Me suele pasar, cuando llego con tiempo al Santuario de Fátima
antes de que empiece la misa, que alguien me pide que lea una de las lecturas.
Yo digo que sí y me preparo, leyendo en silencio la lectura en el misal.
Conviene tener en cuenta los siguientes puntos para hacer una
buena lectura desde el púlpito:
- Estar atento al desarrollo de la misa para subir a tiempo a leer.
- Comportarse con sumo decoro y respeto alrededor del altar pues es un lugar sagrado.
- Hacer una pausa para respirar antes de comenzar a leer y encomendarse a Dios como instrumento de Él.
- Colócate a buena distancia del micrófono para que te puedan oír, y que a la vez, el micrófono no te estorbe en la lectura.
- Omitir la sección de la liturgia que se va a leer, en otras palabras, no hace falta decir: “Primera lectura”, “Salmo responsorial”, o “Segunda lectura”.
- Menciona la fuente del texto de la lectura. Por ejemplo: “lectura del libro del profeta Jeremías.”
- Leer cada versículo de forma pausada y clara, entonando según el tipo de enunciado. Puedes poner un poco más de énfasis cuando lees palabras que alguien dijo y un poco menos de énfasis cuando la lectura es una narración, pero sin dramatizar demasiado, pues no es un cuento lo que lees, sino Palabra de Dios.
- Si la lectura está en dos páginas trata de leer el comienzo de la siguiente página sin hacer pausa entre las hojas, sobre todo si el enunciado no terminó en la primera página. Esto para evitar confusión entre los oyentes.
- Reduce tus movimientos al mínimo para que la atención de la audiencia recaiga lo más posible en la Palabra de Dios y lo menos en tu persona.
- Respeta la puntuación leyendo de corrido hasta la próxima coma o punto y haciendo una muy breve pausa entre párrafos.
- Al finalizar la lectura alza la vista y exclama: “Palabra de Dios” para que la audiencia responda: “Te alabamos Señor.”
- Retírate del altar de la misma forma que llegaste, sin distraer la atención de lo que sigue.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que
narra una orden que dio el profeta Jeremías al escriba Baruc. La cita es Jeremías
36, 4-18. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su
luz, antes de leer más adelante.
Puntos de reflexión.
1. Primero a misa.
Por eso irás tú, y leerás las
palabras del Señor en el rollo que has escrito bajo mi dictado. Lo harás a oídos del pueblo, en la Casa del Señor,
en el día del ayuno; y que lo oigan
también todos los hombres de Judá que vengan de sus ciudades. (Jer. 36,6)
El domingo es para ir a misa, rezar, reflexionar la Palabra de Dios y si
sobra tiempo para pasear y descansar en familia. Este orden de prioridades es
importante porque no hay descanso para el alma sin los Sacramentos de la
Reconciliación y la Eucaristía. Si el alma está inquieta el cuerpo no descansa
bien tampoco.
2. Pide por la
conversión de nosotros los pecadores.
Tal vez su plegaria llegue hasta el Señor, y se
vuelva cada uno de su mal camino. Porque es grande la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a
este pueblo». (Jer. 36,7)
Aprende a rezar en plural, pues lo mismo que tú necesitas, muchos otros
también lo necesitan. Así ensanchas tu corazón y creces en solidaridad para con
el prójimo.
3. Guarda el ayuno
eucarístico.
El quinto año de
Joaquím, hijo de Josías, en el noveno mes, se
convocó para un ayuno del Señor a todo el pueblo de Jerusalén y a todo el
pueblo que llegaba de las ciudades de Judá a Jerusalén. (Jer. 36,9)
Una hora antes de comulgar no pruebes comida ni bebida, así
guardarás el ayuno eucarístico y podrás comulgar si estás libre de pecado
mortal. Sí puedes tomar agua y medicinas en caso necesario. (Ver Código de Derecho Canónico N° 919 § 1)
Petición final
Te pedimos María Santísima, que nos enseñes a interceder por
nuestros hermanos a través de la oración, a fin de que obteniendo las gracias
para todos por la bondad de Dios Padre, podamos gozarnos con ellos de las
bendiciones recibidas y alabarlo juntos en la asamblea eucarística. Te lo
pedimos por Jesucristo, tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador. Amén.
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