lunes, 10 de marzo de 2014

#202: ¿Y ahora por dónde, Dios mío?

Para encontrar la mejor ruta, hay que contemplar la vista desde un punto alto, donde puedas visualizar la mayor parte del recorrido, desde el inicio hasta el destino.

Gracias a la tecnología tenemos la vista satelital, sin necesidad de trasladarnos al espacio.  Con esta vista tenemos todos los detalles del recorrido incluyendo: la distancia, los nombres de las calles, los edificios, el tipo de terreno y hasta el clima.

El camino más importante que debemos de emprender es el camino a la felicidad, pero este camino no tiene coordenadas geodésicas.  La vista satelital no tiene la información que necesitamos. La información de la ruta que debemos de seguir la tiene Dios.

Esta reflexión está basada en el Salmo 25. Te recomiendo que pidas ahora al Espíritu Santo un rayito de luz para que te ilumine y te muestre el camino. “¡Ven Espíritu Santo!”

Puntos de reflexión

1. Estoy extraviado

El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres. (Salmo 25, 8-9)

Si estas extraviado pregunta y déjate ayudar por Dios. ¿A quién le preguntas? A un sacerdote pobre y humilde.

2. Estoy sólo

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza. (Salmo 25,10)

En la Iglesia formamos una verdadera comunidad. Nos reunimos en torno al altar y nos acompañamos por el camino. Salimos a misionar y encontramos algunos solitarios extraviados, pero también a muchos hombres y mujeres con fe. El misionero siempre está acompañado.

3. No tengo amigos

¿Hay alguien que teme al Señor?
El le indicará el camino que debe elegir:
su alma descansará feliz
y su descendencia poseerá la tierra.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza. (Salmo 25, 12-14)

Amigo temo ofenderte. Te respeto, pero también te quiero compartir de esta felicidad que Dios me regala y que no cabe en mi corazón. Mi corazón desborda sobre estas palabras. Te deseo un verdadero descanso, ya desde ahora, en el Reino de Dios.

Petición final


Te pedimos Madre Santísima, Torre de David, que gozas de tan clara y pura perspectiva en la presencia de Dios, que te anticipes a nuestros pasos con vigilancia maternal, para que nuestro pie no tropiece de manera definitiva y nuestra vida transcurra con la paz de tu protección. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.

A Dios gracias por esta reflexión.