Lo que Dios prometió a Abram también está a tu alcance: el que tus descendientes sean incontables como las estrellas del universo. (Gn 15,5) Piénsalo, los cálculos son fáciles de hacer, si tus hijos tienen a su vez sus propios hijos y así generación tras generación, tus descendientes después de treinta generaciones pueden fácilmente ser más de un billón y después de 60 generaciones, más de un trillón.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje del primer libro de Samuel, que narra el nacimiento del profeta Samuel. La cita es 1 Samuel 19-28. Antes de leer te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz.
Puntos de reflexión.
1. La vida es un don de Dios. La unión de gametos no es suficiente para la vida. Dios interviene en el momento de la concepción y añade el alma para formar un ser humano completo con cuerpo y alma.
2. La fecundidad es una bendición. Toda bendición es respuesta a la oración, por lo tanto la oración de los esposos favorece a la fecundidad. Con una buena conducta en pareja puedes ganarte la confianza de Dios para que te bendiga con hijos.
3. Conviene que el nombre que ponemos a los hijos sirva para recordarles su vocación. La vocación universal del hombre es la vida en el Espíritu Santo. (Catecismo párrafo 1699)
Pidamos a la Virgen María, Reina de las familias, que nos enseñe a valorar tanto la vida humana como nuestro papel fundamental de co-creadores junto con Dios de las futuras generaciones de hombres.
Gracias por hacer esta reflexión conmigo. Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo. Tú eres el motivo de mi blog.
Que Dios te bendiga.
Me encantaría saber que te deja esta reflexión. No te vayas sin dejar tus comentarios, tus propósitos, lo que quieras.
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