Fe. Humildad. Esperanza. Sinceridad. Disposición. Recogimiento. Arrepentimiento. Rectitud, longanimidad y diligencia. Obediencia también.
La reflexión de hoy está basada en las bellas palabras del Salmo 119, versículos 25 al 32. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.
SALMO 119 25-32
[Dálet]
25 Mi alma está postrada en el polvo:
devuélveme la vida conforme a tu palabra.
26 Te expuse mi conducta y tú me escuchaste:
enséñame tus preceptos.
27 Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas.
28 Mi alma llora de tristeza:
consuélame con tu palabra.
29 Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.
30 Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí.
31 Abracé tus prescripciones:
no me defraudes, Señor.
32 Correré por el camino de tus mandamientos,
porque tú me infundes ánimo.
Puntos de reflexión.
Dios es vida para el alma.
Así como la semilla germina en la oscuridad de la tierra gracias al calor y a la humedad, así el alma recobra la vida de gracia en el silencio por la acción de la gracia santificante. El punto de partida puede ser mucho muy abajo pero Dios te puede levantar del polvo hasta alturas impensadas.
Dios es maestro para el discípulo.
¡Qué maestro tan especial es Dios! Dios es creador y maestro. Artista y maestro. Diseñador y maestro. Causa y maestro. Misterio y maestro. Silencio y maestro. Huésped y maestro. Él te creó y conoce íntimamente lo mejor para ti.
Dios es consuelo para el que carga su cruz.
Si como quiera vas a cargar la cruz al menos recorre el camino más corto y más directo a tu destino que es Dios mismo. Si como quiera vas a cargar la cruz no le agregues el peso del pecado. Si como quiera vas a cargar la cruz no le restes fuerza a tu persona, déjate fortalecer por Dios.
Petición final.
María Santísima, Virgen poderosa, intercede por nosotros para que no nos falte un buen confesor cuando queramos confesarnos. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo Nuestro Señor y Salvador que vive y reina por los siglos. Amén.
Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)
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