sábado, 30 de octubre de 2010

#29: Alejado de tu cónyuge

Los hombres que viajan mucho por trabajo pasan necesariamente días, semanas y a veces hasta meses separados de su esposa.  En la antigüedad los marineros y los exploradores que viajaban en barco podían pasar varios años sin regresar a sus hogares.  Muchos al regresar aprovechaban para casarse y tan sólo una o dos semanas después tenía que volver al barco y dejar a sus nuevas esposas solas durante dos o tres años.  Estos hombres no podían estar presentes para recibir a sus hijos recién nacidos, sino que los conocían ya crecidos al volver y así sólo por un breve tiempo antes de regresar al mar.


En la actualidad se está acostumbrando cada vez más que la familia vive en una ciudad y el padre de la familia trabaja en otra ciudad o en otro país inclusive.  Aún y cuando el teléfono y el Internet facilitan la comunicación, la ausencia física de los otros se siente.  Las cámaras de vídeo permiten ver al que está lejos en tiempo real pero no sentirlo, ni abrazarlo.  Esto ya es de lo más cotidiano en estas épocas.


Algo muy importante en el camino a la felicidad es mantener el compromiso matrimonial a pesar de la distancia.  Regresar a tu casa y poder ver a tu pareja a los ojos sin remordimiento, en paz y con la tranquilidad que tiene el que sabe ser fiel.  La fidelidad es la mejor forma de agradecer al otro todos los sacrificios que ha tenido que soportar por el bien de la familia.


Dios da mucha importancia a la fidelidad.  En el libro de Números el Señor indica a Moisés cómo se debía en aquellos tiempos de la Antigua Alianza de llevar a cabo el rito de probar la infidelidad de la mujer. A continuación un extracto: Cuando una mujer se aparta del camino y es infiel a su esposo, teniendo relaciones con otro hombre, y su marido no llega a enterarse, porque ella se deshonró ocultamente, y no hay testigos ni fue sorprendida en el acto; si el hombre tiene un arrebato de celos y siente celos de su mujer, que realmente se ha deshonrado; o bien, si un hombre siente celos de mujer, a pesar de que ella es inocente: en esos casos, el hombre presentará su mujer al sacerdote y entregará como ofrenda por ella la décima parte de una medida de harina de cebada. Pero no derramará aceite sobre esa ofrenda ni le añadirá incienso, porque se trata de una oblación motivada por los celos, de una oblación conmemorativa, que debe recordar un delito. [1]


En estos versículos hay varios elementos para reflexionar.  Primero se menciona a la mujer en vez de al hombre, y es que la fidelidad es deber de ambos.  La Biblia describe a la infidelidad como un apartarse del camino, como una deshonra, un acto oculto, un acto con consecuencias en cuanto puede quitar la paz a tu pareja y provocar celos y al final se describe como un delito contra el matrimonio.


Si continúas leyendo aprenderás lo que Dios tiene preparado en consecuencia de la infidelidad: amargura y esterilidad. Algo mucho más grave que "una canita al aire".  La primera una condición psicológica y la segunda una fisiológica.  Y es que el pecado no es algo que me confieso y ya no tiene consecuencia.  El pecado modifica tu cuerpo y tu mente de manera tal que no te permite ser plenamente feliz.  Piensa por ejemplo en las enfermedades transmitidas por contacto sexual con personas fuera del matrimonio.


Cabe hacer mención aquí también la actitud que Dios recomienda para el cónyuge agraviado, que en este caso es el marido.  Lo primero que debe de hacer es tomar a su esposa y llevarla a ver al sacerdote.  Es lo mismo para cualquier pecado mortal, siempre buscar pronto la reconciliación con Dios, no vaya a ser que pasen lo años y perdamos de vista el camino a la felicidad.

[1] Num 5, 12-31

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