#104: ¿Cómo se comporta un hombre de Dios?

Papa Benedicto XVI

Un hombre de Dios es un profeta. Un profeta es el que habla de Cristo.  Antes de la venida de Cristo, los profetas hablaban de cosas que sucederían en el futuro.  Ahora que ya vino Cristo, los profetas hablan de cosas que ya sucedieron.


Hablar de Cristo es importante porque nuestra felicidad depende del grado de unión que tengamos con Dios.  Cristo es Dios.  ¿Cómo vamos a estar unidos al que no conocemos? ¿Cómo vamos a ser felices si no estamos unidos a Él?


Si quieres ser feliz es importante que leas y que escuches a los hombres de Dios, empezando por el Papa.  El Papa es el representante de Cristo en la Tierra: su palabra anuncia las hazañas de Cristo a las nuevas generaciones, y sus enseñanzas nos ayudan a conocer mejor los deseos de su Sagrado Corazón.


Por haber recibido el Bautismo todos los bautizados estamos llamados a ser profetas. El Bautismo nos da la facultad de creer, escuchar y vivir en unión con Dios. Habla Señor que tu servidor escucha. (1Sam,3,9 )

Adorando el becerro dorado en Betel

La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra la reprobación del altar de Betel. La cita es 1 Reyes 13, 1-10. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante. 


Puntos de reflexión. 
1. Un hombre de Dios vino de Judá a Betel, por orden del Señor, mientras Jeroboam estaba de pie junto al altar para quemar incienso.  


Un hombre de Dios obedece y viaja para llevar el mensaje del Señor a los que necesitan escucharlo. El rey Jeroboam había sido elegido por Dios, pero ahora estaba perdiendo su alma, adorando a falsos dioses y nombrando sacerdotes ilegítimos.  El daño social justificaba una acción urgente y determinante; había que señalarle al rey sus errores. 


2. El hombre de Dios aplacó el rostro del Señor, y el rey pudo doblar el brazo como antes.  


Un hombre de Dios sabe que su mensaje principal es el amor y la bondad, por lo tanto debe: ayudar, interceder, orar y hacer el bien, aún a los que lo amenacen. Profetizar sin amor informa, pero no evangeliza.

3. Aunque me des la mitad de tu casa, no iré contigo. 


El hombre de Dios no se deja corromper y no cambia su mensaje para complacer a los poderosos.  La integridad del mensaje cristiano es de más valor y trascendencia que todo el tesoro y el poder de la Tierra.  El rey Jeroboam no se ha convertido y busca influir en el profeta para que vea las cosas desde su punto de vista. Para permanecer en el camino al cielo es necesario conservar la integridad del depósito de la fe, de generación en generación.

Pidamos a María Santísima, Reina de los profetas, que nos enseñe a predicar con oportunidad y bondad, para que nuestras palabras derritan el corazón de los que nos leen y escuchen, a fin de que su Hijo Jesucristo sea amado por todos.


Gracias por hacer esta reflexión conmigo. Te aprecio y te amo en Jesucristo. Tú eres el motivo de mi blog. 


Te agradecería si dejas tus comentarios o compartes esta reflexión con alguien que tú aprecies. Dios te bendiga.