sábado, 31 de diciembre de 2022

#227 Señor del ser y de la historia.

La siguiente reflexión está basada en el Salmo 139. El Papa Benedicto XVI en su audiencia general del 28 de diciembre del año 2005 explica a detalle y con gran maestría el significado de este salmo.  Benedicto XVI enseña que en este salmo podemos contemplar a Dios omnisciente y omnipotente, Señor del ser y de la historia”


Omnisciente significa que Dios todo lo sabe. Conoce todo lo que ha sucedido y todo lo que sucederá. Dios conoce la naturaleza de todo lo que Él creó y conoce a todas sus creaturas. En Dios no hay olvido ni abandono. Nada está fuera de su conocimiento. Nada sucede que pueda sorprender a Dios o pescarlo desprevenido.  Nadie le gana a Dios en astucia. Dios tiene omnisciencia.


Te recomiendo hacer una oración al Espíritu Santo antes de seguir leyendo.

SALMO 139

1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

Señor, tú me sondeas y me conoces

2 tú sabes si me siento o me levanto;

de lejos percibes lo que pienso,

3 te das cuenta si camino o si descanso,

y todos mis pasos te son familiares.

4 Antes que la palabra esté en mi lengua,

tú, Señor, la conoces plenamente;

5 me rodeas por detrás y por delante

y tienes puesta tu mano sobre mí;

6 una ciencia tan admirable me sobrepasa:

es tan alta que no puedo alcanzarla.

7 ¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?

¿A dónde huiré de tu presencia?

8 Si subo al cielo, allí estás tú;

si me tiendo en el Abismo, estás presente.

9 Si tomara las alas de la aurora

y fuera a habitar en los confines del mar,

10 también allí me llevaría tu mano

y me sostendría tu derecha.

11 Si dijera: «¡Que me cubran las tinieblas

y la luz sea como la noche a mi alrededor!»,

12 las tinieblas no serían oscuras para ti

y la noche será clara como el día.

13 Tú creaste mis entrañas,

me plasmaste en el seno de mi madre:

14 te doy gracias porque fui formado

de manera tan admirable.

¡Qué maravillosas son tus obras!

Tú conocías hasta el fondo de mi alma

15 y nada de mi ser se te ocultaba,

cuando yo era formado en lo secreto,

cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

16 Tus ojos ya veían mis acciones,

todas ellas estaban en tu Libro;

mis días estaban escritos y señalados,

antes que uno solo de ellos existiera.

17 ¡Qué difíciles son para mí tus designios!

¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!

18 Si me pongo a contarlos,

son más que la arena;

y si terminara de hacerlo,

aún entonces seguiría a tu lado.

19 ¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados

y se apartaran de mí los hombres sanguinarios,

20 esos que hablan de ti con perfidia

y en vano se rebelan contra ti!

21 ¿Acaso yo no odio a los que te odian

y aborrezco a los que te desprecian?

22 Yo los detesto implacablemente,

y son para mí verdaderos enemigos.

23 Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior;

examíname y conoce los que pienso;

24 observa si estoy en un camino falso

y llévame por el camino eterno.


Puntos de reflexión


  1. Dios me conoce íntimamente.


En oración puedo dirigirme a Dios como confidente, con completa confianza. Cristo nos enseñó a llamarlo Padre (Lc. 11,2). Dios es un Padre amoroso quien desea nuestra felicidad eterna.


  1. Dios tiene un libro con mis memorias.


En ese libro está reflejada la verdad de mi persona sin máscaras, sin hipocresía, todo lo bueno y lo malo.  Páginas enteras iluminadas por la gracia y otras páginas oscurecidas por el pecado. Ahí nada se borra. Todo quedará ahí al descubierto para la posteridad. Los santos están muy conscientes de este libro. La belleza de mi libro depende de mí. De mí depende de que mi libro sea drama, tragedia, comedia o motivacional.


  1. La virtud de la religión.


Por eso conviene ligar mi voluntad a la de Dios omnisciente y dejar que Él me guíe afectuosamente al cielo, porque sólo Él conoce el camino seguro y más directo a la felicidad plena que nunca se acaba.



Petición final


María Santísima, Madre del buen consejo, tú que estuviste al pendiente en las bodas de Caná, de lo que podían necesitar los novios (Jn 2,3-5), enséñanos también a nosotros a hacer lo que tu Hijo nos diga.  Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador que reina por los siglos de los siglos.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)

viernes, 30 de diciembre de 2022

#226 Muro de gratitud

Al finalizar el año conviene repasar no sólo las experiencias que marcaron un hito en la historia de nuestra familia sino también los días ordinarios que vivimos.  Muy pronto nos damos cuenta que nos faltan dedos para enumerar todas las bendiciones que recibimos fielmente de Dios. También nos falta memoria y capacidad para recordar y visualizar todas estas bendiciones.


