jueves, 26 de mayo de 2011

#119: Tres cualidades de mi madre.

Mi madre es así: antes de que algo se rompa lo compone, y si se le escapa lo deja ir, a todos trata como un invitado especial, siempre con una sonrisa y con Dios en la boca.


En casa de mi madre siempre hay espacio para Dios.  Ella lo mete en todas las reuniones familiares y sociales y en sus conversaciones telefónicas. "Bendito sea Dios. Bendito sea." son palabras que ella repite con frecuencia.


Las niñas de sus ojos todavía reflejan su alma de niña pues su fe ha mantenido jóvenes su alma y su corazón. Bendita seas madre, bendita seas.


Eliseo y el hijo de la sunamita.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra la resurrección del hijo de la mujer sunamita. La cita es 2 Reyes 4, 8-37. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. El lo tomó y se lo llevó a su madre. El niño estuvo en la falda de su madre hasta el mediodía y luego murió.


La dicha de ver a los hijos crecer y la impotencia que sentimos cuando enferman son sentimientos que experimentan toda madre y todo padre. Enterrar a un hijo... esas son palabras mayores, ¡que dolor tan grande! Y qué me dices de María de Nazaret, su hijo es Dios y los hombres lo crucificaron, no puedo imaginar la frustración y la santa sumisión al plan de Dios que ella experimentó.


En este pasaje de la Biblia la mujer sunamita acompañó a su hijo único en su enfermedad, haciendo todo lo que estaba a su alcance para darle amor y calor, y confortarlo.  No se detuvo ante la muerte de su hijo, sino que por su fe fue a buscar la ayuda de Dios.  Tú también busca para tus hijos la ayuda divina pero no te esperes a que mueran, ya desde hoy empieza.


2. Pero la madre replicó: «Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré». Entonces Eliseo se levantó y fue detrás de ella.


La mujer de Sunam era fiel a Dios y por su fe no desistió de su propósito de sanar a su hijo.  Dios le había dado a su hijo a pesar de la ancianidad de su marido y esa experiencia marcó su vida.  Eliseo fue un profeta de Dios que siempre disfrutó de la generosidad y la hospitalidad de la familia de la mujer sunamita.  En reciprocidad, el profeta hizo el viaje con la mujer y sus ayudantes, hasta donde estaba el cadáver de su hijo, y por medio de la oración a Dios lo resucitó.  Dios es fiel a sus promesas, tú mantente fiel a Dios y gozarás de su protección y ayuda.


3. Ella entró y cayó a los pies de Eliseo con el rostro en tierra. Después levantó a su hijo y salió.


Al ver a su hijo vivo y sano la mujer sunamita hizo un acto de humildad y gratitud.  ¿Cómo pagas por un hijo resucitado?  No tenemos manera de pagarle a Dios tantas bendiciones que nos da.  Lo mejor que podemos hacer es vivir con esa humildad y gratitud y corresponder con amor al prójimo.  Estamos en deuda con Dios pero Dios lo tiene todo, ¿qué pudiéramos darle que Él no tenga ya? Mejor ayudemos a sus hijos (recuerda que tu prójimo es hijo de Dios) esa es la mejor manera de corresponderle.


Pidamos a María Santísima, Madre de la Iglesia, que nos enseñe a valorar la maternidad como don de Dios. ¡Bendita sean las madres, bendita sean!, y que sus hijos crezcamos sanos y llenos de fe. Amén.

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