domingo, 24 de octubre de 2010

#23: Domicilios y otras direcciones

La casa de cada uno tiene una dirección.  Cuando nos preguntan cuál es nuestro domicilio lo que quieren saber es la dirección.  Esta dirección incluye generalmente el nombre de la calle, el número de la casa, la colonia, el municipio, el código postal, el estado y el país. 

El destino de cada viaje también tiene una dirección.  Si vamos a llegar por ejemplo a un hotel en una ciudad foránea, entonces debemos de antemano conocer el nombre del hotel y la dirección completa.  Con esta información podemos localizar el hotel o pedirle a un taxi que nos lleve.

Supongo que a todos nos ha pasado que nos piden direcciones.  ¿Cómo llego a tal dirección?  ¿Dónde está la ferretería más cercana?  ¿Hay alguna papelería cerca de aquí en donde pueda sacar unas copias? Etc.

Seguramente también nosotros hemos pedido a otros direcciones.  Si tenemos que pedir información para llegar a un sitio es mejor preguntar a una persona uniformada.  Puede ser policía, guardia, barrendero, empleado de una tienda o cualquier otra persona uniformada.  Las personas que se dedican a prestar servicios tienen mejor disposición para responder a éste tipo de preguntas.  En cambio si le preguntamos a cualquier transeúnte, lo más probable es que recibamos una respuesta vaga y apresurada.

El conserje es un empleado de hotel dedicado a dar direcciones. No sólo tiene a la mano las direcciones de los restaurantes, teatros, tiendas y sitios de interés, sino que puede proporcionar información útil adicional como tarifas, horarios, medios de transporte y una opinión personal acerca del lugar.  A veces incluso el huésped no sabe a dónde quiere ir y el conserje puede hacer algunas preguntas sencillas para seleccionar junto con el huésped el siguiente sitio a visitar.

El domicilio del destino final del camino a la felicidad es el cielo.  Eso ya lo sabemos pero a lo mejor no sabemos cómo llegar.  Sabemos que para llegar primero nos tenemos que morir, pero hay más, ¿qué tal si llegamos a la puerta del cielo y luego San Pedro no nos deja entrar?

Después de la emigración de los israelitas de Egipto hacia el desierto, fue necesario nombrar personas que pudieran atender al pueblo en asuntos prácticos.  A estas personas se les llamó jueces y fueron nombradas y organizadas por Moisés.  Cada juez recibía el cargo de jefe de un número específico de hombres, sin contar mujeres y niños.

En el capítulo 18 del libro del Éxodo, a partir del versículo 13, está relatado cómo fueron instituidos los jueces y viene allí descrito las funciones de estos jueces y las cualidades personales que debían de tener.

El hecho de nombrar estos jueces le permitió a Moisés delegar muchas funciones prácticas y  dedicarse de lleno a lo que su suegro le recomendó para que Moisés se mantuviera con Dios: les explicarás las normas y las instrucciones de Dios, les darás a conocer el camino que deben seguir y las obras que tienen que realizar.[1]

En el camino a la felicidad necesitamos pedir direcciones para confirmar que vamos en el camino correcto. El camino correcto es el que Dios pensó para nosotros desde que nos creó. Conviene que pidamos direcciones a una persona que tenga las cualidades de juez: un hombre íntegro que teme a Dios.[2] En la época actual estos jueces son los directores espirituales.  La dirección espiritual la puede dar un sacerdote o una persona consagrada a Dios.

En el camino a la felicidad otros nos van a pedir direcciones a nosotros.  Aunque no seas sacerdote ni consagrado, hay tanta falta de directores espirituales que las personas no siempre encuentran a la persona ideal para aconsejarles.  Entonces te preguntan a ti.

Si esto te sucede entonces has lo que hacía Moisés.  Explica a las personas que te preguntan lo que tú sepas de los mandamientos, la vida de oración, la vida sacramental, la fe y la moral.  Háblales de la vida de gracia y de las obras de misericordia, corporales y espirituales.  Si no sabes nada de estos temas, empieza ahora por aprender un poco más, de manera que cuando tus hijos o tu prójimo te pregunten estés más preparado.


[1] Ex, 18, 20
[2] Ver Ex, 18, 21

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