La felicidad de obedecer los mandamientos de la ley de Dios consiste en: la paz de vivir en amistad con Dios, la prudencia de conservar la gracia ante la seguridad de que un día vamos a morir y la alegría de disfrutar de la divina providencia. Más aún, la fidelidad a los mandamientos de Dios nos protege de sufrir: la pena temporal, el remordimiento de conciencia, las consecuencias del pecado y la condenación eterna.
Esta reflexión está basada en el Salmo 119, versículos 1 al 8, los cuales adjunto a continuación. Te invito a hacer una pausa para pedir luz al Espíritu Santo antes de continuar la lectura.
SALMO 119
[Alef]
1 Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
2 Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón
3 los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.
4 Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente.
5 ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!
6 Así no sentiré vergüenza,
al considerar tus mandamientos.
7 Te alabaré con un corazón recto,
cuando aprenda tus justas decisiones.
8 Quiero cumplir fielmente tus preceptos:
no me abandones del todo.
Puntos de reflexión
La forma de cumplir los mandamientos.
Los mandamientos se cumplen primero conociéndolos y después considerando los cambios que haremos en nuestro comportamiento. Para esto ayuda conocerse a sí mismo y hacer un balance diario del día para reconocer nuestras fallas y hacer un propósito de enmienda.
Las ayudas para cumplir los mandamientos.
Tenemos varias ayudas para cumplir los mandamientos: una conciencia rectamente formada, el ángel de la guarda y la gracia santificante de los sacramentos. Además las buenas amistades, las buenas acciones y la oración. Te animo a recurrir a todas estas ayudas para permanecer fiel.
Grado de cumplimiento de los mandamientos.
Un paso más allá de sólo cumplir los mandamientos es contemplar la Creación y preferir a Dios. Alabar a Dios, dedicarle tiempo y orar con el corazón contrito, agradecido y puro. Da posada a Dios en tu corazón y llévalo contigo a todas partes.
Petición final
Madre Santísima, Virgen purísima, hoy reflexionamos este Salmo que nos ayuda a valorar el gran bien que Dios nos hizo al darnos los mandamientos para nuestra felicidad presente y eterna. Ayúdanos a imitar tus virtudes en especial aquellas que nos ayuden a cumplir fielmente los mandamientos de forma integral sin darle espacio en nuestro corazón al mundo. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo Nuestro Señor y Salvador que vive y reina por los siglos. Amén.
Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)
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