sábado, 17 de febrero de 2018

#217 La Santísima Trinidad en oración

Escucha cómo Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo conversan con amor en este Salmo 110.

Dios Padre invita a Dios Hijo a sentarse a su derecha y descansar sus pies. Dios Padre extiende el poder de Dios Hijo. Este poder emana desde el Reino de los cielos y los santuarios.  A Jesucristo lo llaman príncipe, santo, sacerdote y juez. El Espíritu Santo profetiza el triunfo de Jesucristo y se ofrece como un torrente que fluye y que sacia a los que caminamos con Cristo, su Cuerpo Místico.

Esta contemplación está basada en el Salmo 110 el cual adjunto a continuación.  Te invito a hacer una pausa para pedir luz al Espíritu Santo antes de continuar la lectura.

SALMO 110
1 De David. Salmo.
Dijo el Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies».
2 El Señor extenderá el poder de tu cetro:
«¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!».
3 «Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora».
4 El Señor lo ha jurado y no se retractará:
«Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec».
5 A tu derecha, Señor, él derrotará a los reyes,
en el día de su enojo;
6 juzgará a las naciones, amontonará cadáveres
y aplastará cabezas por toda la tierra.
7 En el camino beberá del torrente,
por eso erguirá su cabeza.

Puntos de reflexión

1. Príncipe

Por el bautismo nosotros también somos hijos de Dios.  Dios es rey y los hijos del rey tienen dignidad de príncipes. Valoremos nuestra dignidad de hijos de Dios, alegrémonos por este gran regalo.  Ser hijo de Dios es más importante que cualquier otro título mundano.

2. Santo

El santo vive con la confianza del triunfo final por el poder de Dios, la paz de vivir con el corazón lleno de Dios y la luz que sale por sus ojos y por sus poros. Tener a un santo entre nosotros es lo mejor que le puede pasar a una comunidad.  Tengo presente a monseñor Juan José Hinojosa, que en paz descanse. Su presencia, su cátedra, su saludo, su sonrisa y su consejo, eran un gran regalo.  Sé santo tú también, es la mejor manera de amar al prójimo.

3. Sacerdote

La mayoría no somos propiamente sacerdotes con el sacramento del orden sacerdotal, sólo algunos son llamados y de esos algunos responden al llamado, sin embargo, por el bautismo todos estamos llamados al sacerdocio, es decir a ofrecer nuestra vida al servicio de Dios y dedicar todos nuestros días un tiempo a la oración para interceder por el prójimo.

4. Juez

"El buen juez por su casa empieza", dice el refrán  Pon en orden tu vida y tus cosas. Que tu conducta sea un reflejo de la conducta de los santos y las santas que admiras. Ordena todo para bien de tu familia y de tu prójimo. Pronto perdona y no dejes de amar, recuerda que Dios te sigue amando. Haz tú lo mismo.

Petición final

Madre Santísima, Espejo de justicia, hoy contemplamos a la Santísima Trinidad en este Salmo y encontramos en sus versículos un océano de sabiduría, ayúdanos a asimilar esta realidad y hacerla vida. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo Nuestro Señor y Salvador que vive y reina por los siglos. Amén.

Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)

viernes, 16 de febrero de 2018

#216 Vamos con Dios al puerto deseado.

Gracias Señor por tu infinita bondad y misericordia.  Gracias a ti podemos vivir la vida con optimismo y esperanza. Tú velas por nuestro bienestar y por el cumplimiento de nuestros anhelos.  Nuestra plenitud te da gloria.  ¡Eres un excelente Creador!

Esta reflexión está basada en el Salmo 107 el cual adjunto a continuación.  Hagamos una pausa breve para pedir al Espíritu Santo que nos ilumine antes de continuar con la lectura.

SALMO 107

1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
2 Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
3 y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente;
4 los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.
5 Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento;
6 pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
7 los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable.

8 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
9 porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos.
10 Estaban en tinieblas, entre sombras de muerte,
encadenados y en la miseria,
11 por haber desafiado las órdenes de Dios
y despreciado el designio del Altísimo.
12 El los había agobiado con sufrimientos,
sucumbían, y nadie los ayudaba;
13 pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
14 los sacó de las tinieblas y las sombras,
e hizo pedazos sus cadenas.

