martes, 30 de noviembre de 2010

#60: Vence al mayor mal con la fe

Introducción: Las misiones.

Estoy seguro que si eres católico alguna vez o más de una vez has ido de misiones. Si todavía no lo has hecho ve.

Las primeras misiones las organizó Jesucristo cuando envió a sus discípulos para anunciar la buena noticia a todos los pueblos cercanos.[1]  Desde entonces nunca ha cesado de haber misiones y la Iglesia envía tanto a sacerdotes como a laicos a misionar.


Las misiones tienen el mismo propósito siempre: anunciar a cada nueva generación la buena noticia.  Hay tantas malas noticias, entonces ¿cuál es la buena?  La buena noticia es el Reino de Dios. Dios reina y reinará siempre.

El Papa Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret explica que Jesucristo mismo es el Reino de Dios y que por tanto puedes substituir todos los versículos de la Biblia en donde se menciona el Reino de Dios por el nombre Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, para entender o conocer mejor quién es Cristo.  Por ejemplo, en el mismo pasaje al que me referí anteriormente se menciona: Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, que se puede substituir de la siguiente manera: Y los envió a proclamar a  Jesucristo y a sanar a los enfermos.

Lectura de la Palabra de Dios.

La lectura para la reflexión de hoy está tomada del libro de Josúe.  Para disponer el alma y abrir el corazón a Dios te recomiendo como siempre ponerte en su santa presencia y pedir luz al Espíritu Santo.


La batalla de Ai
14 El ver esto, el rey de Ai se apresuró a salir con toda su gente para combatir contra Israel en la bajada, frente a la Arabá, sin saber que le habían tendido una emboscada detrás de la ciudad.
15 Josué y todo Israel fingieron caer derrotados delante de ellos y huyeron por el camino del desierto.
16 Entonces se convocó a toda la gente que estaba en la ciudad para que saliera a perseguirlos, y todos persiguieron a Josué, alejándose de la ciudad.
17 No hubo un solo hombre en Ai o en Betel que no saliera en persecución de Israel. Y cuando lo hicieron, dejaron abiertas las puertas de la ciudad.
18 Entonces el Señor dijo a Josué: «Apunta hacia Ai con la jabalina que tienes en la mano, porque yo te entrego la ciudad». Josué apuntó contra la ciudad con la jabalina que tenía en la mano;
19 y tan pronto como extendió su brazo, los hombres que estaban emboscados salieron rápidamente de su escondite, entraron a la carrera en la ciudad, la tomaron y la incendiaron sin perder un instante.[2]

Reflexión.

La misión  es un encargo, una encomienda de Dios.  La encomienda es una operación de conquista.  Por lo tanto si eres misionero, sal y conquista a tus hermanos en Cristo para Dios.  La jabalina que tienes en la mano es la fe que has recibido de Dios y la táctica vencedora es mostrar tu fe en el punto climático de la batalla; exponerte a que todos te vean y en ese momento mostrar tu fe, dar testimonio de tu fe. Así se mueven los corazones de las gentes y se sentirán atraídos hacia Dios.

¿Dónde obtengo esa jabalina en medio del desierto en donde ni siquiera hay árboles?  Esa jabalina te la da Dios.  Pídele a Dios la fe y el gustoso te la regala.  Usa la fe para vencer el mal. El mal de la incredulidad es el mayor mal.

Pidamos a la Santísima Virgen María que nos enseñe a hacer la misma oración y con la misma fe que ella demostró cuando dijo:  «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho»[3]

Gracias por hacer esta reflexión conmigo. Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo. Tú eres el motivo de mi blog. Que Dios te bendiga.


[1] Lc, 9, 6
[2]  Jos,  8,  14-19
[3] Lc, 1, 38

lunes, 29 de noviembre de 2010

#59: Los momentos especiales de la vida familiar

Todos tenemos momentos especiales en nuestra vida.  En mi vida, algunos de los momentos más especiales los he vivido en los bautizos y en las primeras comuniones de mis hijos.  Estos momentos son para mí la realización de un anhelo que comienza desde la concepción del hijo hasta verlo bendecido por el sacramento.  No puedo más que agradecer a Dios que permite que la familia sea bendita y que las nuevas generaciones lleven adelante esta bendición.  Dios me regale, más adelante, estar presente también en los bautizos y las primeras comuniones de mis nietos.
La lectura para la reflexión de hoy está tomada del libro de Josué.  Para disponer el alma y abrir el corazón a Dios te recomiendo como siempre ponerte en su santa presencia y pedir luz al Espíritu Santo.
Las instrucciones de Josué a los israelitas
1 A la madrugada del día siguiente, Josué y todos los israelitas partieron de Sitím. Cuando llegaron al Jordán, se dispusieron a pasar la noche allí antes de cruzar.
2 Al cabo de tres días, los escribas recorrieron el campamento
3 dando esta orden al pueblo: «Cuando vean el Arca de la Alianza del Señor, su Dios, y a los sacerdotes levitas que la transportan, muévanse del lugar donde están y síganla.
4 Pero dejen entre ustedes y el Arca una distancia de mil metros aproximadamente, y no se acerquen a ella. Así sabrán por dónde tienen que ir, porque ustedes nunca pasaron por este camino».
5 Josué dijo al pueblo: «Purifíquense, porque mañana el Señor va a obrar maravillas en medio de ustedes».
6 Después dijo a los sacerdotes: «Levanten el Arca de la Alianza y pónganse al frente del pueblo». Ellos la levantaron y avanzaron al frente del pueblo.
7 Entonces el Señor dijo a Josué: «Hoy empezaré a engrandecerme a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo como estuve con Moisés.
8 Ahora ordena a los sacerdotes que llevan el Arca de la Alianza: «Cuando lleguen al borde del Jordán, deténganse junto al río».
9 Josué dijo a los israelitas: «Acérquense y escuchen las palabras del Señor, su Dios».
10 Y añadió: «En esto conocerán que el Dios viviente está entre ustedes, y que él expulsará delante de ustedes a los cananeos, los hititas, los jivitas, los perizitas, los guirgazitas, los amorreos y los jebuseos:
11 el Arca de la Alianza del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes.
12 Ahora elijan a doce hombres entre las tribus de Israel, uno por cada tribu.
13 Y apenas los sacerdotes que llevan el Arca del Señor de toda la tierra apoyen sus pies sobre las aguas del Jordán, estas se abrirán, y las aguas que vienen de arriba se detendrán como contenidas por un dique». [1]


Reflexión.


