martes, 3 de mayo de 2011

#113: Elige bien a tus socios comerciales.

Una de las aspiraciones humanas es hacer un negocio y ganar dinero.  Los buenos negocios brindan un servicio a la comunidad y a cambio reciben ingresos que les permiten obtener ganancias.


Un negocio tiene ganancias bien habidas cuando se comporta con ética en todo lo que hace.  Un negocio turbio en cambio, hace negociaciones con individuos de mala reputación y saca provecho económico a expensas de la población en general.


La obtención de dinero no es el fin último de la actividad humana.  El dinero es solo un medio para adquirir satisfactores.  Los satisfactores tampoco son el fin último de la actividad humana.  Toda nuestra actividad debe de estar al servicio de Dios para contribuir al bien común.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra la reprobación profética del pacto de Ajab. La cita es 1 Reyes 20, 35-43. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.
1. Uno de la comunidad de los profetas dijo a su compañero, por orden del Señor: «¡Golpéame!». Pero el otro se negó a golpearlo.


Una característica de los que caminan al cielo es que son incomprendidos. La razón de esta incomprensión se encuentra en que los santos anhelos son diferentes a las aspiraciones humanas ordinarias.  A medida que una persona se va santificando, su ser está más sintonizado con los deseos del espíritu.  Estos deseos los comprende Dios pero son difíciles de compartir con cualquiera que no se haya dejado conquistar por Cristo. Cristo mismo sufrió la incomprensión de sus discípulos cuando ellos no habían recibido al Espíritu Santo todavía.


2. Cuando el rey pasaba, le gritó: «Tu servidor avanzaba para entrar en batalla, y de pronto un soldado, abandonando las filas, me trajo un hombre y me dijo: «Vigila a este hombre. Si llega a faltar, responderás por él con tu vida, o bien pagarás un talento de plata»


El soldado de este cuento dejó ir al enemigo, probablemente a cambio de dos o tres talentos de plata para pagar uno y quedarse con la ganancia.  El rey Ajab, una vez que derrotó a su enemigo Ben Hadad, hizo un tratado comercial con él.  Ajab le dio más importancia al beneficio económico de su reino, que al deterioro moral que podía tener el pueblo al convivir estrechamente con una nación pagana. Los negocios turbios crean estructuras de pecado que atrapan al creyente en actividades pecaminosas que se convierten en parte de su trabajo ordinario.


3. El rey de Israel se fue a su casa malhumorado y muy irritado, y entró en Samaría.


El malhumor es signo de una relación disfuncional entre el hombre y su Creador.  Tu vida tiene sentido si averiguas para qué te creó Dios y luego lo haces.  Si procedes así te sentirás feliz en unión con Dios y los sufrimientos de esta vida te parecerán dulces y suaves.  De otra manera si escuchas el plan de Dios y luego haces tu propio plan o peor aún, tu propio dios, la vida te resultará progresivamente insoportable.


Pidamos a María Santísima, Reina de los patriarcas, que interceda por la humanidad para que pronto tengamos muchos líderes en el mundo que trabajen por el bien común; y que cada uno de nosotros, siguiendo su maternal ejemplo, seamos dóciles al ángel de la guarda y al Espíritu Santo para que también nuestros negocios grandes y pequeños sean fuentes de trabajo honesto.

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