sábado, 30 de abril de 2011

#112: Dios es mi aliado.

San Mateo Evangelista
Los seres humanos somos aliados de Dios.  Desde que el ser humano existe, comenzando con la salida del paraíso terrenal hasta nuestros días, Dios ha celebrado con nosotros dos alianzas.  


La primera alianza está descrita en el Antiguo Testamento y tiene como principal cláusula la fidelidad al único y verdadero Dios. La segunda alianza, la que está en vigor, se encuentra en el Nuevo Testamento y tiene como esencia la fe en Jesucristo, único Salvador de la humanidad.


Dios es el mismo en ambas alianzas, pero la primera alianza la celebró con un pueblo escogido y la segunda alianza es universal para todos los seres humanos. La primera alianza tenía como vigencia la llegada y misión del Mesías.  La segunda alianza comenzó a partir de la resurrección de Jesucristo y sigue en nuestros días.


Sería un grave error para cualquiera, vivir de tal forma que nuestro comportamiento nos excluya de los beneficios ofrecidos por Dios bajo la Nueva Alianza. Estos beneficios son:

  • El Reino de Dios y
  • La Iglesia Católica.

En otras palabras:

  •  el agua y
  •  la válvula.  

Cristo dijo: "pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna" (Jn 4,14) Hoy en día el único lugar donde podemos beber de esa agua viva es en la Iglesia Católica.


Profeta Elías en la gruta
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra el encuentro de Elías con Dios. La cita es 1 Reyes 19, 9-18. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.
1. Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida.


Elías teme por su vida y ha decidido esconderse. Dios le pregunta que qué hace escondido y Elías responde con elocuencia pues teme más a Dios que a los hombres.  El santo temor a Dios, el miedo a ofenderle, y el dolor de perder los beneficios de su Nueva Alianza deben de pesar en todas nuestras decisiones morales.  Recuerda que Dios es nuestra única esperanza objetiva de alcanzar una vida feliz.


2. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave.


Estas son algunas de las palabras más bellas que encuentro en la Biblia. Dios es la brisa suave que humecta y refresca nuestro espíritu. Dios se adapta a nuestra capacidad pulmonar, a nuestra tolerancia al riesgo, y a los decibelios que nuestros tímpanos toleran. Dios se hace asequible a su criatura.  El amor nunca estremece ni violenta la paz del ser amado.


3. Pero yo preservaré en Israel un resto de siete mil hombres: todas las rodillas que no se doblaron ante Baal y todas las bocas que no lo besaron.


Dios sabe quiénes le son fieles.  Si eres fiel a Dios, tu nombre está escrito en el libro de la vida y puedes pasar por las puertas del cielo, aquel lugar de dicha que nunca se acaba.  Es completamente falso pensar que los santos intercambian la dicha terrenal por la dicha celestial.  La felicidad consiste en ser ciudadano del Reino de Dios y esa ciudadanía comienza aquí en la tierra y continúa en la vida eterna.


Pidamos a María Santísima, Puerta del cielo, que escriba nuestros nombres en el libro de la vida y que nos enseñe a perseverar para permanecer entre sus páginas hasta el momento de cruzar tan dichosa puerta.

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