lunes, 5 de noviembre de 2012

#173: Fiel a la verdad.


Escucharás soluciones de corto plazo para tus tribulaciones pero si te dejas guiar por el Espíritu Santo sabrás que esas soluciones tienen un costo muy alto que no vale la pena pagar.  El costo de estas soluciones es tu amistad con Dios. 

Los términos son éstos: renuncia a tu amistad con Dios y dejarás de sufrir aquello que hoy te aqueja en tu vida. No hagas caso. Mejor sigue sufriendo con paciencia un poco más, para tener asegurada tú recompensa eterna en el cielo. 

Deja que tu cruz te purifique y que la gracia de Dios te santifique. Si reemplazas tu cruz por una solución humana suspenderás tu santificación y podrás caer en rebeldía y retroceso espiritual. Con ello sufrirás más que antes, pues tendrás sufrimiento moral y buscarás escapes para adormecer a tu conciencia, hasta que un día te encontrarás enfermo, no sólo del alma sino también del cuerpo.

Esta reflexión está basada en el capítulo 28 del libro del profeta Jeremías.  Antes de seguir adelante te invito a decir conmigo: “¡Ven Espíritu Santo!”

Puntos de reflexión

1. Cuidado con los falsos profetas.

El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró. Luego dijo, en presencia de todo el pueblo: «Así habla el Señor: De esta misma manera, dentro de dos años, yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está encima del cuello de todas las naciones». Y el profeta Jeremías se fue por su camino. (Jer. 28, 10-11)

Los falsos profetas eliminan el yugo y la cruz de su predicación, porque el yugo y la cruz son la escalera al cielo, pero ellos están inspirados por el padre de la mentira, quien no vive en el cielo.

2. Hace falta aprender a escuchar.

El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: «¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira. (Jer. 28,15)

Para ser fiel a la verdad hace falta aprender a escuchar a Dios. Dios habla hoy todos los días a través de su Palabra en la Biblia, la Eucaristía y la boca de sus testigos. Dios habla a través del orden que observamos en el universo y los signos de los tiempos.

Dios pone una semilla de amor en sus hijos. La semilla crece en el silencio, el recogimiento y la oración. Dios luego cosecha frutos muy variados y admirables.

3. La planta seca no da fruto y se muere.

Por eso, así habla el Señor: Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor». (Jer. 28,16)

Aprende a dominar tu boca para que tus palabras no sean motivo de escándalo, ni confusión, ni incitación a la rebeldía. Todo lo que te aqueja velo primero con Dios y aún así ten cuidado de no mostrar ingratitud ni altanería. Imita la oración de Jesús en el huerto de los olivos. «Abba –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mc. 14,36)

Petición final

Madre del cielo, Virgen amada, anúncianos a tu Hijo y danos la claridad para distinguir entre la verdad y la mentira. Pon en nuestros corazones un compás que apunte al cielo y así podremos siempre encontrar el rumbo que nos lleve a descansar en el corazón de Dios. Esto te lo pedimos por tu intercesión y por la bondad de Dios, en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.

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