Aun así conviene hacer el ejercicio de preferencia también como una conversación familiar o una actividad de grupo.  Se puede construir un muro de la gratitud, con una cartulina o pizarrón en donde podamos escribir todas las bendiciones recibidas durante el año.  El resultado de este ejercicio luego lo podemos utilizar para agradecer a Dios en oración, su providencia amorosa.


Esta reflexión está basada en el Salmo 138. Te recomiendo hacer una oración al Espíritu Santo antes de seguir leyendo.


Salmo 138


1 De David.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

te cantaré en presencia de los ángeles.

2 Me postraré ante tu santo Templo,

y daré gracias a tu Nombre

por tu amor y tu fidelidad,

porque tu promesa ha superado tu renombre.

3 Me respondiste cada vez que te invoqué

y aumentaste la fuerza de mi alma.

4 Que los reyes de la tierra te bendigan

al oír las palabras de tu boca,

5 y canten los designios del Señor,

porque la gloria del Señor es grande.

6 El Señor está en las alturas,

pero se fija en el humilde

y reconoce al orgulloso desde lejos,

7 Si camino entre peligros, me conservas la vida,

extiendes tu mano contra el furor de mi enemigo,

y tu derecha me salva.

8 El Señor lo hará todo por mí.

Señor, tu amor es eterno,

¡no abandones la obra de tus manos!


Puntos de reflexión


  1. Gratitud 


La gratitud hace mucho bien al alma.  La persona agradecida tiene  felicidad y anhelo de vivir.  Valora lo que recibe y sabe agradecer no sólo de palabra sino también con obras de misericordia, en reciprocidad.


  1. Humildad


La humildad hace mucho bien al alma. La persona humilde es más agradecida porque no espera nada y todo lo que recibe, sea mucho o poco, lo agradece. Está consciente de que recibe más de lo que merece y sabe devolver bien por bien en la medida de sus posibilidades.


  1. Piedad


Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado». (Lc, 17,17-19)


La persona piadosa que va al templo a dar gracias a Dios recibe un beneficio adicional mayor que el bien que fue a agradecer.  Conviene entonces saber agradecer a Dios oportunamente con actos de devoción.



Petición final


María Santísima, Reina de la familia, tú que manifestaste gratitud a Dios y felicidad al visitar a tu prima Santa Isabel (Lc 1,46-55), enséñanos a elevar una oración de gratitud a Dios con humildad y alegría.  Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador que reina por los siglos de los siglos.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)

jueves, 29 de diciembre de 2022

#225 Una persona inconmovible.

El monte Sión es la colina más alta de Jerusalén, donde históricamente se construyeron: 


  • el castillo del rey David, 

  • el Templo del rey Salomón,

  •  y la tumba del rey David. 


También es el lugar donde se localiza el Cenáculo de la última cena de Jesús con sus apóstoles.  El Cenáculo también es el lugar en donde los apóstoles recibieron el Espíritu Santo como lengua de fuego en Pentecostés.


Esta reflexión está basada en el Salmo 125.  Te recomiendo hacer una oración al Espíritu Santo antes de continuar con la lectura.


SALMO 125

1 Canto de peregrinación.

Los que confían en el Señor

son como el monte Sión,

que permanece inconmovible para siempre.

2 Jerusalén está rodeada de montañas:

así rodea el Señor a su pueblo,

desde ahora y para siempre.

3 No permanecerá el cetro de los malvados

sobre la herencia de los justos;

no sea que también los justos

inclinen sus manos a la maldad.

4 Colma de bienes, Señor,

a los buenos y a los rectos de corazón.

5 ¡Que el Señor haga ir con los malvados

a los que se desvían por camino tortuoso!

¡Paz a Israel!



Puntos de reflexión


  1. Una persona inconmovible confía en Dios.


No se altera, ni se angustia, permanece firme en la fe y confía siempre en Dios, ante cualquier acontecimiento o situación, a través de sus años. Esta constancia y ecuanimidad está cimentada en la confianza en Dios.


