lunes, 28 de mayo de 2012

#164: Dios te quiere moldear

Dios te formó y sopló vida en ti. Te formó a su imagen y semejanza con la capacidad de amar y ser feliz. Te dio libertad y la ley natural.  Dios además pagó con su propia vida (y resucitó), para que tú puedas entrar al cielo.

No solo eso, Dios está al pendiente de ti como puede estar:
  • un padre al pendiente de su hijo,
  • una madre al cuidado de su bebé,
  • un médico a un enfermo,
  • un maestro a un alumno,
  • un rey a un súbdito,
  • un amigo a otro,
  • un velador y,
  • un guardaespaldas.
En verdad, ni un cabello cae de tu cabeza sin que Dios lo sepa. Tu misma existencia corporal no es autosuficiente sin la presencia de millones de organismos ordenados por Dios que regulan algunas de las funciones de tu cuerpo como:
  •  la digestión,
  •  la defensa ante las enfermaedades y
  •  la renovación de tejidos.
Piensa además en la armonía con que las células de tu cuerpo trabajan para mantenerte con vida en millones de procesos bioquímicos que suceden sin tu supervisión. ¿Y quién te mantiene vivo mientras duermes? ¿Y qué puedes hacer por alargar una hora tu existencia aunque estés despierto? 

Tu corazón late según el plan de Dios y Él espera con paciencia el fruto que busca obtener de ti. Si te dejas moldear por Dios con docilidad, el fruto vendrá más pronto y tu felicidad será plena.

La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una exhortación a dejar las costumbres paganas y la idolatría. La cita es Jeremías 10, 1-25. Antes de continuar digamos juntos: ¡Ven Espíritu Santo!

Puntos de reflexión.

1. Dios es dueño de tu vida.

Yo sé, Señor, que el hombre no es dueño de su camino, ni está en poder del caminante dirigir sus propios pasos, (Jer. 10, 2)
Así como tú juzgas acerca de la utilidad de tus posesiones y las tienes en mayor o menor estima según la satisfacción que obtienes de ellas, así Dios contigo pues eres suyo.  Tu propia existencia depende, no de las leyes de la materia y de la energía, sino de la misericordia divina. Vives en la mente de Dios.

Cualquier acto de rebeldía de tu parte te perjudica a ti y a tu prójimo. Dios no puede ser:
  • perjudicado
  • ni disminuido,
  • ni vencido,
  • ni suplantado
Dios reina por siempre.

2. Dios es protagonista de mi vida.

Corrígeme, Señor, pero con equidad, no según tu indignación, para no rebajarme demasiado. (Jer. 10, 24)

Cualquier cosa trascendental en mi vida será obra de Dios y el mérito será todo suyo, pues a mi me toca someterme a su divina voluntad.  Así como la fruta madura al sol, a mi me toca exponerme a la gracia por medio de lo oración y los Sacramentos.  Este es el pequeño margen en donde entra mi libertad: dejarme moldear por Dios para que el Espíritu Santo actúe en mí y a través de mí, a fin de que mi alma esté gozosa y mis hermanos glorifiquen a Dios al verse confirmados en la fe.

3. Dios utilizará mi propia oración para moldearme.
Derrama tu furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre las familias que no invocan tu Nombre. Porque ellas han devorado a Jacob, lo han devorado, lo han exterminado, y han devastado su morada. (Jer. 10, 25)
La transformación de vida y la plenitud de frutos vendrán a ti y a los tuyos mediante la oración en familia.  La madre alimenta a su recién nacido cuando este llora o se despierta, y el alimento lo nutre y le permite crecer. Así también Dios te alimenta con su gracia en respuesta a un gesto de tu parte. Por eso te exhorto a utilizar la sala de tu casa para rezar en familia, y observarás cómo Dios hace nuevas todas las relaciones intrafamiliares y las mejora.

Petición final

Madre Santísima, Reina de la familia, reunidos en torno a tu Hijo Jesucristo, estamos a la espera de recibir su llamado, con docilidad y humildad. Queremos un nuevo corazón, comprometido con la santidad, y queremos refundar esta familia en la roca de la fe, para que los hijos, y los hijos de nuestros hijos, canten alabanzas al Señor, por los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 20 de mayo de 2012

#163: Recomendación para que te vaya bien

Los seres humanos estamos en movimiento porque somos creaturas imperfectas.  Si fuésemos perfectos no tendríamos necesidad de movernos.

 En este ir y venir corremos el riesgo de alejarnos de la perfección, distraernos o incluso perder el rumbo, pero siempre tenemos en el horizonte de nuestra vida temporal una referencia segura, a la que podemos consultar, para recuperar el camino. Dios es la referencia inmutable.

Dios es:
  • el compás,
  • el mapa,
  • el guía,
  • el dueño del camino,
  • el dueño de mi vida y
  • el creador de todo lo que percibo.
¿Quién mejor que Él que me conoce mejor que yo mismo me conozco, para indicarme el rumbo que me conviene seguir? Confía en Dios y en su Palabra.

La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una exhortación de Jeremías para abandonar la idolatría y las costumbres paganas. La cita es Jeremías 7, 1-34. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.

Puntos de reflexión.

