lunes, 18 de julio de 2011

#134: El emblema de la cruz

El emblema de la cruz es un signo de esperanza. La cruz es geométrica y silenciosa pero también es un recuerdo del acto de amor más grande registrado en la historia de la humanidad. Cristo murió en la cruz por ti y por mí, por todos nosotros. De este hecho salvífico del Redentor nace la esperanza en una mejor vida futura y la certeza de que la vida tiene sentido y vale la pena vivirla. Así Cristo redimió no solo nuestra vida futura, también la vida presente.


Conviene tener un crucifijo al menos en cada recámara y si es posible en cada habitación del hogar. La cruz nos recuerda nuestros compromisos bautismales:


  • proclamar la fe, 
  • renunciar al pecado y 
  • hacer apostolado.


La cruz se besa.  Yo besé la cruz cuando se accidentó mi padre y la besé de nuevo cuando sentí la mano de Dios en mi vida. Quizá deba besarla más seguido.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia en la que Isaías profetiza el retorno de los desterrados. La cita es Isaías 11, 10-16. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.


La profecía a partir de Isaías cambia radicalmente de destinatarios. El anuncio ya no es exclusivo para el pueblo elegido. La buena nueva es ahora para todas las naciones. La cruz es el emblema de los pueblos cristianos y Cristo vive en el cielo con su Padre. En tu lugar de trabajo, en tu escritorio, puedes tener también un crucifijo que te recuerde cada día ofrecer tu trabajo a Dios.


2. El levantará un emblema para las naciones, reunirá a los deportados de Israel y congregará a los dispersos de Judá, desde los cuatro puntos cardinales.


La cruz no es Dios, ni tampoco un ídolo hecho por los hombres. La cruz es el emblema que Dios mismo escogió para congregarnos en torno a Él. Todos los hombres están convocados a gozar de su presencia y a los cristianos de cada tiempo nos toca la tarea de invitar a todos los que no han recibido la buena noticia.


3. Habrá un camino para el resto de su pueblo. para lo que haya quedado de Asiria, como lo hubo para Israel cuando subió del país de Egipto.


La vida es un continuo peregrinar tras la cruz de Cristo, meditando en sus enseñanzas e imitando su ejemplo de vida, pero sobre todo dejando que la gracia nos transforme para dar fruto.  Así, la semilla de la fe que recibimos del bautismo no será desperdiciada y muchos por nuestro buen ejemplo aceptarán la fe y enarbolarán con sublime estima el emblema de la cruz.


Pidamos a María Santísima, rama del tronco de Jesé, que nos enseñe a morir por Cristo al pecado, a la apatía y al respeto humano para que no dudemos en anunciar el Evangelio, y no solo con palabras sino sobre todo con la bondad hecha vida. Amén.

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