  1. Una persona inconmovible está inmersa en Dios.


Parafraseando la coraza de San Patricio: Dios Padre alrededor de mí, El Espíritu Santo dentro de mí, Cristo a mí lado.  El santo está consciente de la presencia de Dios en todo lugar y momento y entra en diálogo con su creador. Y como escribió San Pablo: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom 8,31)


  1. Una persona inconmovible conserva la paz.


En resumen la persona tiene paz porque confía en Dios, se pone en presencia de Dios a orar y recibe las bendiciones de su divina providencia. Todo esto la mantiene inconmovible por el mérito de la acción de la gracia santificante.


Petición final


María Santísima, Reina de la paz, tú que sufriste persecución y destierro a Egipto (Mt 2,13), enséñanos a conservar la confianza en Dios todos los días de nuestra vida.  Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador que reina por los siglos de los siglos. Amén.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)


miércoles, 28 de diciembre de 2022

#224 El orden moral en las cosas.

A San Francisco de Asís se le atribuye esta frase: “Yo necesito pocas cosas y las pocas que necesito, las necesito poco.”


Todas las cosas que te ayuden en el cumplimiento de tu vocación son buenas. Sin embargo, algunas de estas cosas son gratuitas, otras son baratas y comunes, pero también hay las que son caras y exclusivas.  Las cosas caras podrían parecer inapropiadas para que las use un santo, incluso las baratas pueden provocar esta duda.  Tenemos esta imagen ascética de santos como: San Juan Bautista, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Calcuta y muchos otros, entonces, cómo saber qué podemos comprar? 


Los mandamientos son el criterio para decidir si puedo adquirir una cosa o no, en orden al bien de mi alma.  No es cuestión del precio de la cosa, sino de lo que tengo que hacer para poseerla.  Si la cosa me ayuda a cumplir con mi vocación y la puedo adquirir sin quebrantar los mandamientos de la ley de Dios, entonces adelante.  Pero si tengo que pecar para tenerla, entonces esa cosa no es para mí.


Esta reflexión está basada en el Salmo 119, versículos 121 al 128.  Te recomiendo hacer una oración al Espíritu Santo antes de continuar con la lectura del Salmo.


Salmo 119, 121-128


[Ain]

121 He obrado conforme al derecho y a la justicia:

no me entregues a mis opresores.

122 Otorga una garantía a mi favor,

para que no me opriman los orgullosos.

123 Mis ojos se consumen por tu salvación

y por tu promesa de justicia.

124 Trátame conforme a tu bondad,

y enséñame tus preceptos.

125 Yo soy tu servidor: instrúyeme,

y así conoceré tus prescripciones.

126 Ha llegado, Señor, el tiempo de obrar;

han quebrantado tu ley.

127 Por eso amo tus mandamientos

y los prefiero al oro más fino.

128 Por eso me guío por tus preceptos

y aborrezco todo camino engañoso.


Puntos de reflexión


  1. Generosidad en relación a las cosas.


El mejor uso de las cosas es compartirlas o regalarlas a los personas que las necesitan empezando por los miembros de la propia familia y comunidad.  Preferible distribuir que acumular, porque la acumulación puede hacer que las cosas se vuelvan inservibles con el tiempo, mientras que la distribución oportuna de algo puede ayudar al prójimo el día de hoy.


  1. Desprendimiento en relación a las cosas.


Dios puso la creación para nuestro deleite y felicidad, pero nosotros podemos hacer un acto de amor al preferirlo a Él que a las cosas, y así cumplimos el primer mandamiento de su ley. Las cosas tendrán un lugar inferior en nuestro corazón para darle a Dios siempre el primer lugar. El desprendimiento ayuda a darle un pedazo cada vez más grande de nuestro corazón a Dios. 


  1. Buen uso y cuidado de las cosas.


Agradecemos a Dios su providencia y cuidamos de las cosas que tenemos, sobre todo aquellas que nos ayudan a cumplir con nuestra misión en la vida.  Las mantenemos limpias y en buen estado, listas para servir de nuevo cuando se requieran.  Las guardamos con orden para encontrarlas pronto cuando se necesiten, y si pedimos algo prestado lo devolvemos, para que le sirva a alguien más.  Dejamos las cosas igual o mejor que como las encontramos y no desperdiciamos las cosas que Dios ha permitido que tengamos.


Petición final


María Santísima, Casa de oro, tú que recibiste los cofres de oro, incienso y mirra de parte de los magos de Oriente como ofrenda al Niño Rey recién nacido (Mt 2,11), enséñanos a dar a las cosas un valor justo y ordenado a nuestra salvación eterna.  Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador que reina por los siglos de los siglos. Amén.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)


martes, 27 de diciembre de 2022

#223 El gran don del Bautismo.

Cuando te llevaron a bautizar, tus padres y tus padrinos se comprometieron a educarte en la fe, para que conocieras los mandamientos y aprendieras a amar a Dios y al prójimo.  Después, un lector representando a los fieles pidió por ti para que llevaras una vida santa y llegaras un día al cielo. Luego el celebrante te exorcizó y te preparó así para ser templo del Espíritu Santo. Además te ungió con el óleo de la salvación para transmitirte la virtud de la fortaleza espiritual. 

El sacerdote bendijo el agua y pidió a tus padres y padrinos que a nombre tuyo renunciaran al pecado, a Satanás, a sus malas obras y seducciones.  Ellos renunciaron por ti e hicieron además un acto de fé.  Una vez profesada la fe y el deseo del bautismo el sacerdote te bautizó con agua bendita, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.  

Fuiste a recibir el bautismo vestido de blanco en señal del ideal de pureza, de una vida sin mancha para acceder a la vida eterna.  Si tienes oportunidad te recomiendo leer el Rito del Bautismo para que valores el gran don que recibiste ese día.

Esta reflexión está basada en el Salmo 119, versículos 105 al 112. Te recomiendo hacer una oración al Espíritu Santo antes de seguir leyendo.

Salmo 119, 105-112

[Nun]

105 Tu palabra es una lámpara para mis pasos,

y una luz en mi camino.

106 Hice un juramento –y lo sostengo–

de cumplir tus justas decisiones.

107 Estoy muy afligido, Señor:

vivifícame, conforme a tu palabra.

108 Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,

y enséñame tus decisiones.

109 Mi vida está en constante peligro,

pero yo no me olvido de tu ley.

110 Los pecadores me tienden una trampa,

pero yo no me aparto de tus preceptos.

111 Tus prescripciones son mi herencia para siempre,

porque alegran mi corazón.

112 Estoy decidido a cumplir tus preceptos,

siempre y a la perfección


Puntos de reflexión


Hay un océano de sabiduría en estos versículos, te dejo en libertad de reflexionar aquel o aquellos que más resuenen en ti en este momento.  Aun así si prefieres una guía te propongo estos puntos de reflexión:


  1. La palabra de Dios


Este salmo 119 nos invita a leer la Biblia para obtener consejos para vivir conforme al plan de Dios y también consuelo y valentía. Así como encendemos una luz para no tropezar, igual hemos de procurar la palabra de Dios para mantenernos en el camino de Cristo.


  1. Mis promesas hechas en el Bautismo


A cambio del Bautismo que me inserta en la familia de Dios como su hijo adoptivo, me comprometí a una vida santa, como discípulo de Cristo, renunciando a todo lo que me aleje de Dios.  Hoy es un buen día para renovar esa promesa en oración, postrado delante de Dios.


  1. El patrimonio de la Fe.


Acuérdate de la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) que despilfarró su herencia, se dedicó a pecar hasta que ya no le gustó la consecuencia de su estilo de vida, se arrepintió y decidió volver a casa de su padre. Que no nos pase así a ti, ni a mí. Valoremos la fe que hemos recibido por nuestro Bautismo y cuidemos ese gran don, ese patrimonio que tenemos.


Petición final


María Santísima, Vaso digno de honor, tú que llevaste a tu Hijo al templo para presentarlo ante la comunidad de fieles, a los pocos días de nacido, causando gran alegría a los profetas Ana y Simeón (Lucas 2, 25-38) enséñanos a valorar el gran don del Bautismo y a conservarnos fieles a nuestras promesas bautismales.  Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador que reina por los siglos de los siglos. Amén.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)


lunes, 26 de diciembre de 2022

#222 Entrenando para la sabiduría.

Los atletas ejercitan diariamente y practican los movimientos aptos para destacar en el deporte. Los atletas más profesionales también regulan su alimentación, descanso y rutina. Los atletas más constantes logran superar con el tiempo a todos sus rivales, colegas y a sus mismos entrenadores.


Los santos hacen ejercicios espirituales y obras de misericordia.  Al igual que los atletas, los santos también regulan su alimentación, descanso y rutina diaria. Los santos más constantes alcanzan por la acción del Espíritu Santo mayor sabiduría y gracia.


Ambos se tropiezan y se vuelven a levantar.


Esta reflexión está basada en el Salmo 119, versículos 97 al 104.  Te recomiendo hacer una oración al Espíritu Santo antes de seguir leyendo.


Salmo 119, 97-104

[Mem]

97 ¡Cuánto amo tu ley,

todo el día la medito!

98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,

porque siempre me acompañan.

99 Soy más prudente que todos mis maestros,

porque siempre medito tus prescripciones.

100 Soy más inteligente que los ancianos,

porque observo tus preceptos.

101 Yo aparto mis pies del mal camino,

para cumplir tu palabra.

102 No me separo de tus juicios,

porque eres tú el que me enseñas.

103 ¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,

es más dulce que la miel!

104 Tus preceptos me hacen comprender:

por eso aborrezco el camino de la mentira.


Puntos de reflexión


  1. Sabiduría


La sabiduría es un don del Espíritu Santo que nos permite saborear la dulzura de todo lo que viene de Dios y todo lo que aprendemos de su palabra. La persona sabia es como el árbol que crece cerca del río.


  1. Prudencia


La prudencia es una virtud cardinal que nos ayuda a discernir en qué momento actuar y en qué momento esperar.  La persona prudente anticipa lo que se va a necesitar y lo procura, lo reserva, lo ahorra o lo pide.


  1. Inteligencia


La inteligencia o entendimiento es un don del Espíritu Santo que nos ayuda a entender las Sagradas Escrituras y la Revelación. La persona inteligente lee o escucha la palabra de Dios y la pone en práctica con prudencia y sabiduría.


Petición final


María Santísima, Trono de la sabiduría, nos acercamos a ti como hijos tuyos para adorar al Niño Dios en el pesebre y para aprender de ti y de tu esposo San José a ser santos, al estilo de la Sagrada Familia. Santos en relación unos con otros, con Dios en medio iluminando toda la convivencia.  ¡Qué viva Jesucristo en el pesebre, signo del verdadero alimento que se nos ha dado! ¡Qué viva San José hombre santo y prudente! ¡Y qué todas las generaciones te llamen Madre Bienaventurada!  Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)

sábado, 24 de diciembre de 2022

#221 Nos ha nacido un Salvador.

Ha llegado la salvación a tu vida gracias a Dios que se hizo niño, creció entre nosotros y ya después adulto se ofreció en sacrificio por ti. Ha llegado la salvación a tu vida también gracias a tu comunidad actual, gracias a la fe de tus padres y de tus abuelos. Dios te pensó desde la eternidad para ser salvo, pleno y feliz, además Dios quiso en su divina providencia rodearte de los medios para acceder a su misericordia.


Esta reflexión está apoyada por el Salmo 119, versículos 41 al 48 que a continuación adjunto para que los puedas leer y meditar.  Te recomiendo hacer una pausa para orar al Espíritu Santo antes de seguir leyendo.


SALMO 119, 41-48

[Vau]

41 Que llegue hasta mí tu misericordia, Señor,

y tu salvación conforme a tu promesa.

42 Así responderé a los que me insultan,

porque confío en tu palabra.

43 No quites de mi boca la palabra verdadera,

porque puse mi esperanza en tus juicios.

44 Yo cumpliré fielmente tu ley:

lo haré siempre, eternamente.

45 Y caminaré por un camino espacioso,

porque busco tus preceptos.

46 Hablaré de tus prescripciones delante de los reyes,

y no quedaré confundido.

47 Me deleitaré en tus mandamientos

que yo amo tanto.

48 Elevaré mis manos hacia tus mandamientos.


Puntos de reflexión

  1. Dios cumple sus promesas

Dios nos ha prometido un lugar en el cielo para aquellos que cumplamos su voluntad. Dios ha prometido también el Reino de los Cielos a los bienaventurados.

  1. La palabra de Dios es verdadera

Dios crea la realidad con su palabra sin requerir materia alguna, por tanto la realidad y la verdad de las cosas son consecuencia directa y reflejo de su palabra. Lo que Dios dice es verdadero y es a la vez real. Así sabemos que la palabra de Dios es un tesoro y también es una luz que nos ilumina para caminar sin tropiezo.

  1. Los mandamientos son un bien para todos.

Dios es la fuente de los bienes y Dios reparte sus bienes a todos sus hijos.  Pero los mejores bienes que Dios tiene se los da a los santos, a los que cumplen sus mandamientos y a los que hacen obras de misericordia espirituales y corporales.


Petición final

María Santísima, Madre de la misericordia, en esta víspera de la Navidad nos atrevemos a pedirte un regalo.  Regálanos a tu Hijo.  Te lo pedimos por el mismo Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor de la Misericordia y Salvador que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)