No sientas ansiedad por cumplir la voluntad de Dios, pensando tal vez que lo que Dios te pide no puedes hacerlo o no sabes cómo hacerlo.  Recuerda que Dios todo lo puede y en el momento necesario el interviene para que su plan tenga éxito.  Por ejemplo: si Dios te pide que transformes a tus hijos en hijos de Él, tú no tienes que hacer nada sobrenatural, tan sólo llévalos a bautizar y Dios hace el resto a través de sus sacerdotes.


Valora y respeta profundamente los momentos especiales de tu vida, los momentos en los que Dios actúa en tu familia para bendecirte.  Debes de vivir esos momentos con el alma en gracia de Dios con el alma pura.  No son eventos meramente sociales y banales, son momentos históricos para tu familia, momentos de especial gracia y bendición.


Respeta también las formas, los avisos y las recomendaciones de los sacerdotes y de sus ayudantes, acerca de cómo vivir esos momentos.  Son ocasiones de gran alegría pero no momentos para hacer payasadas, aunque se llegaran a poner de moda en otras partes del mundo, no debes de quitarle a Dios el protagonismo del momento y la centralidad de la atención de todos los presentes.  Que todos los atuendos, la música y la sucesión de actos sean apropiados para se guarde el respeto y la sacralidad del evento.


Valora la importancia de los sacerdotes a través de los cuáles Dios nos bendice y se hace presente en nuestras vidas.  Ayúdales en su tarea, en lo poco o mucho que puedas ayudarles.


Oremos por último a María Santísima, Reina de la Iglesia, agradeciéndole todo el apostolado que hace por la humanidad y todas las bendiciones que ha conseguido para nuestras familias.


Gracias por hacer esta reflexión conmigo. Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo. Tú eres el motivo de mi blog. Que Dios te bendiga.

 [1]  Jos,  3,   1 - 13

domingo, 28 de noviembre de 2010

#58: La casa de naipes

A veces hacemos lo correcto por las razones equivocadas, si este es el caso, tenemos que aprender a purificar nuestras intenciones, si no lo hacemos, todo lo que construyamos será como una casa de naipes que cae con facilidad.  Algunas de estas razones equivocadas pueden ser por ejemplo: para tener más amigos, para ocupar puestos de responsabilidad y liderazgo, para tener buena reputación, para conservar un trabajo, o para evitarnos problemas.

La relación con Dios debe ser una relación de amor que nos impulsa y que purifica nuestras intenciones.  La voluntad de hacer lo correcto nacerá de nuestro amor a Dios y aún que pequemos estaremos siempre con la mejor disposición de levantarnos y retomar el camino.  Ya que Dios no cambia, entonces podremos perseverar en nuestro propósito siempre con su gracia.

En la Sagrada Escritura hay un pasaje en el que Moisés reflexiona sobre su edad avanzada y las posibles consecuencias de su muerte.  La lectura de hoy está tomada del libro del Deuteronomio, antes de avanzar hagamos una pausa para ponernos en presencia de Dios y pedir luz al Espíritu Santo.

La Ley junto al Arca de la Alianza
24 Cuando Moisés terminó de fijar por escrito las palabras de esta Ley.
25 ordenó a los levitas encargados de transportar el Arca de la Alianza del Señor:
26 «Tomen este Libro y pónganlo junto al Arca de la Alianza del Señor, su Dios. Que esté presente allí como un testigo contra ti.
27 Porque yo conozco muy bien tu rebeldía y tu obstinación. Y si ahora que estoy todavía con ustedes, son tan rebeldes al Señor, ¡cuánto más lo serán después de mi muerte!
28 Reúneme aquí a todos los ancianos de sus tribus y a sus escribas, para que pueda transmitirles todas estas palabras y para poner el cielo y al tierra como testigos contra ellos.
29 Porque estoy seguro de que cuando yo muera, ustedes se van a pervertir y se van a desviar del camino que les he trazado. Y en el futuro les van a suceder muchas desgracias por haber obrado mal a los ojos del Señor, su Dios, y por haberlo irritado con sus malas obras».
30 Entonces Moisés recitó hasta el final las palabras de este poema, en presencia de toda la comunidad de Israel.[1]

Puntos de reflexión personal:

  1. El estándar para calibrar la bondad de nuestros actos es la Palabra de Dios.  
  2. Nuestro comportamiento debe de ser íntegro, igual si convivimos con sacerdotes y monjas que si estamos con amigos, siempre dando testimonio del amor que vive en nuestro corazón.
  3. Para perseverar es indispensable amar a Dios por sobre todas las cosas.


Pidamos a la Santísima Virgen María que nos enseñe a purificar nuestras intenciones para que nuestro corazón y nuestros actos no estén cambiantes como el viento sino cimentados en la roca de Cristo.

Gracias por hacer esta reflexión conmigo. Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo. Tú eres el motivo de mi blog. Que Dios te bendiga.

[1] Deut, 31,  24 - 30

sábado, 27 de noviembre de 2010

#57: Otro Cristo

Pasada la infancia y entrada la adolescencia llega en punto en el camino de tu vida en el que comienzas a ver claro que existen varios caminos por los que puedes conducirte.  No me refiero a escoger carrera o profesión sino a una elección más fundamental;  la opción fundamental por Cristo.

La opción fundamental por Cristo es una elección libre que puedes hacer una vez que has tenido la experiencia del amor de Jesucristo.  Esta elección libre consiste en creer, aprender y modificar tu comportamiento para que cada día, poco a poco te transformes en otro Cristo para tus hermanos.  Como escribió San Pablo en su carta a los Gálatas: y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.[1]


Ya desde el Antiguo Testamento podemos encontrar pasajes que nos motivan a tomar esta opción fundamental por Dios.  En la lectura que incluyo hoy del libro del Deuteronomio, estas motivaciones son expresadas en tono negativo para que nos queden más claras las posibles consecuencias de vivir nuestra vida de espalda a Dios.  Te invito a hacer una pausa para ponernos en presencia de Dios y a pedir luz al Espíritu Santo antes con continuar con la lectura de la Palabra de Dios.


