martes, 13 de mayo de 2014

#203 Integridad, como la de Jesucristo

En esta reflexión me encuentro con el Salmo 26.  Este salmo es una oración de petición dirigida a Dios, que sólo puede ser exclamada por Jesucristo.  Ningún otro santo la puede rezar sin temeridad.

¿Entonces que uso podemos dar a este salmo?

Te propongo que a partir de este salmo descubramos aspectos de la persona de Jesucristo, para conocerle más y amarle más.

A continuación demos lectura al salmo pidiendo antes la ayuda del Espíritu Santo.

SALMO 26
1 De David.
Júzgame, Señor,
porque he procedido con integridad.
Yo he confiado en el Señor,
sin desviarme jamás.
2 Examíname, Señor, y pruébame,
sondea hasta lo más íntimo de mi ser;
3 porque tu amor está siempre ante mis ojos,
y yo camino en tu verdad.
4 No me reúno con la gente falsa
ni me doy con los hipócritas;
5 odio la compañía de los malhechores
y no me uno a los malvados.
6 Por eso lavo mis manos en señal de inocencia
y doy vueltas alrededor de tu altar,
7 proclamando tu alabanza en alta voz
y narrando tus maravillas.
8 Yo amo la Casa donde habitas,
el lugar donde reside tu gloria.
9 No me incluyas entre los pecadores
ni entre los hombres sanguinarios:
10 ellos tienen las manos llenas de infamia,
y su derecha está repleta de sobornos.
11 Yo, en cambio, procedo íntegramente:
líbrame y concédeme tu gracia.
12 Mis pies están firmes sobre el camino llano,
y en la asamblea bendeciré al Señor.

Puntos de reflexión

1. Jesucristo, hombre íntegro.

La integridad es una virtud que practican los que desean los tesoros espirituales y se mantienen apegados a sus principios morales, aunque esto les implique dejar pasar: poder, placer y dinero.

El hombre íntegro pone su confianza en Dios y sólo teme perder su amistad con Él.  

El hombre íntegro muere al pecado y abraza la vida.

2. Jesucristo, hombre contemplativo.

Sube a visitar al Santísimo y acompáñale.

Contempla en silencio los eventos de tu vida y descubre la mano de Dios en tu vida.

Agradece tantas bendiciones y tanta misericordia.

Observa como el camino que debes de recorrer se aclara y las dudas desvanecen. Olvida lo que dejas atrás y empuja el arado para preparar la tierra para que reciba la acción de Dios.

Enuncia tu nueva meta en clave del Reino de Cristo. 

Ejemplos de metas: 
  • acumular tesoros espirituales; 
  • aprovechar el día para servir a Dios y al prójimo; 
  • caminar con la cruz al hombro y sin desviación del camino de Cristo.


3. Jesucristo, sacerdote.

La santa misa es una sesión de práctica para lo que será nuestra vida en la eternidad.  

Acerquémonos pues, ya desde ahora, a la parroquia para participar en la vida parroquial.  

Seamos iglesia en gerundio: saludando, celebrando, participando, orando, alabando, cantando, ayudando y recibiendo la gracia de Dios.

Petición final.

Te pedimos Madre Santísima, Virgen de Fátima, que nos enseñes a ser hombres y mujeres íntegros, auténticos seguidores de Cristo tu Hijo y Señor Nuestro, a fin de que iluminados por el amor y la gracia, caminemos con alegría cada día de nuestra vida terrenal, en espera de la morada eterna. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén.