martes, 28 de junio de 2011

#127: Una costumbre abominable.

El bebe, que crece dentro de su madre es, precioso para Dios. ¡Cuánto amor y cuántos anhelos tiene Dios para ese nuevo ser! Dios espera el nacimiento de ese bebé con más cariño que sus propios padres.


Dios es el artista que supervisa, regula y dirige el desarrollo del bebé.  Ese bebé no es tan solo un puñado de células sino que es una más de sus obras maestras.  La vida es un milagro, es obra de Dios.


Aborto hecho por un demonio en Angkor Wat, Cambodia
El aborto termina con la vida del bebé y estremece el corazón de Dios.  Un acto abominable que mata el cuerpo del bebé pero no su espíritu.  El espíritu del bebé vive y es precioso para Dios, como cada uno de sus hijos.




La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que introduce el reinado de Ajaz en Judá. La cita es 2 Reyes 16, 1-4. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.




Puntos de reflexión.


1. Ajaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. El no hizo lo que es recto a los ojos del Señor, su Dios, a diferencia de su padre David.


El padre directo de Ajaz fue el rey Jotam descendiente del linaje del rey David.  Jotam fue un hombre fiel a Dios pero no acabó con la idolatría en su reino.  Esta idolatría invadió su casa e influyó en su hijo, así que Ajaz no vivió según la fe y los valores de su  padre. 


Roguemos a Dios para que nuestros hijos mantengan viva la fe que gratuita y maravillosamente heredaron de sus padres y de la bondad de Dios. Cuidemos también que en nuestra casa haya buenas lecturas y sobre todo buenos ejemplos.


2. Siguió el camino de los reyes de Israel; incluso inmoló a su hijo en el fuego, según las costumbres abominables de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas.


Las naciones que vivían en la tierra prometida antes que los israelitas tenían costumbres abominables que clamaban al cielo. Dios se propuso expulsar a estas naciones y heredar estas tierras a su pueblo escogido.  Después de algunos siglos, el pueblo de Dios comienza a comportarse igual o peor.  Ajaz acabó con la vida de su propio hijo y todavía tuvo el descaro de ofrecerlo en sacrificio a un demonio. Un homicidio seguido de un acto satánico.  No puedo imaginar el dolor tan grande que Ajaz causó en el corazón de Dios.


Los hijos son el regalo más grande que recibimos de Dios.  Nos toca a nosotros cuidar de los hijos y hacer lo posible por educarlos para que crezcan con sabiduría y rectitud de vida.


3. Ofreció sacrificios y quemó incienso en los lugares altos, sobre las colinas y bajo todo árbol frondoso.


Ajaz se maravillaba de la naturaleza y le rendía culto.  Ajaz confundía a Dios con su creación. La naturaleza es bella pero es distinta de Dios.  Las montañas son grandes pero más pequeñas que Dios. Los árboles dan sombra y cobijo pero no pueden superar a la providencia de Dios.  Un árbol abrazado no te regresa el abrazo.  Abraza mejor a tus hijos y déjate abrazar por Dios.


Roguemos a María Santísima, Virgen dolorosa, que interceda por la humanidad para que este siglo ya no sea uno marcado por el aborto, sino una era de vida abundante. Amén.

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