Amenazas de maldición
15 Pero si no escuchas la voz del Señor, tu Dios y no te empeñas en practicar todos los mandamientos y preceptos que hoy te prescribo, caerán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:
16 Maldito serás en la ciudad y maldito en el campo.
17 Maldita será tu canasta y maldito el recipiente donde amasas tu pan.
18 Malditos serán el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, las crías de tus vacas y los partos de tus ovejas.
19 Maldito serás al entrar y maldito al salir.
20 El Señor enviará contra ti la maldición, el pánico y el fracaso sobre todas tus empresas, hasta que seas exterminado y desaparezca rápidamente, a causa de tu mal proceder, por haberme abandonado.
21 El Señor hará que se te contagie la peste, hasta que seas eliminado de la tierra que vas a tomar en posesión.
22 El Señor te castigará con tisis, fiebre, inflamación, ardores, aridez, quemadura y pulgón que te hostigarán hasta que desaparezca.
23 El cielo sobre tu cabeza será de bronce, y la tierra bajo tus pies será de hierro.
24 En lugar de lluvia, el Señor enviará polvo a tu tierra, y sobre ti caerá arena desde el cielo, hasta que seas exterminado.
25 El Señor te hará caer derrotado ante tus enemigos: saldrás a atacarlo por un camino y por siete caminos huirás de ellos; y todos los reinos de la tierra sentirán horror de ti,
26 Tus cadáveres serán pasto de todas las aves del cielo y de todos los animales de la tierra, y no habrá nadie que los espante.
27 El Señor te herirá con forúnculos de Egipto, con tumores, sarna y tiña, de los que no podrás curarte.
28 El Señor te castigará con locura, ceguera y delirio,
29 y andarás a tientas en pleno día, como anda a tientas un ciego, envuelto en la oscuridad. Nunca verás realizados tus proyectos: serás oprimido y despojado constantemente y nadie saldrá en tu defensa.
30 Te casarás con una mujer y otro gozará de ella. Construirás una casa y no la habitarás. Plantarás una viña y no recogerás sus frutos.
31 Tu buey será degollado delante de tus ojos y no lo podrás comer. Tu asno será arrebatado de tu misma presencia y no te lo devolverán. Tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie saldrá en tu defensa.
32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo; y tu vista se consumirá de tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada.
33 Un pueblo que no conoces comerá el fruto de tu suelo y todo el producto de tus fatigas. Serás oprimido y explotado constantemente,
34 hasta volverte loco a causa de lo que verán tus ojos.
35 El Señor te herirá con forúnculos malignos e incurables en las rodillas y en las piernas, desde la planta de los pies hasta la cabeza.
36 El Señor los deportará, a ti y al rey que hayas puesto para que te gobierne, a una nación que ni tú ni tus padres conocían, y allí servirás a otros dioses, dioses de maderas y de piedra.
37 Entonces serás motivo de consternación y de burla en todos los pueblos adonde el Señor te conduzca.
38 Sembrarás en tus campos mucha semilla, pero cosecharás muy poco, porque la devorará la langosta.
39 Plantarás viñas y las cultivarás, pero no podrás beber ni almacenar el vino, porque se las comerá el gusano.
40 Tendrás olivares en todo tu territorio, pero no podrás ungirte con aceite, porque se caerán las aceitunas.
41 Tendrás hijos e hijas, pero no te pertenecerán, porque serán llevados cautivos.
42 Los insectos arrasarán con todos tus árboles y con todos los frutos de tu suelo.
43 El extranjero que viva en tu país subirá cada vez más alto mientras que tú caerás cada vez más bajo.
44 El será tu acreedor, y tú, su deudor; él estará al frente, y tú detrás.
45 Todas estas maldiciones caerán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta exterminarte, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios, observando los mandamientos y los preceptos que él te prescribió.
46 Ellas estarán siempre sobre ti y sobre tus descendientes, como una señal y una advertencia.[2]

Reflexión.

Pienso en las personas que viven en la cárcel, separados de sus familias, privados de su libertad.  No disfrutan su casa, ni la compañía de su esposa ni la alegría de sus hijos.  No disfrutan los bienes que acumularon de una forma u otra.  Tanto lo que compraron legítimamente como lo que robaron, todo se les ha quitado pues ahora viven en una celda.

Pienso en los enfermos de sida y de otras enfermedades transmitidas sexualmente.  Sus expectativas de vida se han reducido y sus expectativas de convivencia sexual con una pareja se han reducido más aún.

Pienso en los adictos que diariamente se exponen a todo tipo de peligros al conducir en estado de ebriedad o al ser blanco fácil para ladrones.  Sus familias no tienen suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas y si lo tienen sufren la ausencia prolongada del adicto.

Las maldiciones son consecuencia de tu estilo de vida, tú mismo te las provocas.  La falta de higiene, de ejercicio, de una alimentación correcta y de una vida ordenada te trae consecuencias negativas para tu calidad de vida; pero también Dios es Padre y tiene interés en corregirte para que endereces tu camino y te salves, a fin de poderte dar una abrazo eterno.

Así como los papás reflexionamos acerca de los castigos que puedan tener mejor resultado según la personalidad de cada hijo, así Dios sabe cómo llamar nuestra atención de la forma más eficaz.  Piensa en los males que hay en tu vida como una especie de retroalimentación de parte de Dios.  Aprovecha cada mal y cada sufrimiento para reflexionar hasta que punto eres otro Cristo y en qué aspectos de tu vida no lo eres.

Pidamos por último a la Santísima Virgen María que tuvo el privilegio de ser Madre del Niño Jesús que nos enseñe a crecer en sabiduría edad y gracia.[3]

Gracias por hacer esta reflexión conmigo.  Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo.  Tú eres el motivo de mi blog.  Que Dios te bendiga.

