miércoles, 15 de junio de 2011

#123: Dos malos no hacen uno bueno.

Las guerras territoriales comienzan cuando dos o mas grupos pelean a muerte por el control de un territorio.  El territorio puede ser un barrio, una ciudad, un estado, un país,o  un continente completo.


Durante el conflicto mueren soldados de ambos bandos en proporción mucho menor al número de civiles inocentes.  La guerra afecta la actividad y la calidad de vida de las personas pacíficas.  Muchos civiles mueren, porque inútilmente son usados como escudos humanos y los enemigos no respetan obstáculos de ningún tipo.  Otros civiles mueren porque son parientes, amigos o miembros de la misma tribu o etnia de los soldados de cualquier bando.


Cientos de miles mueren para beneficio de unos cuantos.  En ocasiones ambos bandos incluso se surten del mismo proveedor, por lo que en cierta forma ambos bandos consumen o distribuyen los mismos productos.  Son como dos distribuidores peleando por una misma plaza, pero la pelea es a muerte.


Los líderes de los bandos enemigos se sienten reyes, pero no son mas que peones de los fabricantes de armas, y si dejan de pelear, pronto llegarán otros bandos a pelear la plaza, financiados con recursos del mismo fabricante.


También en el plano espiritual, los malos aunque sean poderosos, no son mas que servidores del Diablo. Sus actos siembran división y sufrimiento hasta que terminan consigo mismos.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra parte del breve reinado de Ocozías en Judá. La cita es 2 Reyes 8, 25-29. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, y era hija de Omrí, rey de Israel.


La casa del rey de Judá estaba emparentada con la casa del rey de Israel.  Ocozías y Joram eran probablemente primos.  Atalía enseñó a su hijo a postrarse y adorar ídolos, dioses falsos y rituales demoníacos como hacían sus parientes en Israel. En vez de que la luz de Judá brillara sobre Israel, las sombras de Israel ennegrecieron Judá.  Recuerda que basta una luz para iluminar la oscuridad. Mantén la luz de la fe encendida en tu casa.  


2. Siguió el camino de la casa de Ajab e hizo lo que es malo a los ojos del Señor, como la casa de Ajab, porque estaba emparentado con ella.


El rey Ocozías comenzó la vida con una gran desventaja, pues su madre y su padre servían al demonio.  No había profetas que le enseñaran el camino de Dios, pues muchos habían sido asesinados y otros tenían miedo de ser identificados y vivían escondidos. La culpa de los pecados de Ocozías estaba compartida con su madre y su padre quienes no lo educaron según la fe de Moisés.  Hoy en día los hijos reciben muchas ideas paganas a través de la televisión, el Internet y la música; los medios les proponen estilos de vida demoníacos, separados de Dios.  Asegúrate de dedicarles tiempo a tus hijos y a los jóvenes que Dios te encomiende, para hablarles de la fe.


3. El rey Joram volvió a Izreel, para hacerse curar de las heridas que le habían infligido los arameos en Ramá, cuando combatía contra Jazael, rey de Aram. Entonces Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Izreel para visitar a Joram, hijo de Ajab, que estaba herido.


La bondad del ser humano siempre está presente y este hecho nos debe de llenar de esperanza.  Dios anima nuestra vida y por lo tanto en la raíz de nuestra existencia podemos encontrar siempre esa semilla de bondad.  Luchemos contra el pecado y rescatemos al pecador con toda la bondad que tengamos adentro.


Virgen María de Nagasaki
Pidamos a María Santísima, Madre amable, un corazón bondadoso, para que nuestras palabras broten de ese tesoro y resuenen en lo profundo del prójimo y lo ayuden a virar hacia Dios. Amén.

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