doy gracias a Dios por la nueva oportunidad que me da de servirle.  Esta oportunidad viene a mí por la infinita bondad y misericordia de Dios, y no por mis méritos.

3. Encontré el rostro de Cristo en la Iglesia.

La imagen del apóstol Juan, el discípulo amado, descansando su cabeza en el pecho de Cristo, su Dios, durante la última cena, me viene a la mente cuando pienso en la relación entre Cristo y su Iglesia.  Si pudiera viajar en el tiempo y entrar al Cenáculo buscando a Juan, bastaría con alzar mi mirada para contemplar, cerca de Juan, el rostro de Cristo.

No puedo viajar en el tiempo, pero si me puedo acercar hoy a la Iglesia, y pronto veré el rostro de Cristo, pues la Iglesia  está íntimamente unida a Cristo, como un bebé en el vientre de su madre.

La contemplación del rostro de Cristo es fuente de felicidad, por lo que conviene peregrinar por la vida dentro de la Iglesia y no perderle de nuestra vista.

Petición final


Madre Santísima, tú que viste destemplar el divino rostro de tu Hijo en la cruz con hiel y vinagre, ruega por nosotros, para que nuestra vida sea agua dulce para ofrecerla a Jesucristo en el servicio al prójimo, quien está sediento de consuelo y amor.

martes, 13 de mayo de 2014

#203 Integridad, como la de Jesucristo

En esta reflexión me encuentro con el Salmo 26.  Este salmo es una oración de petición dirigida a Dios, que sólo puede ser exclamada por Jesucristo.  Ningún otro santo la puede rezar sin temeridad.

¿Entonces que uso podemos dar a este salmo?

Te propongo que a partir de este salmo descubramos aspectos de la persona de Jesucristo, para conocerle más y amarle más.

A continuación demos lectura al salmo pidiendo antes la ayuda del Espíritu Santo.

SALMO 26
1 De David.
Júzgame, Señor,
porque he procedido con integridad.
Yo he confiado en el Señor,
sin desviarme jamás.
2 Examíname, Señor, y pruébame,
sondea hasta lo más íntimo de mi ser;
3 porque tu amor está siempre ante mis ojos,
y yo camino en tu verdad.
4 No me reúno con la gente falsa
ni me doy con los hipócritas;
5 odio la compañía de los malhechores
y no me uno a los malvados.
6 Por eso lavo mis manos en señal de inocencia
y doy vueltas alrededor de tu altar,
7 proclamando tu alabanza en alta voz
y narrando tus maravillas.
8 Yo amo la Casa donde habitas,
el lugar donde reside tu gloria.
9 No me incluyas entre los pecadores
ni entre los hombres sanguinarios:
10 ellos tienen las manos llenas de infamia,
y su derecha está repleta de sobornos.
11 Yo, en cambio, procedo íntegramente:
líbrame y concédeme tu gracia.
12 Mis pies están firmes sobre el camino llano,
y en la asamblea bendeciré al Señor.

Puntos de reflexión

1. Jesucristo, hombre íntegro.

La integridad es una virtud que practican los que desean los tesoros espirituales y se mantienen apegados a sus principios morales, aunque esto les implique dejar pasar: poder, placer y dinero.

El hombre íntegro pone su confianza en Dios y sólo teme perder su amistad con Él.  

El hombre íntegro muere al pecado y abraza la vida.

2. Jesucristo, hombre contemplativo.

Sube a visitar al Santísimo y acompáñale.

Contempla en silencio los eventos de tu vida y descubre la mano de Dios en tu vida.

Agradece tantas bendiciones y tanta misericordia.

Observa como el camino que debes de recorrer se aclara y las dudas desvanecen. Olvida lo que dejas atrás y empuja el arado para preparar la tierra para que reciba la acción de Dios.

Enuncia tu nueva meta en clave del Reino de Cristo. 

Ejemplos de metas: 
  • acumular tesoros espirituales; 
  • aprovechar el día para servir a Dios y al prójimo; 
  • caminar con la cruz al hombro y sin desviación del camino de Cristo.


3. Jesucristo, sacerdote.

La santa misa es una sesión de práctica para lo que será nuestra vida en la eternidad.  

Acerquémonos pues, ya desde ahora, a la parroquia para participar en la vida parroquial.  

Seamos iglesia en gerundio: saludando, celebrando, participando, orando, alabando, cantando, ayudando y recibiendo la gracia de Dios.

Petición final.

Te pedimos Madre Santísima, Virgen de Fátima, que nos enseñes a ser hombres y mujeres íntegros, auténticos seguidores de Cristo tu Hijo y Señor Nuestro, a fin de que iluminados por el amor y la gracia, caminemos con alegría cada día de nuestra vida terrenal, en espera de la morada eterna. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

lunes, 10 de marzo de 2014

#202: ¿Y ahora por dónde, Dios mío?