[1] Gal, 2, 20
[2] Deut, 28,  15 - 46
[3] Lc, 2, 40

viernes, 26 de noviembre de 2010

#56: Huérfano de padre

Una similitud que tengo en mi vida con la de Jesucristo es haberme quedado huérfano de padre al principio de mi edad adulta.  Yo perdí a Roberto Luis,mi padre, a la edad de 28 años y Jesús de Nazaret perdió a San José antes de iniciar su vida pública cerca de los 30 años.
Los huérfanos buscamos llenar el hueco que deja el padre en el corazón.  El único que ha podido llenar ese hueco en mi corazón es Dios Padre.  Cuando eres niño participas a tu padre tus deseos y anhelos porque sabes que el te puede ayudar a hacerlos realidad.  Ahora ya soy adulto y tengo hijos llenos de anhelos que me comparten, sin embargo yo sigo anhelando y Dios Padre conoce todo lo que hay en mi corazón y me puede ayudar a conseguirlo.
Hoy vamos a reflexionar juntos un pasaje del capítulo 27 del libro del Deuteronomio que habla de las bendiciones que Dios tiene preparadas para ti que te esfuerzas por cumplir los mandamientos. Pidamos luz al Espíritu Santo y comencemos a leer:
Promesas de bendición
1 Si escuchas la voz del Señor, tu Dios, y te empeñas en practicar todos los mandamientos que hoy te prescribo, él te pondrá muy por encima de todas las naciones de la tierra.
2 Y por haber escuchado la voz del Señor, tu Dios, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones:
3 Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo.
4 Benditos serán el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, los partos de tu ganado y las crías de tus vacas y tus ovejas.
5 Bendita será tu canasta y bendito el recipiente donde amasas tu pan.
6 Bendito serás al salir y bendito al entrar.
7 El Señor hará que caigan derrotados todos los enemigos que se alcen contra ti vendrán a atacarte por un camino y por siete caminos huirán de ti.
8 El Señor ordenará que la bendición esté contigo en tus graneros y en todas tus empresas, y te bendecirá en la tierra que él te da.
9 El Señor hará de ti su pueblo santo, como te lo juró, si cumples sus mandamientos y sigues sus caminos.
10 Entonces todos los pueblos de la tierra verán que tú eres llamado con el nombre del Señor, tu Dios, y te temerán.
11 El Señor te dará sobreabundancia de bienes en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo, de la tierra que él te da, porque así lo juro a tus padres.
12 El te abrirá el cielo –su rico tesoro– para proveer de lluvia a tu tierra en el momento oportuno, y para bendecir todos tus trabajos. Serás acreedor de muchas naciones y deudor de ninguna.
13 El Señor te podrá al frente, no detrás. Siempre estarás arriba, nunca abajo, con tal que obedezcas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te ordenó practicar cuidadosamente,
14 sin apartarte, ni a la derecha ni a la izquierda. de las palabras que hoy te prescribo, y sin ir detrás de otros dioses para servirlos.[1]

¿Qué opinas de estas bendiciones?  A mí me parece que Dios justo te quiere ayudar a alcanzar todo lo que tu corazón anhela.  El hombre que se somete a Dios pronto se puede acostumbrar a que todo lo que está fuera de su control le sale bien, pero nunca debemos de olvidarnos de agradecer a Dios por tantas atenciones y bendiciones a través de las cuales se hace presente en tu vida.

Me quiero centrar ahora en el versículo 7 el cual tiene la palabra camino.  Lo vuelvo a copiar aquí: El Señor hará que caigan derrotados todos los enemigos que se alcen contra ti vendrán a atacarte por un camino y por siete caminos huirán de ti.  El enemigo del hombre santo tiene que encontrarse con él allí donde Dios lo tiene trabajando, cumpliendo su voluntad.  Este lugar es el primer camino al que hace referencia el versículo.  El único camino estrecho el camino de Dios.  Pero el enemigo no tolera estar en ese camino y pronto huye por cualquiera de otros siete caminos.  Esos siete caminos son los siete pecados capitales: avaricia, ira, lujuria, envidia, pereza, gula y soberbia.  

Si volteamos la situación al revés y el hombre santo requiere por encargo divino ir en busca de su enemigo para salvarlo, seguro lo encontrará en algún lugar en donde pueda cometer estos pecados capitales.  Piensa un momento en el último día de tu vida y trata de imaginar el lugar en donde Dios te va a encontrar.  ¿Aquel lugar que imaginas está en el camino de Dios?, ¿o está allí donde los pecados capitales se practican y se defienden como actos buenos, naturales y a los que se tiene derecho?

Pidamos a la Santísima Virgen que nos enseñe a discernir el camino de Dios y al Espíritu Santo que nos ilumine para no adentrarnos en ninguno de aquellos siete caminos.

Gracias por hacer esta reflexión conmigo.  Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo.  Que Dios te bendiga


[1] Deut, 28,   1-14

jueves, 25 de noviembre de 2010

#55: Los vecinos y la envidia



Las familias que viven en los hogares aledaños al tuyo son tus vecinos.  Ellos comparten contigo lo bueno y lo malo que le suceda a tu colonia.  Sus hijos juegan con tus hijos.  Sus esposas platican con tu esposa.  Así a través de los años vas tejiendo una relación con tus vecinos que puede perdurar incluso si se cambian a vivir a otra parte.


Así como la relación con los vecinos te puede traer muchas experiencias agradables también puede tener sus sinsabores.  Muchos males, algunos graves pueden venir a tu vida si no cuidas la relación con tus vecinos.  En especial debes de estar atento a tus disposiciones interiores porque la envidia y sus consecuencias tienen su campo natural de crecimiento precisamente en las relaciones con tus vecinos.


Fíjate, a nivel continente las guerras suelen ser entre países vecinos.  A nivel país, las disputas por derechos a los recursos como el agua suelen ser entre estados vecinos.  A nivel estado, la competencia por atraer inversiones extranjeras suele ser más intensa entre ciudades vecinas.  A nivel del área metropolitana, las gestiones para tratar de que otro municipio se haga cargo por ejemplo de la basura o de albergar indeseables se discuten entre municipios.


Podemos así seguir bajando el rango y analizar a nivel municipio como una colonias pueden tener conflicto con otras con respecto a temas como la vialidad y la seguridad.  Finalmente a nivel de colonias la convivencia entre vecinos puede ser armoniosa o conflictiva según si sabemos ser buenos vecinos o no.


