lunes, 18 de abril de 2011

#109: La envidia es mala protagonista de tu vida.

Cuando perdemos de vista el cielo como meta, la vida terrenal se vuelve carente de sentido trascendente. La riqueza y el poder terrenal son efímeros. En vida unos hombres se alzan por encima de otros y los subyugan, pero la vida pasa rápido, y después de la muerte, el poder se deja atrás y no hay poder humano que te asegure entrar al cielo. 


Haz el bien mientras tengas libertad para hacerlo y no te dejes llevar por la envidia.  La envidia te lleva a desear las cosas que tienen tu jefe y tu vecino.  La envidia no tiene respeto por la vida ni por el bien ajeno. La envidia te hace destruir un bien antes de dejar que otro lo disfrute sin ti.

Por ejemplo, recuerdo a dos niños hermanos peleando por una manzana. Tenían una pera y una manzana, pero ambos querían la manzana.  En vez de partir la manzana a la mitad, uno de ellos la mordió, el otro se la arrebató, la tiró al camino de tierra y la aplastó.  La manzana quedó completamente sucia.  Ninguno de los hermanitos se comió la manzana.


La envidia se contrarresta con:

  • Caridad,
  • Generosidad y
  • Justicia
Un buen ejercicio contra la envidia consiste en bendecir a las personas.

San Pablo Apóstol bendiciendo con su mano.

La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que recoge los datos históricos del reinado de Zimrí en Israel. La cita es 1 Reyes 16, 15-20. Te recomiendo hacer la señal de la cruz en su forma larga, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.

1. El año veintisiete de Asa, rey de Judá, empezó el reinado de Zimrí, que apenas duró siete días en Tirsá.

Zimrí cometió regicidio y después ordenó la muerte de todos los varones emparentados con el rey Basá.  Su pecado fue grande y el gusto de ser rey le duró tan solo una semana.  A veces queremos justificar un pecado grave con el beneficio obtenido.  Esta actitud es insensata porque nadie sabe cuándo va a morir.  El pecado nunca se justifica. El objetivo no justifica las acciones que tomes para alcanzarlo. Un rey hace bien en recordar que la muerte le va llegar tarde o temprano y que debe de estar preparado para encontrarse con Dios con las manos llenas de frutos de paz y justicia.

2. Cuando Zimrí vio que aquella ciudad había sido tomada, se encerró en el palacio real, le prendió fuego, y así pereció.

Zimrí se fabricó un infierno en vida como consecuencia de sus decisiones y de sus acciones. Antes de sufrir hambre, humillación, o derrota se quitó la vida.  Antes de entregar sus bienes los destruyó.  

Este hecho bíblico me deja varias enseñanzas:
  • El suicidio es la salida del que no soporta ver la felicidad y los éxitos ajenos.  
  • La destrucción es la solución del orgulloso que no tolera que las cosas no resulten como él quiere. 
  • La envidia se ensaña más en el soberbio y pasa de ser un malestar interno a manifestarse en odio y violencia.
  • El hombre nunca debe de perder la esperanza y la confianza en Dios; estos dos son principios de vida
  • La solución pacífica de los conflictos es la única vía de "suma positiva", en donde ambas partes ganan.

3. Por haber hecho el mal ante los ojos del Señor, por haber seguido el mismo camino de Jeroboam.

El rey Zimrí se comportó como lo hicieron los reyes anteriores que él conoció.  El rey no se comportó según los mandamientos de Dios sino según el ejemplo que recibió de otros reyes.

De aquí se desprenden dos enseñanzas:

  • Primero: los líderes de la comunidad deben de dar buen ejemplo porque la gente los va a seguir y a imitar.
  • Segundo: el conjunto de la fe debe de iluminar tu conducta para que no repitas de forma irreflexiva patrones de comportamiento, costumbres y políticas que otros han seguido.  Antes de actuar, debes de reflexionar si tu proceder va de acuerdo a la voluntad de Dios.


Pidamos a Santa María de Nazareth, Virgen prudentísima, que nos enseñe a erradicar de nuestro corazón el pecado capital de la envidia, a fin de quedar protegidos contra males mayores que pudieran derivar de ésta.

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