viernes, 8 de octubre de 2010

#7: La muerte de los seres queridos es parte del camino

O
tro elemento presente en los viajes es el desprendimiento.  Puede suceder que tengamos que dejar cosas que se vuelven demasiado pesadas o imprácticas como para seguirlas cargando, pero también sucede que sin preverlo podemos perder un ser querido, por accidente, extravío u enfermedad.  Los viajeros tenemos que estar listos para desprendernos de cualquier criatura en el sentido amplio de la palabra, que no forme parte del camino a la felicidad.  Incluso criaturas que fueron muy queridas y valiosas, criaturas que amamos, pueden requerir que nos desprendamos de ellas para poder seguir caminando. 

El camino por donde Dios nos lleva en su infinita sabiduría puede un día pasar por un lugar de dolor y muerte y otro día el mismo lugar ser ocasión de alegría y vida nueva.  Así por ejemplo nos encontramos en el capítulo 35 del libro de Génesis que Raquel la esposa amada de Israel (antes Jacob), mientras viajaba de Betel a Efratá (que conocemos como Belén) dio a luz a Benjamín y después del parto murió y fue sepultada en el camino a Belén, mismo camino que siglos más tarde recorrieran José y María para que naciera el Niño Jesús.

Jacob ganó un hijo más, pero tuvo que dejar a Raquel y seguir su camino.  El camino a la felicidad no termina con la muerte de la persona humana que más amas.  La muerte es sólo una separación temporal.  El camino a la felicidad termina en la plenitud de la felicidad como veremos más adelante.  Por lo tanto, no hay obstáculo infranqueable, no hay justificación para abandonar el camino, no hay posibilidad de quedarse sólo con un poquito de felicidad. El camino a la felicidad es una empresa donde está en juego todo o nada, sin posibilidades intermedias.

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