La mala convivencia con los vecinos es fácil de justificar, por ejemplo diciendo que la culpa la tiene el otro porque me trató mal o que me cae mal, o que no me importa, etc.  Como católicos debemos analizar más a fondo si hemos dejado que la envidia entorpezca el trato caritativo y respetuoso como el que les corresponde a los vecinos.  No hay más prójimo que le vecino después de tu familia, y San Pablo nos enseña que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.[1]


La envidia que se deja enraizar y crecer puede llevarnos a cometer actos que no corresponden a un buen vecino ni a un buen ciudadano.  En la Sagrada Escritura encontramos una lista de doce severas advertencias en contra de actos que resultarían en la condenación divina y el repudio social para aquel que  los cometiera.  A continuación la incluyo; está tomada del libro del Deuteronomio.

Las doce maldiciones

14 Los levitas tomarán la palabra y dirán en alta voz a todos los hombres de Israel:
15 Maldito sea el hombre que hace un ídolo tallado o de metal fundido –abominación para el Señor, obra de un artesano– y lo guarda en un lugar oculto. Y todo el pueblo responderá: Amén.
16 Maldito sea el que menosprecia a su padre o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
17 Maldito sea el que desplaza los límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
18 Maldito sea el que aparta a un ciego del camino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
19 Maldito sea el que conculca el derecho del extranjero, del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá. Amén.
20 Maldito sea el que se acuesta con la mujer de su padre, porque de esa manera descubre el borde de la manta de su padre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
21 Maldito sea el que se acuesta con un animal. Y todo el pueblo responderá: Amén.
22 Maldito sea el que se acuesta con su hermana, la hija de su padre o de su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén. 
23 Maldito sea el que se acuesta con su suegra. Y todo el pueblo responderá: Amén.
24 Maldito sea el que mata ocultamente a su prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén.
25 Maldito sea el que se deja sobornar para quitar la vida a un inocente: Y todo el pueblo responderá: Amén.
26 Maldito sea el que no respeta ni cumple las palabras de esta Ley. Y todo el pueblo responderá: Amén.[2]

Reflexión.

Una buena persona no hace de repente estas cosas.  Primero empieza con la envidia, comienza a querer poseer lo que ven sus ojos a diario.  Después deja de ayudar a su vecino aún cuando puede hacerlo. Después lo deja de saludar y le hace caras o lo ignora.  En su mente envidiosa, el vecino ya no es su prójimo, ahora es su enemigo.  Una vez que ve a su vecino como enemigo entonces lo perjudica.  Aquella persona que se consideraba buena se encuentra un día avergonzado de sus actos, carcomido por el odio y amargado por toda la cadena de malas experiencias con el vecino.

El remedio para la envidia tiene dos pasos.  El primer paso es aprender que todos tenemos una cruz y ese vecino que me provoca envidia también tiene una cruz, porque Dios quiere atraer hacia sí a todos sus hijos. La cruz que Dios nos da es el camino particular, único e irrepetible que cada quien tenemos para llegar a Él.  Mi cruz es ligera en algunos aspectos y pesada en otras maneras.  La cruz de mi vecino es ligera en donde mi cruz es pesada pero seguramente es pesada en donde mi cruz es ligera.  Porque Dios reparte sus dones a todos sus hijos: a unos dones materiales, a otros espirituales, y a otros intelectuales. Tal vez pienses que hay quién los tiene todos, pero esa persona tiene que cargar con el peso de un mayor compromiso ante Dios.

El segundo paso es hacer una oración mental por mi vecino.  Pídele a Dios que bendiga y prospere y ayude a tu vecino.  Si haces esto tendrás paz y tu corazón no sufrirá de envidia y estarás lejos de hacer actos de los que te puedas avergonzar o arrepentir.

Cuida también tus ojos, es mejor enfocarlos en la contemplación de las cosas que te hacen bien, como las verdades eternas, para que no vuelva a nacer la envidia en tu corazón.


Pidamos a la Santísima Virgen María que interceda por nosotros y nos enseñe a vivir de tal manera nuestra vida que podamos ser benditos.


Que Dios te bendiga.


[1] Rom, 13, 8
[2] Deut, 27,  14-26

miércoles, 24 de noviembre de 2010

#54: Las mejores estrategias del ajedrez


Cuando juego ajedrez procuro al principio fortalecer mi posición defensiva.  En el desarrollo del juego van surgiendo debilidades en la posición de mi contrincante y una vez que puedo organizar un ataque doble o triple, o un intercambio ventajoso entonces ataco decididamente.  Un ataque bien pensando deja débil al contrario y cuando quiere contra atacar se enfrenta a mi defensa bien preparada y sólo consigue intercambiar piezas que lo debilitan aún más.

Así es el ajedrez;  es un juego que se gana explotando las debilidades del rival, manipulando sus movimientos para que su único movimiento posible no le beneficie en el juego.  Es un juego de estrategia, pero finalmente es sólo un juego, no se daña al contrincante, aunque a lo mejor le duela un poco el orgullo.

¿Qué tal si extrapolamos estas tácticas del ajedrez a la convivencia social?  ¿Son válidas las mismas premisas? ¿Podemos aprovecharnos de los débiles para nuestro propio beneficio sin temer alguna represalia?  ¿Podemos borrar del tablero de la vida a nuestros colegas y competidores sin pensarlo dos veces? Intuyo que la respuesta a todas estas preguntas es no.

El libro del Deuteronomio es rico en contenido y abundante en ejemplos de cómo regir nuestra conducta en sociedad.  Estas antiguas reglas recopiladas en este libro buscaban formar una civilización en donde reinara la justicia.  El pasaje que incluyo a continuación está al final del capítulo veinticinco.  

Hagamos una pausa en la lectura y pidamos luz al Espíritu Santo antes de continuar.

El castigo de Amalec
17 Recuerda lo que te hizo Amalec cuando ustedes iban por el camino, después que salieron de Egipto:
18 cómo te salió el paso y atacó por la espalda a todos los que se habían quedado a la retaguardia, agotados por el cansancio. Entonces tú estabas fatigado y sin fuerzas, pero él no tuvo temor de Dios.
19 Por eso, cuando el Señor, tu Dios, te libre definitivamente de todos los enemigos que están a tu alrededor, en la tierra que él te dará en herencia, borrarás de todas partes el recuerdo de Amalec. ¡No lo olvides![1]

Reflexión.


