El cielo es un lugar espiritual de eterna felicidad. Para llegar a ese lugar primero tenemos que prepararnos para una buena muerte, pues nadie puede entrar al cielo sin antes dejar atrás su cuerpo físico.
La preparación para una buena muerte se hace al vivir una vida recta. La vida recta es la que viven los que avanzan por el camino al cielo sin desviarse del camino.
P: ¿Donde está el camino al cielo?
R: Cristo es el camino al cielo porque el cielo es la unión perfecta con Cristo.
La reflexión de hoy se basa en un pasaje del libro de Jueces. Antes de leer el pasaje ora al Espíritu Santo y pídele que te ilumine.
Rebelión de los siquemitas contra Abimélec
22 Abimélec gobernó tres años en Israel,
23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquem, y estos traicionaron a Abimélec.
24 Así debía ser castigado el crimen cometido contra los setenta hijos de Ierubaal, y su sangre debía recaer sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los señores de Siquem, que habían sido cómplices en la matanza de sus hermanos.
25 Por eso, los señores de Siquem preparaban emboscadas contra él en las cimas de los montes, y saqueaban a todos los que pasaban por allí. Abimélec fue informado de todo esto.
26 Una vez, Gaal, hijo de Ebed, pasó por Siquem junto con sus hermanos, y se ganó la confianza de los señores de Siquem.
27 Estos salieron al campo a vendimiar, pisaron las uvas, hicieron festejos y entraron en el templo de su dios. Después de comer y beber, maldijeron a Abimélec.
28 Entonces Gaal, hijo de Ebed, exclamó: «¿Qué autoridad tiene Abimélec sobre Siquem que le estamos sometidos? ¿El hijo de Ierubaal, y de Zebul, su lugarteniente, no han estado sometidos a la gente de Jamor, el padre de Siquem? ¿Por qué tenemos que estar sometidos a ellos?
29 ¡Si pusieran a este pueblo en mis manos, yo expulsaría a Abimélec, desafiándolo a que refuerce su ejército y salga a combatir!».
30 Zebul, el gobernador de la ciudad, al enterarse de las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se enfureció
31 y envió disimuladamente mensajeros a Arumá, donde estaba Abimélec, para avisarle: «Gaal, hijo de Ebed, ha llegado a Siquem con sus hermanos, y está sublevando la ciudad contra ti.
32 Por eso, ven durante la noche con toda la gente que tienes contigo y quédate al acecho en campo abierto.
33 Por la mañana temprano, apenas brille el sol, irrumpirás contra la ciudad. Y cuando Gaal con su gente salga a enfrentarse contigo, lo tratarás como más convenga».
34 Abimélec salió durante la noche con toda su gente y se puso al acecho cerca de Siquem, con su tropa dividida en cuatro grupos.
35 Cuando Gaal, hijo de Ebed, salió y se detuvo a las puertas de la ciudad, Abimélec y la tropa que lo acompañaba salieron de los lugares donde estaban al acecho.
36 Al ver las tropas, Gaal dijo a Zebul: «Mira esa gente que baja de la cima de los montes». «Es la sombra de los montes, y a ti te parecen hombres», le respondió Zebul.
37 Pero Gaal insistió: «Es gente que baja por la ladera del Ombligo de la Tierra, y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos».
38 Entonces Zebul le dijo: «¿No eras tú el que te envalentonabas, diciendo: «¿Quién es Abimélec para que le estemos sometidos?». ¡Ahí está la gente que tú despreciabas! ¡Ve ahora a combatir contra ellos!».
39 Gaal salió al frente de los señores de Siquem y presentó batalla a Abimélec.
40 Abimélec lo persiguió: Gaal emprendió la retirada y muchos cayeron muertos antes de llegar a la puerta de la ciudad.
41 Abimélec regresó a Arumá, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos, impidiéndoles habitar allí.[1]
Puntos de reflexión.
La preparación para una buena muerte se hace al vivir una vida recta. La vida recta es la que viven los que avanzan por el camino al cielo sin desviarse del camino.
P: ¿Donde está el camino al cielo?
R: Cristo es el camino al cielo porque el cielo es la unión perfecta con Cristo.
La reflexión de hoy se basa en un pasaje del libro de Jueces. Antes de leer el pasaje ora al Espíritu Santo y pídele que te ilumine.
Rebelión de los siquemitas contra Abimélec
22 Abimélec gobernó tres años en Israel,
23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquem, y estos traicionaron a Abimélec.