Para encontrar la mejor ruta, hay que contemplar la vista desde un punto alto, donde puedas visualizar la mayor parte del recorrido, desde el inicio hasta el destino.

Gracias a la tecnología tenemos la vista satelital, sin necesidad de trasladarnos al espacio.  Con esta vista tenemos todos los detalles del recorrido incluyendo: la distancia, los nombres de las calles, los edificios, el tipo de terreno y hasta el clima.

El camino más importante que debemos de emprender es el camino a la felicidad, pero este camino no tiene coordenadas geodésicas.  La vista satelital no tiene la información que necesitamos. La información de la ruta que debemos de seguir la tiene Dios.

Esta reflexión está basada en el Salmo 25. Te recomiendo que pidas ahora al Espíritu Santo un rayito de luz para que te ilumine y te muestre el camino. “¡Ven Espíritu Santo!”

Puntos de reflexión

1. Estoy extraviado

El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres. (Salmo 25, 8-9)

Si estas extraviado pregunta y déjate ayudar por Dios. ¿A quién le preguntas? A un sacerdote pobre y humilde.

2. Estoy sólo

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza. (Salmo 25,10)

En la Iglesia formamos una verdadera comunidad. Nos reunimos en torno al altar y nos acompañamos por el camino. Salimos a misionar y encontramos algunos solitarios extraviados, pero también a muchos hombres y mujeres con fe. El misionero siempre está acompañado.

3. No tengo amigos

¿Hay alguien que teme al Señor?
El le indicará el camino que debe elegir:
su alma descansará feliz
y su descendencia poseerá la tierra.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza. (Salmo 25, 12-14)

Amigo temo ofenderte. Te respeto, pero también te quiero compartir de esta felicidad que Dios me regala y que no cabe en mi corazón. Mi corazón desborda sobre estas palabras. Te deseo un verdadero descanso, ya desde ahora, en el Reino de Dios.

Petición final


Te pedimos Madre Santísima, Torre de David, que gozas de tan clara y pura perspectiva en la presencia de Dios, que te anticipes a nuestros pasos con vigilancia maternal, para que nuestro pie no tropiece de manera definitiva y nuestra vida transcurra con la paz de tu protección. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.

A Dios gracias por esta reflexión.

jueves, 27 de febrero de 2014

#201: Yo soy de corazón abierto

Dios ama a todos sus hijos, también a ti.

Este amor te trae muchos beneficios, y no te quita.

Entre más pequeño y pobre de recursos y de dones seas, Dios te compensa con más amor, un amor de predilección.

Yo soy seguidor de Cristo y te amo porque Cristo te ama. Tal vez no te conozco, pero Cristo te conoce y esto me basta para amarte.  Así mi corazón permanece abierto al amor de quien venga y de quien lo quiera recibir, en virtud de que soy hermano en Cristo de todos. En este sentido digo que soy de corazón abierto.

La siguiente reflexión está basada en el Salmo 19.  Te invito a que pidas conmigo la ayuda de Dios Espíritu Santo para que nos ilumine.
-“Ven Espíritu Santo.”

Puntos de reflexión

1. Contemplando a Dios descubrimos nuestro verdadero tamaño

Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. (Salmo 19,9)

Así como el astrónomo contempla las estrellas y calcula la inmensidad del universo, así el cristiano contempla a Dios y se maravilla de tanta bondad y belleza.

2. Contemplando a Dios descubrimos su constancia

la palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.(Salmo 19,10)

Dios es la verdad sin principio ni fin. En todas partes, a cualquier profundidad, altura o distancia y en toda hora, Dios es el mismo y permanece fiel en su amor por ti.

3. Contemplando a Dios permanezco humilde

Presérvame, además, del orgullo,
para que no me domine;
entonces seré irreprochable
y me veré libre de ese gran pecado.(Salmo 19,14)

Dios llama al corazón y el humilde le abre de par en par, para que venga el divino huésped del alma a habitar en él. La humildad es la virtud que aconseja perdonar y amar a todos.

Petición final


Te pedimos Virgen Santísima, Madre Inmaculada, un corazón abierto para amar, sin temor a ser lastimados, pues todo lo que gozamos o sufrimos por Cristo es verdadera ganancia, y con la certeza de que Dios nos acompaña, podemos caminar a donde falte. 

Demos gloria a Dios, amén.

lunes, 20 de enero de 2014

#200: Dios es digno de confianza

Te comparto aquí este aviso clavado en la orilla del Río Doloroso.

Estimado Hermano Caminante:

Muchos hemos cruzado por aquí en tiempo de frío.
Si Dios te pide hoy que cruces este río,
Él te dará el remedio para cruzarlo sin mojarte.
Pero si desobedeces a Dios o dudas de Él, te mojarás. 