La convivencia social debe de estar perfeccionada por el temor de Dios.  El temor de Dios bien entendido es un rechazo, inspirado por el Espíritu Santo, que nace del corazón humano hacia cualquier acción en la que se ponga en riesgo ofender a Dios o causarle cualquier pesar a su Sagrado Corazón.  En otras palabras es temor de ofenderle, como puedes tener temor de dañar a tu hijo pequeño recién nacido.  


La relación con Dios es algo sumamente íntimo, puro y delicado.  El temor de Dios, por tanto, es una virtud que conviene al alma para estar vigilantes y conservar la vida de gracia.


La conducta de caridad para con el prójimo es producto del temor de Dios.  Los débiles, los indefensos, los pobres, los niños y los ancianos, las personas de capacidades diferentes y todas los seres humanos somo muy valiosos para Dios, tanto que Él quiso hacerse hombre y morir por nosotros para que pudiéramos acceder al cielo.  Piensa que si somos tan importantes para Dios entonces debemos por amor tratar bien a todos.


Es muy importante aprender a ver a Cristo en el prójimo porque al final de la vida tendremos que dar cuentas de la calidad del trato que dimos a las personas. El católico, por lo tanto, no debe de progresar por cualquier medio.  El católico debe de procurar honestamente lo que necesita cada día y anhelar el cumplimiento de la voluntad de Dios en su vida.  Esto lo han entendido mejor los santos y podemos recurrir a sus enseñanzas para hacerlas vida.


Pidamos a María Santísima que interceda por nosotros y nos enseñe con su ejemplo a ser bondadosos.


Que Dios te bendiga.


[1] Deut, 25,  17-19

martes, 23 de noviembre de 2010

#53: El Sagrado Corazón de Dios


La Biblia te ofrece una oportunidad única de adentrarte en el corazón de Dios.  A través de la lectura de la Biblia vas conociendo qué le gusta a Dios y cómo le gusta que lo amen.  Igual que el esposo conoce a su esposa y puede demostrarle cariño de múltiples formas que se derivan de este conocimiento, así puedes hacer mucho cuando conoces a Dios para decirle: "Te amo por sobre todas las cosas."

En el libro del Deuteronomio, capítulo veintitrés, encontramos una lista larga de prescripciones que pretenden regular el comportamiento social.  En una primera lectura rápida parece como un código primitivo de reglas o leyes, sin embargo,  Dios no actúa en vano y si ha inspirado estas palabras es por algo.  


Antes de leer el siguiente extracto de prescripciones, has una breve pausa y pide la ayuda del Espíritu Santo a fin de que puedas entender mejor el mensaje que está entre líneas.  De hecho te recomiendo que lo hagas costumbre, siempre que leas la Biblia has antes una oración para pedir la iluminación de Dios Espíritu Santo.

Las personas excluidas de la comunidad de Israel
2 El que tenga los testículos mutilados o el pene cortado no será admitido en la asamblea del Señor.
3 El bastardo no será admitido no la asamblea del Señor, ni siquiera en la décima generación.
4 El amonita y el moabita no serán jamás admitidos en la asamblea del Señor, ni siquiera en la décima generación.
5 Porque ellos no se adelantaron para ofrecerles agua y alimento, cuando ustedes iban por el camino, a la salida de Egipto; y porque Moab contrató a Balaam, hijo de Beor, que era de Petor en Aram Naharaim, a fin de que te maldijera.
6 Pero el Señor, tu Dios, no quiso escuchar a Balaam, sino que cambió la maldición en bendición, sino que cambió la maldición en bendición, porque él te ama.
7 Por eso, mientras vivas, nunca busques su prosperidad y su bienestar.
8 En cambio, no consideres abominable al edomita, porque es tu hermano, ni tampoco al egipcio, porque tú fuiste huésped en su país.
9 A partir de la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos en la asamblea del Señor.


¿Qué te dice Dios con estas prescripciones? ¿Qué descubres nuevo acerca de su corazón?


El cuerpo que Dios me ha dado está bendito y no tengo derecho a mutilarlo ni por dentro ni por fuera, es especialmente ofensivo a Dios el hecho de que una persona se haga a sí misma infértil, obstaculizando así los planes de Dios.  Una persona abierta a la vida es ante todo una persona abierta a Dios y por ende está más cerca de su Sagrado Corazón.


Los hijos que nacen dentro del matrimonio tienen una bendición y protección especial de Dios.  Hay que tener a los hijos de manera responsable; todo hijo tiene derecho a tener padre y madre y a ser concebido de forma natural dentro del matrimonio.


Las personas que ayudan a la Iglesia tienen la gratitud de Dios y serán cercanas a su corazón, porque Dios tiene un plan de salvación para la humanidad entera y aquellos que le ayuden con su proyecto ganarán su favor.  Por el contrario los que pretenden acabar con la Iglesia, debilitarla o calumniarla, están lejos de Dios y sus planes fracasarán y se voltearán en su contra.


Ayuda a tu prójimo como si estuvieras en deuda con él, porque Dios te ha hecho llegar su bendición a través de otras personas y ahora que tú puedes, te toca corresponder y dejar que Dios te utilice como instrumento para hacer llegar su ayuda.  La gratitud es lo que debes de sentir, gratitud por el privilegio de poder ayudar.


Aprende a amar a los extraños y a los enemigos y ten paciencia con las personas aún que tengas que esperar tres generaciones para que se acerquen a misa y te den la paz. Dios quiere la unión de la humanidad en torno a su corazón, así que frena tus críticas y busca algo positivo que decir y que hacer para contribuir con el ecumenismo que Dios desea.


Pidamos a la Santísima Virgen María que nos ayude a confiar en Dios y a ser valientes como ella que se expuso a morir apedreada y aún así aceptó ser la Madre de Dios.  ¿Acaso no te sientes en deuda con ella?


Dios te bendiga.