24 Así debía ser castigado el crimen cometido contra los setenta hijos de Ierubaal, y su sangre debía recaer sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los señores de Siquem, que habían sido cómplices en la matanza de sus hermanos.
25 Por eso, los señores de Siquem preparaban emboscadas contra él en las cimas de los montes, y saqueaban a todos los que pasaban por allí. Abimélec fue informado de todo esto.
26 Una vez, Gaal, hijo de Ebed, pasó por Siquem junto con sus hermanos, y se ganó la confianza de los señores de Siquem.
27 Estos salieron al campo a vendimiar, pisaron las uvas, hicieron festejos y entraron en el templo de su dios. Después de comer y beber, maldijeron a Abimélec.
28 Entonces Gaal, hijo de Ebed, exclamó: «¿Qué autoridad tiene Abimélec sobre Siquem que le estamos sometidos? ¿El hijo de Ierubaal, y de Zebul, su lugarteniente, no han estado sometidos a la gente de Jamor, el padre de Siquem? ¿Por qué tenemos que estar sometidos a ellos?
29 ¡Si pusieran a este pueblo en mis manos, yo expulsaría a Abimélec, desafiándolo a que refuerce su ejército y salga a combatir!».
30 Zebul, el gobernador de la ciudad, al enterarse de las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se enfureció
31 y envió disimuladamente mensajeros a Arumá, donde estaba Abimélec, para avisarle: «Gaal, hijo de Ebed, ha llegado a Siquem con sus hermanos, y está sublevando la ciudad contra ti.
32 Por eso, ven durante la noche con toda la gente que tienes contigo y quédate al acecho en campo abierto.
33 Por la mañana temprano, apenas brille el sol, irrumpirás contra la ciudad. Y cuando Gaal con su gente salga a enfrentarse contigo, lo tratarás como más convenga».
34 Abimélec salió durante la noche con toda su gente y se puso al acecho cerca de Siquem, con su tropa dividida en cuatro grupos.
35 Cuando Gaal, hijo de Ebed, salió y se detuvo a las puertas de la ciudad, Abimélec y la tropa que lo acompañaba salieron de los lugares donde estaban al acecho.
36 Al ver las tropas, Gaal dijo a Zebul: «Mira esa gente que baja de la cima de los montes». «Es la sombra de los montes, y a ti te parecen hombres», le respondió Zebul.
37 Pero Gaal insistió: «Es gente que baja por la ladera del Ombligo de la Tierra, y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos».
38 Entonces Zebul le dijo: «¿No eras tú el que te envalentonabas, diciendo: «¿Quién es Abimélec para que le estemos sometidos?». ¡Ahí está la gente que tú despreciabas! ¡Ve ahora a combatir contra ellos!».
39 Gaal salió al frente de los señores de Siquem y presentó batalla a Abimélec.
40 Abimélec lo persiguió: Gaal emprendió la retirada y muchos cayeron muertos antes de llegar a la puerta de la ciudad.
41 Abimélec regresó a Arumá, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos, impidiéndoles habitar allí.[1]
Puntos de reflexión.
- Los pecados que cometemos nos dan un placer inmediato pero tienen consecuencias negativas para nuestra felicidad que superan por mucho el supuesto beneficio que obtuvimos. Una consecuencia es la pena temporal que debemos de purgar. La pena temporal es un sufrimiento que Dios permite para que valoremos la vida de gracia y volvamos a Él.
- Las bebidas embriagantes te sueltan la lengua y bajo su efecto puedes decir cosas que te traigan graves problemas. Es preferible mantenerse sobrio y atento para cuidarse a sí mismo mejor.
- Cuando las personas desean que te vaya mal, te presentan información falsa o incompleta para empujarte a tomar malas decisiones. Si te ves rodeado de adversarios asegúrate de obtener información confiable y verificada por varias fuentes. La Iglesia Católica es una fuente de información confiable en materia de fe porque desea tu salvación.
Pidamos a la Santísima Virgen María que nos enseñe a vivir con Cristo como ella lo hizo durante toda su vida.
Gracias por hacer esta reflexión conmigo. Aquí se te aprecia y se te ama en Jesucristo. Tú eres el motivo de mi blog. Que Dios te bendiga. Me encantaría saber que te deja esta reflexión. No te vayas sin dejar tus comentarios, tus propósitos, lo que quieras.
[1] Jc, 9, 22-41
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