jueves, 7 de julio de 2011

#131: No todo está perdido.

La deportación de los prisioneros.
El último capítulo del segundo libro de Reyes trata sobre la destrucción de Jerusalén y la deportación y esclavitud de los judíos en Babilonia. Este libro de la Sagrada Escritura termina así en tragedia y vendrán después los libros de los profetas que empezarán a hablar de buenas noticias más delante.


El pueblo elegido por Dios aparentemente pierde todo y necesita un nuevo salvador. El templo, la Casa del Señor, ha sido saqueado y destruido, y la nación judía está en peligro de extinción. El rey Sedecías es hecho prisionero y su linaje ejecutado.  


Pero no todo está perdido, los pobres permanecen en la tierra prometida y solo los ricos, los soldados y los artesanos son deportados. Los humildes y sencillos se salvan y los rebeldes sufren la esclavitud. Todo esto sucedió porque el rey y su pueblo se alejaron de Dios y perdieron su protección divina, pero no para siempre, porque Dios es fiel a sus promesas, y Dios selló una alianza con el rey David y con su descendencia. 


Recuerda que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y como hombre desciende de la casa de David. Jesucristo con su encarnación, predicación, pasión, muerte y resurrección, cumplió con todo lo que anunciaron los profetas.


Rey Nabucodonosor de Babilonia
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra el asedio y la caída de Jerusalén. La cita es 2 Reyes 25, 1-7. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.



1. Las tropas de los caldeos persiguieron al rey, y lo alcanzaron en las estepas de Jericó, donde se desbandó todo su ejército.

Al verse sitiados y vencidos por el hambre el rey Sedecías huyó de la ciudad junto con su ejército dejando atrás a los ciudadanos que debería de proteger. Un mal gobernante pone su interés propio por encima de su obligación para con su pueblo. Un mal líder, aquel que carece de integridad, no puede mantener la lealtad de sus seguidores y tarde o temprano el grupo se desbanda, y el líder pierde su poder.

A nivel personal este pasaje me hace reflexionar en el hecho de que tarde o temprano a todos nos alcanza la muerte corporal.  En ese momento tus bienes, posesiones y poderes se quedan atrás y quedas a merced de otros.

2. Los caldeos capturaron al rey y lo hicieron subir hasta Riblá, ante el rey de Babilonia, y este dictó sentencia contra él.

El rey Sedecías fue capturado y llevado ante Nabucodonosor, rey de Babilonia para ser juzgado por su rebeldía.  Tú y yo también seremos llevados ante el Rey Supremo para ser juzgados por la vida que hemos decidido vivir, por nuestras obras y afectos. La gran ventaja a diferencia de Sedecías, es que nuestro juez es Dios mismo, quién nos ama más que nadie y quiere nuestra felicidad eterna.

3. Los hijos de Sedecías fueron degollados ante sus propios ojos. A Sedecías le sacó los ojos, lo ató con una doble cadena de bronce y lo llevó a Babilonia.

La crueldad de Nabucodonosor tuvo la intención de cortar para siempre la esperanza de Sedecías en recuperar su reino, o en hacer que prevaleciera a través de sus hijos.  Sedecías no volvería a ver ni a recuperar su gloria, ni su libertad y su vida solo serviría para escarmentar a todo el pueblo y a otros enemigos del rey de Babilonia.  Este pasaje es una figura del infierno. El infierno es el lugar de los rebeldes condenados, los cuales no pueden ver a Dios ni tampoco gozan de libertad para moverse ni para hacer su voluntad. Los condenados solo sirven de escarmiento para los que piensan que a través de la rebeldía o la negación de Dios pueden liberarse.  La verdadera libertad consiste en someterse a Dios, parece una afirmación contra-intuitiva pero es cierta.



Pidamos a María Santísima, Reina del cielo, que interceda por nosotros para que cuando llegue el momento podamos gozar con ella de la visión divina en un éxtasis eterno. Amén.

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