domingo, 31 de octubre de 2010

#30: La patria de nuestra alma.

Cuando estás de vacaciones con tu familia en un sitio turístico conocido, comúnmente existe la oportunidad de participar en excursiones de un día en grupo junto con otros turistas.  Hay excursiones para visitar playas remotas, sitios históricos, ruinas de antiguas civilizaciones, sitios de interés comercial, talleres artesanales y también para visitar museos.

A estas excursiones se les llama tours.  Los tours normalmente son para grupos de máximo cuarenta personas y viajan en autobús o en barco al lugar de interés. La duración típica de un tour es de un día y al finalizar el grupo se regresa al hotel localizado en le destino principal del viaje.  Así por ejemplo, si viajas a Cancún, puedes tomar un tour a Tulum y ver unas ruinas a lado del mar, o puedes tomar un tour a Xel-ha y nadar con peces exóticos y delfines.  Al finalizar el día el autobús te lleva de regreso a Cancún para cenar, descansar y estar listo al día siguiente para una nueva aventura o simplemente descansar en el hotel.

El grupo cuenta con un guía que puede comunicarse en el mismo idioma y puede traducir las solicitudes de los turistas a los lugareños.  Este guía además de conocer bien la ruta, hace más ameno el traslado en autobús, porque va platicando con el grupo y compartiendo información interesante de la historia de los lugares a visitar y de la cultura local.  Una vez que el grupo llega al sitio de interés, el guía acompaña al grupo y cuida que todos suban y bajen del autobús y que nadie se quede atrás.

En varias ocasiones me ha pasado que yo prefiero quedarme en el hotel y no ir al tour, igual que otras personas del grupo.  Lo que sucede a veces es que después de varios días de viaje y de sucesivos tours llega un momento en que pierdes el entusiasmo de conocer otro castillo vacío o de conocer otro templo, otra playa etc.  Entonces mientras el grupo pasa el día en el tour tú quedas libre de caminar, conocer o descansar cerca del hotel en el lugar que te plazca sin estar sujeto a agendas ni comidas decididas por otros.

A propósito de viajes, tours y guías, en el libro de Números encontramos un pasaje en donde Moisés está tratando de convencer a Jobab de que les sirva de guía en esa región del desierto por la que están cruzando.  La Sagrada Escritura tiene el siguiente texto:


La invitación de Moisés a Jobab
Moisés dijo a Jobab, que era hijo de su suegro Reuel, el madianita: «Nosotros vamos a emprender la marcha hacia el lugar que el Señor prometió darnos. Ven con nosotros, y seremos generosos contigo, porque el Señor prometió ser generoso con Israel». El replicó: «No iré con ustedes, sino que regresaré a mi país natal». «Por favor, no nos abandones, le insistió Moisés; tú sabes muy bien en qué lugar del desierto podemos acampar, y por eso nos servirás de guía. Si vienes con nosotros, te haremos participar de los bienes que el Señor nos conceda».[1]

Aunque en este pasaje de la Biblia no queda claro si Jobab aceptó o no, si investigamos un poco el libro de Jueces aprendemos que Jobab junto con todo su clan decidió acompañar a Moisés y que se establecieron en la tierra prometida junto con el clan de Judá. [2]  Entonces Jobab sí acepto la invitación, porque la promesa de los bienes que Dios le iba a conceder por acompañar a Moisés le pareció de suficiente beneficio como para soportar todos los esfuerzos, sacrificios, problemas y sufrimientos que pudieran presentarse en el camino.

Ya con Jobab y su gente viajando con Moisés como guía de aquellos lugares pudo continuar la nación de Israel su travesía por el desierto, dejando atrás la montaña en donde habían recibido de Dios las tablas de la ley.  Un lugar de gratos recuerdos por que Dios se manifestó y a la vez de tristeza porque el pueblo luchó a muerte unos con otros a raíz del asunto del becerro de oro.  Todos los que estaban a favor del becerro de oro perecieron.

El libro de Números continúa con estas palabras:

La partida
Ellos partieron de la montaña del Señor y recorrieron un camino de tres días. Durante todos ese tiempo, el Arca de la Alianza del Señor avanzó al frente de ellos, para buscarles un lugar donde hacer un alto. Desde que dejaron el campamento, la nube del Señor estaba sobre ellos durante el día.
Cuando el Arca se ponía en movimiento, Moisés exclamaba: ¡Levántate, Señor! ¡Que tus enemigos se dispersen y tus adversarios huyan delante de ti! Y cuando se detenía, exclamaba: ¡Descansa, Señor, entre los diez mil millares de Israel!

En el libro de Éxodo se describe la emigración de Egipto como un hecho masivo y a la vez desordenado.  En el libro de Números toda esa muchedumbre va ordenándose poco a poco, se hacen censos, se organizan por clanes, van adquiriendo nuevas costumbres en torno a Dios.  No tienen tierra, no tiene bandera, no tienen himno, no tienen riqueza, ni siquiera tienen suficientes armas para defenderse.  Lo único que tienen es a Dios y eso les basta para sobrevivir.

El Arca de la Alianza es prefigura del verdadero Emmanuel que significa "Dios con nosotros" y es prefigura de la presencia real de Dios en la Eucaristía.  Nosotros en nuestros días ya no tenemos el Arca de la Alianza, pero tenemos algo mejor, podemos visitar a Jesucristo presente en la Eucaristía en muchas capillas en las que alrededor del mundo lo podemos contemplar expuesto en una hermosa custodia de oro.

En resumen, creo que en estas líneas hay por lo menos dos enseñanzas.  La primera es que si ya hemos experimentado personalmente a Dios en nuestra vida conviene que al igual que Moisés nosotros también invitemos a otras personas a que se acerquen a Dios y que compartan con nosotros los mismos bienes infinitamente abundantes que Nuestro Señor tiene para todos.  La segunda es que la mejor manera de caminar hacia la felicidad es organizando nuestros días en torno a Dios.  Dios debe de ser el centro de nuestra vida, la Patria de nuestra alma.


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