martes, 27 de noviembre de 2012

#177: Preparación para el juicio particular.


Cuando mueras te encontrarás con Dios y recibirás un abrazo amoroso de tu Padre celestial. Sin importar lo bueno o malo que hayas sido en tu vida tendrás un momento para contemplar la verdad y experimentar la misericordia y el amor de Dios sin restricciones. 

Después comenzará tu juicio particular y podrás conocer con el libro de tu vida un panorama completo y detallado de tu vida como Dios la ve. Comenzará tu libro con páginas llenas de luz pues tu vida comenzó en amistad con Dios, después en la adolescencia comenzarán las páginas obscuras y a medida que avanzas cada vez más negras. 

Esta fue la época en la que negaste a Dios, lo sacaste de tu vida, lo cambiaste por unas monedas, unos instantes de placer o una mentira. 

Habrá también páginas llenas de luz en los días en los que recibiste los sacramentos. 

Conocerás a fondo las afortunadas consecuencias del bien que hiciste pero también el sufrimiento que continuó por el bien que dejaste de hacer.

El acusador hablará primero, hará una presentación integral de todos los bienes y todos los talentos que recibiste en tu vida y los contrastará con tu infidelidad, tu ingratitud y tus pocos frutos. “No merece el cielo”, dirá.

Después Jesucristo hablará en tu defensa. "Pero es mi hijo y mi hermano, lo amé desde el principio, antes de que él existiera ya lo amaba y morí por él en la cruz; además  cuando tuve frío me vistió, cuando tuve hambre me alimentó, cuando tuve sed me dio de beber, y  me recibió en su casa cuando no tuve dónde quedarme a dormir; y me visitó cuando estuve enfermo y preso."

La virgen María será tu testigo estelar. “Este niñito rezaba y yo recogía sus peticiones y se las presentaba a mi Hijo. Sí merece el cielo por los méritos de mi Hijo y la bondad del Padre eterno.”

Los santos que presenciarán tu juicio aplaudirán, echarán porras y estarán jubilosos, pues mucho han rezado por tu salvación y ahora estás a punto de entrar a la gloria. Sólo falta el dictamen favorable del Juez.

Esta reflexión está basada en el capítulo 39 del libro del profeta Jeremías. Haz una pausa en la lectura y encomiéndate al Espíritu Santo antes de continuar. Basta decir: “Ven Espíritu Santo, ilumíname.”

Puntos de reflexión

1. No hay escapatoria del juicio particular.

Al ver esto, Sedecías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra huyeron de la ciudad, saliendo de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta entre las dos murallas, y tomaron el camino de la Arabá. Las tropas de los caldeos los persiguieron, y alcanzaron a Sedecías en las estepas de Jericó. Lo apresaron y lo hicieron subir a Riblá, en el país de Jamat, ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, y este dictó sentencia contra él. (Jer. 39,4-5)

2. Llegarás al juicio sin posesiones materiales.

Nebuzaradán, comandante de la guardia, deportó a Babilonia al resto de la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él, y al resto de los artesanos. Sólo a los más pobres entre el pueblo, a los que no poseían nada, Nebuzaradán, comandante de la guardia, los dejó en el país de Judá, asignándoles en aquel día viñas y terrenos. (Jer. 39,10)

El estado de tu alma será visible para todos los seres celestiales. No tendrás oportunidad de cubrirte ni de disimular con hipocresía. Tu único vestido será la gracia santificante.

3. Jesucristo será tu única esperanza.

Pero yo te libraré en aquel día –oráculo del Señor– y tú no serás entregado en las manos de los hombres que temes.  Porque ciertamente yo te dejaré escapar, y no caerás bajo la espada; tu vida será para ti un botín, porque has confiado en mí –oráculo del Señor–. (Jer. 39,17-18)

Letrilla de consagración a Dios.

Te doy mi vida.
Ven y mora aquí.
Vierte tu gracia,
Sobre mí alma.
Ilumíname,
Y  transfórmame;
No permitas más,
Que me separe,
De tu Corazón.

Oraciones finales

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

María, abogada nuestra, ruega por nosotros.

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