Dios omnipresente está en todas partes.
¿Cómo es entonces que no lo puedes ver?
No lo puedes ver porque Dios es espíritu increado, no es luz, energía ni materia alguna.
El ojo humano es un órgano que capta rayos de luz y los convierte en señales eléctricas que viajan por el nervio óptico hacia el cerebro, por lo tanto debemos utilizar algo más que los ojos para descubrir la presencia de Dios.
Dios está presente de manera especial en:
- la Eucaristía,
- la Biblia,
- el confesor,
- el celebrante,
- en cada uno de los fieles y
- en medio de las personas que se unen en oración.
Puedes descubrir a Dios:
- Contemplando las maravillas del universo y la belleza de un alma bondadosa y pura.
- En la ayuda que recibes y en las penas que dan mejor forma a tu espíritu.
- En las vidas de los santos y en la providencia y bendición que tú has aprovechado.
Varios miles de personas tuvieron la suerte de ver con sus propios ojos a Dios encarnado, al comienzo de la era cristiana. Desde entonces la historia se dividió en dos, antes y después de Cristo. Ahora tenemos que esperar para verlo, pero podemos gozar de su presencia todos los días.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la venida del Mesías. La cita es Isaías 30, 19-26. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.
Puntos de reflexión.
1. Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos.
Isaías profetiza la encarnación de Dios. Dios se hizo hombre y enseñó en el templo, y en todos los lugares y ocasiones en las que la multitud se reunía a escucharle. Si sientes angustia o aflicción no pierdas la esperanza, porque tu alma está preparándose para descubrir la presencia de Dios. Estas viviendo tu huerto de los olivos: dobla la rodilla y ponte a rezar, comparte tus sufrimientos con Dios y entrégate a su santa voluntad. (Ver Mt 26,39) Dios no tardará en ayudarte.
2. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: «Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda».
Cristo cumple la profecía de Isaías cuando dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida..."(Jn, 14,6) Él es el camino y viene a convocar a todos a seguirlo, sobre todo a los que se han desviado del camino, a todos los pecadores. Cristo nos invita a seguirlo. Ya no tenemos a Cristo encarnado con nosotros, porque como El mismo nos enseñó, convenía que así fuera para que viniera el Espíritu Santo a morar en cada uno de nosotros. (Jn, 16,7) El Espíritu Santo es el mejor maestro.
3. Tendrás por impuros a tus ídolos recubiertos de plata y a tus estatuas enchapadas en oro; los arrojarás como inmundicia, y les dirás: «¡Fuera de aquí!». El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso. Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla. En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa –como la luz de siete días– el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió.
Dios sabe lo que necesitamos y escucha nuestras oraciones. Dios también tiene peticiones. El quiere que sigamos a Cristo y que seamos fieles. A cambio nos ofrece: un trabajo próspero, lluvia, seguridad y salud. ¿Acaso no son estas algunas de las peticiones más comúnes que escuchamos en misa? Dios ya desde siempre sabe lo que anhelamos y necesitamos. En mi experiencia personal, Dios cumple más pronto con mis anhelos profundos que con mis oraciones, pues la mayoría de las veces no me atrevo a pedir lo que anhelo o no me conozco suficientemente bien, pero Dios sí me conoce y sabe hacerse presente.
Pidamos a María Santísima, Reina de la Creación, que nos enseñe a descubrir a Dios adentro de nosotros mismos y presente en el prójimo a fin de que nos respetemos, nos amemos y cuidemos unos de otros como Cristo nos enseñó. Amén.
gracias era lo que buscaba
ResponderEliminarmuy bonito¡ :)
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