15 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
16 porque él destrozó las puertas de bronce
y quebró los cerrojos de hierro.
17 Estaban debilitados y oprimidos,
a causa de sus rebeldías y sus culpas;
18 la comida les daba náuseas,
y ya tocaban las puertas de la muerte.
19 Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
20 envió su palabra y los sanó,
salvó sus vidas del sepulcro.

21 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
22 ofrézcanle sacrificios de acción de gracias
y proclamen con júbilo sus obras.
23 Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
24 contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.
25 Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
26 ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo,
27 se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.
28 Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
29 cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar;
30 entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado.

31 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
32 aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos.
33 El hizo de los ríos un desierto
y de los oasis, una tierra estéril;
34 transformó el suelo fértil en una salina,
por la maldad de sus habitantes.
35 Convirtió el desierto en un lago,
y la tierra reseca en un oasis:
36 allí puso a los hambrientos,
y ellos fundaron una ciudad habitable.
37 Sembraron campos y plantaron viñas,
que produjeron frutos en las cosechas;
38 él los bendijo y se multiplicaron,
y no dejó que les faltara el ganado.

39 Cuando eran pocos, y estaban abatidos
por el peso de la desgracia y la aflicción,
40 el que cubre de vergüenza a los príncipes
y los extravía por un desierto sin huellas,
41 levantó a los pobres de la miseria
y multiplicó sus familias como rebaños.
42 Que los justos lo vean y se alegren,
y enmudezcan todos los malvados.
43 El que es sabio, que retenga estas cosas
y comprenda la misericordia del Señor.

Puntos de reflexión

1. Dios nos rescata.

La vida está llena de retos, sufrimientos y tribulaciones que pueden oprimirte por dentro con el peso de la angustia, como un globo que se desinfla y cae al suelo.  Déjate llenar de Dios y que su espíritu, su aire divino, te alce del suelo.

2. Dios nos congrega.

Nunca te instales en la soledad, el ser humano está hecho para salir al encuentro de Dios y de las demás personas.  En torno al altar Dios nos reúne para celebrar el amor y la vida en Dios.  Ahí nos alentamos unos a otros también.

3. Dios nos muestra el camino.

Dios conoce el camino a tu felicidad, déjate guiar por Dios. Camina fielmente detrás de Dios que como Buen Pastor, Él te llevará a los mejores lugares para que tu vida sea próspera y fecunda.

4. Dios nos lleva seguros.

Su presencia nos envuelve y su poder nos protege de la enfermedad y de la destrucción.  Los que oramos dormimos tranquilos confiados en la protección divina.


Petición final

Virgen Santísima, Madre de misericordia, imploramos tu auxilio en nuestras necesidades, nos llena de tristeza la enfermedad y la soledad, la injusticia y el desempleo, la inclemencia del tiempo y la inseguridad, la maldad y la apatía de los poderosos de este mundo.  Todo esto tiene remedio eficaz en el Sagrado Corazón de tu Hijo Jesucristo.  Pedimos por tu intercesión, la saludo y la sana convivencia, la justicia y el trabajo, la seguridad y el buen tiempo, la generosidad y la solidaridad del rico y poderoso.  Gracias Santa María por escuchar nuestros ruegos. Amén.

Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)

sábado, 10 de febrero de 2018

#215 ¿A dónde vas cuando estás afligido?

Dios es tu mejor remedio. Si estás triste, Él te consuela. Si estás enfermo, Él te da vitalidad. Si estás hambriento, Él es el mejor alimento. Si estás desamparado, Él es tu Padre providente.

Otros remedios sólo posponen la aflicción, o le ponen pausa temporal. Dios en cambio es un remedio eficaz y perene.

Esta reflexión está basada en el Salmo 102, el cual adjunto a continuación.  Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine antes de leerlo.

SALMO 102

1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor.

2 Señor, escucha mi oración

y llegue a ti mi clamor;

3 no me ocultes tu rostro

en el momento del peligro;

inclina hacia mí tu oído,

respóndeme pronto, cuando te invoco.

4 Porque mis días se disipan como el humo,

y mis huesos arden como brasas;

5 mi corazón se seca, marchitado como la hierba,

¡y hasta me olvido de comer mi pan!

6 Los huesos se me pegan a la piel,

por la violencia de mis gemidos.

7 Me parezco a una lechuza del desierto,

soy como el búho entre las ruinas;

8 estoy desvelado, y me lamento

como un pájaro solitario en el tejado;

9 mis enemigos me insultan sin cesar,

y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.

10 Yo como ceniza en vez de pan

y mezclo mi bebida con lágrimas,

11 a causa de tu indignación y tu furor,

porque me alzaste en alto y me arrojaste.

12 Mis días son como sombras que se agrandan,

y me voy secando como la hierba.

13 Pero tú, Señor, reinas para siempre,

y tu Nombre permanece eternamente.

14 Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,

porque ya es hora de tenerle piedad,

ya ha llegado el momento señalado:

15 tus servidores sienten amor por esas piedras

y se compadecen de esas ruinas.

16 Las naciones temerán tu Nombre, Señor,

y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:

17 cuando el Señor reedifique a Sión

y aparezca glorioso en medio de ella;

18 cuando acepte la oración del desvalido

y no desprecie su plegaria.

19 Quede esto escrito para el tiempo futuro

y un pueblo renovado alabe al Señor:

20 porque él se inclinó desde su alto Santuario

y miró a la tierra desde el cielo,

21 para escuchar el lamento de los cautivos

y librar a los condenados a muerte.

29 Los hijos de tus servidores tendrán una morada

y su descendencia estará segura ante ti.

22 para proclamar en Sión el nombre del Señor

y su alabanza en Jerusalén,

23 cuando se reúnan los pueblos y los reinos,

y sirvan todos juntos al Señor.

24 Mis fuerzas se debilitaron por el camino

y se abreviaron mis días;

25 pero yo digo: «Dios mío,

no me lleves en la mitad de mi vida,

tú que permaneces para siempre».

26 En tiempos remotos, fundaste la tierra,

y el cielo es obra de tus manos;

27 ellos se acaban, y tú permaneces:

se desgastan lo mismo que la ropa,

los cambias como a un vestido, y ellos pasan.

28 Tú, en cambio, eres siempre el mismo,

y tus años no tienen fin.


Puntos de reflexión

1. El reinado de Dios es eterno

Su poder no sufre desgaste, reducción ni debilidad. Puedes acudir a Dios en tu dolor y confiar en su poder para remediar tu aflicción.

2. El Reino de los cielos tiene influencia sobre los acontecimientos de este mundo.

La Iglesia triunfante intercede por la Iglesia peregrina. Nuestras plegarias suben al cielo y se presentan ante Dios. Dios tiene poder sobre todo el universo y puede mover lo que haya que mover para ayudarnos.

3. Dios es el creador del mundo material y del espiritual

Tu y yo existimos en la mente de Dios, si Dios deja de pensar en nosotros, en ese instante dejamos de existir. Dios te mantiene en la existencia porque quiere que existas y si existes es para hacer presente el amor de Dios entre sus criaturas.  Todo lo demás que no te aflija.

4. Dios siempre será Dios.

El clima cambia y la composición de los gases puede variar, pero la atmósfera permanece alrededor del planeta y se mueve junto con el planeta a través del universo. La atmósfera siempre nos envuelve.  Así Dios siempre está presente y estará presente.  No habrá noticia ni descubrimiento científico que cambie esta gran verdad.  Tú vive en paz, la paz interior que Dios regala a los que se acercan a Dios.

Petición final

María Santísima, Reina de la Paz, acudimos a ti Madre en nuestra aflicción y te imploramos tu intercesión junto con la corte celestial para que Dios acuda pronto en nuestra ayuda y llene nuestro corazón de paz y consuelo.  Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y Señor Nuestro que reina por los siglos. Amén.