[1] Deut, 23,   2 - 9

lunes, 22 de noviembre de 2010

#52: Estar atento a las oportunidades de servir


Hace varios años hice un viaje por carretera para llevar a un sacerdote a Torreón, Coahuila. El padre iba rezando y yo conduciendo, así que pasamos la mayor parte del viaje en silencio porque además íbamos con alguna prisa por llegar a tiempo a un reunión antes del medio día.  Como a medio camino entre Monterrey y Torreón vimos un accidente en la carretera entre dos vehículos. El padre me dijo que me detuviera, me orillé y él se bajó a preguntar si se requería de su ayuda, aprendió que no y después se volvió a subir al auto.  Una vez que se hubo subido de nuevo al carro arranqué y en el camino el padre me explicó que era importante saber si alguna de las personas que tuvo el accidente requería la confesión y la unción de los enfermos.  Me recordó que muchos cristianos somos devotos del Sagrado Corazón de Jesús y hemos cumplido con asistir durante nueve meses seguidos a la misa de primer viernes de mes.  Los que hemos cumplido con esta especial novena tenemos la promesa de no morir en pecado mortal sin el auxilio de los sacramentos.

En el capítulo veintidós del libro del Deuteronomio encontramos una serie de prescripciones, la primera de las cuales tiene que ver con la actitud de servicio.  Esta actitud se refiere a la disposición o la especial atención que conviene tener para aprender cómo podemos servir al prójimo.  A continuación incluyo los primeros cuatro versículos del capítulo.

Prescripciones diversas
1 Si ves extraviados al buey o a la oveja de tu hermano, no te despreocupes de ellos y vé a devolvérselos cuanto antes.
2 Si ese hermano no es tu vecino o no sabes quién es, encierra al animal en tu casa y cuídalo hasta que él lo venga a reclamar. Entonces se lo devolverás.
3 Lo mismo harás con su asno, con su ropa y con cualquier otro objeto que pierdas tu hermano y que tú encuentres: no podrás despreocuparte de ellos
4 Si ves caídos en el camino al asno o al buey de tu hermano, no te despreocupes de ellos y ayúdalo a levantarlos.

En el camino a la felicidad tenemos muchas oportunidades de detenernos a servir.  La caridad cristiana, la solidaridad y la subsidiaridad todas ellas nos exigen poner nuestros talentos al servicio de los demás.  Si vemos alguien que necesita ayuda y podemos ayudarlo, debemos ayudarlo.  

El que da recibe más porque dando agradamos a Dios y Él sabe corresponder a nuestra generosidad con creces.  Dios tiene para nosotros una recompensa desproporcionadamente mayor que lo que vale nuestro tiempo o la ayuda material que hayamos dado.  Dice Jesucristo que así sea que demos un vaso de agua se tomará en cuenta.[2]

Pidamos a la Santísima Virgen María, consuelo de los afligidos, que aprendamos también nosotros a estar atentos a las oportunidades de servir al prójimo por amor a Jesucristo.



[1] Deut, 22,   1-4
[2] Mc, 10, 42

domingo, 21 de noviembre de 2010

#51: Sangre inocente y de la otra.

La violencia en México ha escalado en los últimos años a niveles que mi generación y la de mis padres no habían conocido.  Igualmente están en aumento otros indicadores como:

  • homicidios per cápita,
  • secuestros, 
  • extorsiones, 
  • robos de vehículos, 
  • víctimas inocentes y
  • desempleo.  

Todo esto pinta un panorama complicado.

Ante esta realidad vemos diferentes acciones y actitudes por los partes involucradas.  El ejército está cazando a las bandas del crimen organizado.  Los grupos paramilitares se están adueñando de algunas carreteras y cobran peaje a los ciudadanos que quieran pasar.  Los narcotraficantes están atacando a grupos rivales y al ejército.  Las bandas de ladrones comunes aprovechan las prioridades de la autoridad para trabajar impunes.  Los cuerpos policíacos están desunidos por la desconfianza que hay entre unos y otros y de todos con la sociedad civil.  Los traficantes de armas venden a México cada vez más armamento y de más poder para acabar con la vida.  Los empresarios huyen a otros países en donde sus familias pueden estar seguras.  Los desempleados encuentran trabajo en las organizaciones criminales. La Iglesia pide por la paz en todas las misas y por la conversión de los grupos que han sembrado la violencia en nuestro país.

¿Cómo vamos a erradicar la violencia y la injusticia que genera como consecuencia?  La Sagrada Escritura nos da la pauta: tenemos que volver a Dios como sociedad para erradicar de nuestra tierra estos males.  El capítulo 19 del libro del Deuteronomio está dedicado a enseñar criterios de justicia a los jueces y a los gobernantes en materia de homicidio involuntario y voluntario, respeto a la propiedad privada y toca también el tema del perjurio.

A continuación incluyo el pasaje que toca el tema del homicidio.

Las ciudades de refugio y el derecho de asilo
1 cuando el Señor, tu Dios, haya extirpado a las naciones cuyo territorio te entrega, y cuando tú las hayas desposeido y vivas en sus ciudades y en sus casas,
2 deberás poner aparte tres ciudades en medio del territorio que el Señor, tu Dios. te dará en posesión.
3 Medirás convenientemente las distancias y dividirás en tres partes el país que el Señor, tu Dios te dará como herencia, para que allí pueda refugiarse el que haya cometido un homicidio.
4 Pero sólo en el caso siguiente: el homicida podrá salvarse huyendo a una de esas ciudades si mató a su prójimo involuntariamente, sin haberlo odiado antes.
5 Por ejemplo, si un hombre va a cortar leña al bosque en compañía de otro, y al empuñar el hacha para cortar un árbol, el hierro se suelta del mango y golpea a su acompañante, provocándole la muerte, el homicida irá a refugiarse en una de esas ciudades y así pondrá a salvo su vida.
6 Es preciso evitar que el vengador del homicidio persiga lleno de furor al homicida, lo alcance –ya que el camino es muy largo– y le quite la vida, siendo así que no es reo de muerte, porque nunca fue enemigo de su víctima.
7 Por eso te ordeno que pongas aparte esas tres ciudades.
8 Si el Señor, tu Dios, extiende tus fronteras como lo juró a tus padres, y te da toda la tierra que les prometió
9 –siempre que te empeñes en cumplir integramente el mandamiento que hoy te prescribo de amar al Señor, tu Dios, y seguir sus caminos– entonces, a esas tres ciudades les añadirás otras tres.
10 Así no se derramará sangre inocente en medio del país que el Señor, tu Dios, te da como herencia, y tú no te harás culpable de un derramamiento de sangre.
11 Pero si alguien, impulsado por el odio, tiende a su prójimo una emboscada, y arrojándose sobre él, lo hiere mortalmente, y luego va a refugiarse en una de esas ciudades,
12 los ancianos de su ciudad lo harán apresar y lo pondrán en manos del vengador del homicidio, para que muera.
13 No le tendrás compasión, sino que harás desaparecer de Israel todo derramamiento de sangre inocente. Así serás feliz.[1]

El homicidio no está en el corazón de Dios, pero el hombre que alberga al odio en su corazón está en peligro de convertirse en homicida.  Dios ama a todos sus hijos y no quiere víctimas inocentes.  Por eso es importante que aprendamos a perdonar y a tener compasión, las personas merecen un juicio justo, un tiempo adecuado para investigar si el acusado es culpable o inocente.