Si permaneces en la orilla, el río desbordará y vendrá a ti,
Así que, mejor cruza el río por donde Dios te lo indique;
Si obedeces su Palabra cruzarás,
Pero si intentas cruzar por otra parte,
Aunque sea más corta o llana, no cruzarás.

Si temes (no temas)… resbalarás, en cambio,
Si confías en Dios, cruzarás sin mojarte.

Al cruzar, da gracias a Dios por el río y por el cruce,
Y por la ayuda que recibes de Él en cada momento para cruzarlo.

Confía en la Palabra de Dios y en el fuego acogedor que te espera.
Te esperamos calientitos y satisfechos del otro lado,
Y te encomendamos a Jesús y María para que cruces con bien.

Con cariño fraternal,
Juan Mojado, balsero.

Esta reflexión está basada en el Salmo 18. Te recomiendo hacer una pausa en la lectura y pedir en oración al Espíritu Santo que te infunda de luz y confianza en la Palabra de Dios.

Puntos de reflexión

1. Péscate de Dios.

Las olas de la Muerte me envolvieron,
me aterraron los torrentes devastadores,
Pero en mi angustia invoqué al Señor,
grité a mi Dios pidiendo auxilio,
y él escuchó mi voz desde su Templo,
mi grito llegó hasta sus oídos.
El tendió su mano desde lo alto y me tomó,
me sacó de las aguas caudalosas;
me sacó a un lugar espacioso,
me libró, porque me ama.(Salmo 18, 5,7,17,20)

Confíale a Dios el feliz resultado de todos tus proyectos, cuánto más si son Sus proyectos para ti.

2 Dios tiene la claridad que necesitas.

tú eres mi lámpara, Señor;
Dios mío, tú iluminas mis tinieblas.
Contigo puedo asaltar una muralla;
con mi Dios, puedo escalar cualquier muralla. (Salmo 18, 29-30)

Dios Espíritu Santo puede y quiere ayudarte en cualquier situación. No hay problema que supere a Dios Omnipotente. Dios tiene la respuesta y el remedio.

3 Dios conoce el camino a tu felicidad.

El camino de Dios es perfecto,
la promesa del Señor es digna de confianza.
El Señor es un escudo para los que se refugian en él, (Salmo 18,31)

No te dejes engañar por los que te proponen otros caminos. Cristo es el camino perfecto que te lleva directo a su Padre Dios.

Petición final


Madre Santísima, Santa María del Camino, contigo de la mano vamos alegres y confiados al encuentro de Jesús para cargar cada uno nuestra cruz y seguirlo.  Acompáñanos siempre con tu mirada maternal y tu manto protector para que no resbalemos ni perdamos la luz que nos guía. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y Señor Nuestro. Amén.

lunes, 6 de enero de 2014

#199: La dicha de amar a Dios


Alma mía, ¿quién es mi Amado?

El Salmo 16 me responde:

Mi Amado es mi lugar seguro donde vivo sin temor a la muerte.

Mi Amado es el mayor bien que poseo y del que me dejo poseer.

Mi Amado es la heredad que recibí el día de mi bautismo, gracias a mis padres y padrinos.

Mi Amado es la copa desbordante de la que me alimento con su cuerpo y sangre divinos.

Mi Amado es un reino de felicidad al que entro de rodillas, haciéndome chiquito.

Mi Amado es el maestro bueno que me explica claramente las cosas, hablándole a mi corazón y a mi conciencia.

Mi Amado me acompaña siempre, así que nunca estoy solo, aunque me gusta estar sólo con Él.

Mi Amado me estremece de felicidad desde adentro y se me sale a sonrisas.

Mi Amado vigila mientras duermo porque me ama.

Mi Amado me contagia de ganas de vivir y dejar vivir. El es la fuente de toda la existencia.

Mi Amado es mi mejor amigo y su amistad no la cambio por ninguna. Si tú eres amigo de Dios entonces también tienes en mí a un amigo.

Hay un camino que lleva directo a donde está mi Amado y Él me dice cómo llegar.

Tengo la esperanza de llegar a donde está Él y abrazarlo; un momento de plenitud y gozo, un momento eterno.

Mi Amado, Jesucristo, tiene un lugar reservado para mí, no sé si a su derecha, a su izquierda o bajo sus pies, creo que me da lo mismo. ¡Ah!, y su Papá es un tipazo. Su Mamá ni se diga.

A continuación te dejo todo el salmo para que lo goces.

SALMO 16

1 Mictán de David.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.

2 Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien,
no hay nada superior a ti».

3 Ellos, en cambio, dicen a los dioses de la tierra:
«Mis príncipes, ustedes son toda mi alegría».

4 Multiplican sus ídolos y corren tras ellos,
pero yo no les ofreceré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.

5 El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!

6 Me ha tocado un lugar de delicias,
estoy contento con mi herencia.

7 Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!

8 Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré.

9 Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:

10 porque no me entregarás la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.

11 Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,

de felicidad eterna a tu derecha.