Nunca he sido soldado y no tengo experiencia en la guerra, pero ahora mi país está en guerra contra un grupo de sus propios ciudadanos que están organizados para dedicarse al narcotráfico y otras actividades delictivas como secuestros, asesinatos, extorsiones, y tráfico de armas. Las batallas se libran en las ciudades, entre nosotros los civiles, que tan solo esperamos no recibir fuego cruzado ni esquirlas de granadas. Las víctimas se acumulan diariamente y se cuentan por miles.
Tengo esperanza de que la paz llegue pronto. Recuerdo cuando niño que todos los domingos rezábamos por la lluvia durante la misa. La lluvia llegó. Ahora rezamos por la paz. La paz llegará.
En la Sagrada Escritura encontramos al pueblo Israel en un tramo del camino hacia la tierra prometida en donde iniciaron una serie de guerras, la primera contra los cananeos. A continuación adjunto un extracto del capítulo 21 del libro de Números:
La conquista de Jormá
Cuando el cananeo, rey de Arad, que habitaba en el Négueb, supo que Israel llegaba por el camino de Atarím, lo atacó y se llevó algunos prisioneros. Entonces Israel hizo este voto al Señor: «Si pones a este pueblo en nuestra manos, consagraremos sus ciudades al exterminio total». El Señor oyó la súplica de Israel y les entregó a los cananeos, que fueron consagrados al exterminio, junto con sus ciudades. Por eso aquel lugar se llamó Jormá.[1]
Hay momentos en el camino a la felicidad en el que hay que ser valientes. Esta valentía nace de la confianza en Dios. Valentía para ir a la guerra y luchar por una causa justa con la bendición de Dios. Valentía para salir de tu casa al trabajo y ganar el pan de cada día. Valentía para vencer el miedo en cualquiera de sus presentaciones.
La felicidad no está en la victoria, la felicidad está en saberse bendecidos por Dios. Empezamos el día con una oración y ofrecemos así el día a Dios. Le encomendamos a nuestros queridos. Le encomendamos nuestro trabajo y sobretodo le pedimos que se cumpla su voluntad en nuestras vidas y que seamos siempre dóciles y valientes para cumplir su voluntad divina.
Hace falta valentía para hacer lo correcto. Hace falta valentía atender las sugerencias de tu conciencia y llevarlas a la acción. Hace falta valentía para ser católico. ¿Pero que pasa si fracasamos? Da miedo fracasar.
Sí da miedo fracasar por el sufrimiento que conlleva, sin embargo el que pone su confianza en Dios y se deja llevar por su mano amorosa ya ganó. No hay fracaso posible para el que mide el éxito desde el punto de vista del amor. El verdadero éxito se mide en obras. Obras de caridad, obras de misericordia, actos de justicia, actos de piedad.
Oremos por la paz con la tranquilidad de saber que si Dios reina en nuestro corazón, aquello que le pedimos para México ya lo tendremos en el propio hogar. Lograremos la paz un hogar a la vez.
Hoy llegó la Virgen Peregrina a mi casa. Espero que pronto llegue a la tuya también.
[1] Num, 21, 1-3|
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