La muerte de un inocente no sólo afecta a una persona sino que afecta a toda la sociedad.  La violencia resta al indicador general de felicidad de la sociedad.  Una sociedad feliz debe de tener estructuras de justicia que tengan su fundamento en la visión cristiana del hombre.

La tierra que Dios te ha dado en lo individual para que seas feliz es tu espíritu.  Dios quiere vivir en tu corazón, quiere que tu seas templo del Espíritu Santo.  Para que puedas ser feliz debes de erradicar sin compasión el odio y la ira de tu corazón.  No hay cabida para el pecado en tu vida si realmente quieres ser feliz.

Pidámosle a la Santísima Virgen María que nos ayude a integrarnos como sociedad y que así como ella formó la primera comunidad de cristianos, así nosotros formemos una verdadera comunidad que sepa erradicar la violencia.

Dios te bendiga.

sábado, 20 de noviembre de 2010

#50: ¿Cómo quiere Dios que vivamos en sociedad?


Las leyes bajo las que vivimos se han apartado de las leyes de Dios.  Las leyes de Dios pretenden felicidad y larga vida para la persona humana y su familia.  En contraposición las leyes mexicanas permiten el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual, la venta de anticonceptivos, la publicación de pornografía, la fecundación asistida y la investigación con embriones humanos.  Algunas leyes tienen aplicación nacional y otras sólo están vigentes en algunos estados.

Las leyes mexicanas establecen que la educación debe de ser laica, desvinculada de la educación religiosa y los valores morales que tienen su fundamento en la fe.  Tal parece que los legisladores han querido crear un país sin Dios, o un país rebelde a Dios.

Las consecuencias ya las estamos sufriendo todos:
  • Desintegración familiar
  • Desintegración social
  • Inseguridad
  • Pobreza
  • Muerte.

Los adultos hemos creado un mundo progresista y moderno.  Como nos sentimos autosuficientes, hemos hecho a un lado a Dios y ahora tenemos un país sometido a los intereses económicos de países y corporaciones nacionales y extranjeras.  Un país sometido a las agendas feministas.  Un país sometido a las agendas de las Naciones Unidas y el Banco Mundial.

Ojalá que las organizaciones internacionales quisieran darle forma al mundo según los planes de Dios, pero lo que he visto hasta ahora me da indicación de lo contrario.  Los países se transforman para crear mercados cada vez más grandes para las farmacéuticas, los fabricantes de armamentos y otras empresas que se benefician de la desintegración del ser humano y la sociedad.

En la Sagrada Escritura podemos encontrar un pasaje en el que Dios ha querido dar recomendaciones a los reyes. Te invito a leer este pasaje y comparar por ti mismo si el mundo actual se parece a lo que Dios ha pensado para nosotros.

Los reyes
14 Cuando entres en el país que el Señor, tu Dios, te dará, cuando lo tomes en posesión y vivas en él, si alguna vez dices: «Voy a poner un rey para que me gobierne, como todas las naciones que están a mi alrededor»,
15 pondrás un rey elegido por el Señor, tu Dios, que pertenezca a tu mismo pueblo. No podrás someterte a la autoridad de un extranjero, de alguien que no pertenezca a tu pueblo.
16 El rey no deberá tener muchos caballos ni hacer que el pueblo regrese a Egipto, con el pretexto de aumentar su caballería; porque el Señor, tu Dios, ha dicho: «No regresen nunca más por ese camino».
17 Tampoco tendrá muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe, ni acumulará oro y plata en cantidad excesiva.
18 Cuando tome posesión del trono real, hará escribir en un libro, para su uso personal, una copia de esta Ley, conforme al texto que conservan los sacerdotes levitas.
19 La tendrá a su lado y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor, su Dios, observando todas las palabras de esta Ley y poniendo en práctica estos preceptos.
20 De esa manera, no se sentirá superior a sus hermanos, y no se apartará de estos mandamientos, ni a la derecha ni a la izquierda. Así prolongarán los días de su reinado, él y sus hijos, en medio de Israel.[1]


Reflexionemos a partir de este pasaje lo que Dios tiene pensado para nuestros gobernantes.

  1. Un gobernante elegido por Dios.  El pueblo nunca tiene información suficiente para elegir al candidato adecuado y para cuando lo conoce ya es demasiado tarde.
  2. Un país que no se obsesione con el poder militar y con la guerra.  Dios quiere que vivamos en paz.
  3. Un gobernante sometido a los mandamientos de la ley de Dios igual que cualquier cristiano, fiel a su esposa y honesto.  No suena mal.
  4. Un gobernante que lee todos los días la Biblia y que medite cómo transformar al país para que la sociedad sea un reflejo del plan de Dios para el ser humano.  Yo quiero vivir en un país así.
  5. La integración social de la clase política con el resto de la sociedad.
  6. Estabilidad en el poder político que permita el crecimiento ordenado y el desarrollo de la sociedad

La mayoría no somos gobernantes pero sí tenemos algo de autoridad, por lo menos autoridad sobre nuestra persona.  Hay que comenzar cada uno desde su ámbito de influencia a conducir su propia vida como Dios quiere.  Regresar a Egipto no es opción.  Egipto en este pasaje representa la esclavitud y la vida regida por ídolos, falsos dioses y gobernantes extranjeros.

Pidamos a la Santísima Virgen de Guadalupe, la cual fundó este país, que sepamos valorar la fe que hemos recibido y que permita a nuestros gobernantes transformar a México en un país realmente cristiano.

Dios te bendiga.

[1] Deut, 17,  14-20