1. Recupera el rumbo
Párate a la puerta de la Casa del Señor, y proclama allí esta palabra. Tú dirás: Escuchen la palabra del Señor, todos ustedes, hombres de Judá que entran por estas puertas para postrarse delante del Señor. (Jer. 7,2)
Entre más alejado estés del camino, más grande es el recurso que necesitas para volver. Aunque Dios siempre está íntimamente cercano a ti, tú no siempre estas enfocado en Él.  Un retiro espiritual de tres días te puede ayudar a hacer un alto en el camino para reflexionar y retomar el rumbo.
2.  Sigue viviendo, pero de mejor manera
Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmienden su conducta y sus acciones, y yo haré que ustedes habiten en este lugar. (Jer. 7,3)
Compara tu conducta con la de la Santísima Virgen María.  Ella es el modelo a seguir para todo cristiano. No te compares con el vecino, ni con otras personas aunque las admires.  Si buscas la perfección imita la vida de santidad de nuestra Madre del cielo. Invita a Dios a vivir en tu seno y deja que su calor crezca y te transforme en bondad y virtud.

3. Principio de reciprocidad
Esta fue la orden que les di: Escuchen mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán mi Pueblo; sigan por el camino que yo les ordeno, a fin de que les vaya bien.
En la relación con Dios hay un principio de reciprocidad: Obedezco y me va bien. Aún y cuando no merezco pues sólo he hecho lo que me corresponde, Dios me cuida y provee para que no me falte la gracia para continuar.

 Me podrás reclamar: "Oye, pero a veces no te va bien." Y yo te contestaría con sinceridad: "Ahh, es que a veces no obedezco, es más ni siquiera pregunto y cómo voy a obedecer si desconozco la Ley."

Por eso es importante conocer la Palabra de Dios para después hacerla vida, y que te vaya bien.

Petición final

Madre Santísima, bendita y bienaventurada, enséñanos a ser buenos hijos tuyos y a imitar tus virtudes. Purifica nuestra memoria. Encamina nuestra imaginación y anhelos hacia el Sagrado Corazón de Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro. Inclina nuestra naturaleza hacia el bien y convierte nuestros corazones en repositorios de la gracia santificante, a fin de que unidos a ti podamos alabar a Dios desde hoy y para siempre. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

martes, 15 de mayo de 2012

#162: Un refugio tranquilo.

¿A dónde vas cuando quieres paz?


Yo busco un lugar retirado en donde pueda convivir con Dios. En ese lugar me hago acompañar por algunas ayudas:
  • mi rosario,
  • mi manual de oraciones,
  • mi Biblia y/u
  • otra lectura de provecho espiritual.
Siempre regreso sereno de ese lugar, lleno de propósito, con esperanza, con el corazón lleno y rejuvenecido.


No es un escape sino todo lo contrario, es:
  • iniciativa de vida,
  • propósito de enmienda y
  • encuentro íntimo con Dios.
Sal a caminar por las tardes con Dios como lo hacían Adán y Eva, sin máscaras ni tapujos, más bien con humildad. Que tu oración sea generosa y agradecida, en amorosa adoración.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Jeremías en torno a la destrucción de Jerusalén. La cita es Jeremías 6, 1-30. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Dios es mi refugio.


¡Busquen un refugio, benjaminitas, fuera de Jerusalén! ¡Toquen la trompeta en Técoa, levanten una señal en Bet Haquérem! Porque desde el Norte amenaza una desgracia y un gran desastre. (Jer. 6,1)


Mira que no todo lo que viene de afuera te conviene. Mucho entretenimiento está configurado según las fuerzas del mercado y regido por criterios económicos sin censura moral. Muchos productos contienen ingredientes adictivos. Muchos libros contienen pseudo-ciencia humana y no la sabiduría de Dios. Aprende a discernir y escoge para ti lo que brinde mejora a tu cuerpo y tu alma.


2. Camino por el buen camino y vivo tranquilo.


Así habla el Señor: Deténgase sobre los caminos y miren, pregunten a los senderos antiguos dónde está el buen camino, y vayan por él: así encontrarán tranquilidad para sus almas. Pero ellos dijeron: «¡No iremos!». (Jer. 6,16)


Hacer caso a los abuelos por la experiencia de vida.  Irles a visitar y preguntarles. Aprender a saborear las cosas de Dios y buscarlas con ese gusto.  Los abuelos no están pasados de moda, sino que han elegido lo mejor y lo mejor es lo que te da la paz.

3. Me guardo en mi casa. 


¡No salgan al campo, no vayan por el camino, porque el enemigo tiene una espada, reina el terror por todas partes! (Jer. 6,25)
Si sales en busca del placer lo encuentras, pero se merca a cambio de tu vida de gracia. Si vieras cuánta paz se logra si tu ruta diaria es de la casa al trabajo y del trabajo a la casa.  No hay novedad más emocionante y satisfactoria que encontrarse con Dios cada día en tu propio hogar.

Petición final.

Te pedimos María Santísima, Reina de la paz, que nos encomiendes, para que imbuidos del espíritu de sabiduría, sepamos saborear las cosas de Dios y preferirlas, a fin de que sumergidos en ellas encontremos un refugio tranquilo de paz para el alma. Por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador que vive y reina con su Padre celestial por los siglos de los siglos. Amén.