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l propósito de un viaje influye en la manera en cómo vamos por el camino. Por ejemplo, si vamos a la guerra, llevamos armas, compañeros que peleen con nosotros, y equipo especial para la guerra. No sólo el propósito de la guerra influye en el equipaje, sino también en nuestras actitudes, planes, lenguaje, y estrategias. La manera de relacionarnos con otros y los parámetros para medir el éxito del viaje, todo queda influido por el propósito de hacer la guerra. Si en el camino a la guerra nos encontramos con otros que también van a la guerra les pedimos que se nos unan, si son del bando contrario los atacamos, pero si encontramos gente que quiere la paz lo más seguro es que ellos vayan por otro camino diferente al nuestro.
El capítulo 33 del libro del Génesis describe el encuentro de dos hermanos, uno llamado Esaú rodeado de 400 hombres listos para la guerra y el otro Jacob rodeado de mujeres, niños y ganado que sólo quería vivir en paz. Esaú invita a Jacob a unírsele, Jacob le pide que se adelante camino a Seír y luego Jacob toma otro camino rumbo a Sucot.
Dicho sea de paso, el camino a la felicidad es el que emprenden las personas que quieren la paz. No podemos seguir a cualquiera sin conocer antes su verdadero propósito, porque nos puede llevar por otro camino diferente al camino a la felicidad. Si prefieres seguir a otros, que caminar en la punta de tu propia vida, por lo menos sigue a los que buscan la paz.
Hay mucho más que comentar acerca de lo bueno y valioso que resulta para tu vida buscar siempre la paz, sin embargo en este momento mi reflexión está centrada en estos dos hermanos. Esaú el hermano mayor ha dedicado su vida con éxito a la guerra y se ha hecho popular y fuerte. Tiene muchos amigos y seguidores que como él buscan la gloria y la fortuna a través de la guerra, la cacería y los saqueos.
En la práctica Esaú ha dejado atrás los valores y las costumbres de su familia. Esaú ha logrado sus objetivos, ha tenido éxito con otro conjunto de valores que podemos describir como bélicos. El odio es un sentimiento y una pasión que lo acompaña siempre.
Jacob es el hermano menor, hijo del mismo padre y de la misma madre, pero ha conservado mejor que Esaú las tradiciones de la familia de su padre. En especial Jacob valora, igual que su padre Isaac, la relación con Dios. Jacob también ha prosperado y ha tenido éxito como ganadero de ganado menor, pero además tiene la amistad con Dios.
Este último elemento esencial, la amistad con Dios, hace toda la diferencia en una persona humana. La amistad con Dios es fundamental para acceder a la felicidad verdadera, duradera y constante. Jacob no tiene interés en ir detrás de su hermano a la aventura, prefiere quedarse en la sencilla pero certera felicidad a lado de su familia y su Dios. El amor vivido a través de sus relaciones familiares, sociales y con la divinidad es algo cotidiano para Jacob.
Cada uno de nosotros tiene ante sí un abanico de posibilidades y de caminos. Cada camino ofrece atractivas posibilidades. En tu propio camino a la felicidad, lo más importante es mantenerte siempre como compañero de Dios tu Creador, incluso si esto implica separarte de los que no tienen tu mismo propósito.
Hasta aquí mi reflexión sobre este encuentro entre dos hermanos, Esaú y Jacob, sigamos adelante.
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