viernes, 9 de noviembre de 2012

#175: Hoy me has traído a tu casa Señor †


     Hoy me has traído a tu casa Señor
  †Y te me has dado a ti mismo como alimento.
     He compartido tu mesa porque soy uno de los tuyos,
     Un hombre de Dios, como mi padre y mi abuelo antes lo fueron.
     Temprano escuche tú llamado y temprano, aunque no suficientemente temprano,
     Aprendí la lección.
     Tú no te has cansado de llamarme.
     Ni pierdes la esperanza que yo te escuche.
     Yo pronto me perdí en el ruido y equivoqué el camino.
     Pero tan pronto guardé silencio te encontré de nuevo.
     Pues tú siempre estás a la distancia de una genuflexión.
     Oigo tu llamado y te respondo con mis lágrimas.
     Pues no hay palabras para el amor y la gratitud que siento.
     Indigno en tu presencia.


Esta oración me la inspiró Dios después de reflexionar el capítulo 35 del libro de Jeremías. Antes de continuar con los puntos de reflexión te invito a decir conmigo: "¡Ven Espíritu Santo!"

Puntos de reflexión

1. Lleva a tus vecinos a misa.

«Ve al clan de los recabitas y habla con ellos; llévalos a la Casa del Señor, a una de las salas, y dales a beber vino». (Jer. 35,2)

Sal a misionar. Invita a tus vecinos, a tus amigos, a tus familiares, a tus colegas. Organiza un evento especial y sal a invitarlos. Ten la certeza de que Dios ya se te adelantó. Él ya los está llamando, tú tan solo vas a confirmar la respuesta de ellos.

2. Recomiéndales un buen pastor.

Los llevé a la Casa del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Igdalías, hombre de Dios, la que estaba al lado de la sala de los jefes, encima de la sala de Maasías, hijo de Salúm, guardián del umbral. (Jer. 35,4)

Mira que algunas personas pueden tener la buena intención de seguir a Dios, pero la guía de un ciego espiritual. Entonces busca un hombre de Dios, santo y fiel a la Iglesia, que los guíe por el buen camino. Sírvete de un buen confesor, un buen catequista, un buen autor, y la autobiografía de un santo.

Enseña a las personas las oraciones y los cantos que a ti te han ayudado. De ser posible reza con ellos el Santo Rosario. Desde luego aprovecha también todos los medios modernos y santos como las películas y las páginas católicas en Internet.

3. La virtud de la constancia.

Les envié incansablemente a todos mis servidores los profetas, para decirles: Vuelvan de su mal camino, enmienden sus acciones, no vayan detrás de otros dioses para servirlos, y entonces habitarán en el suelo que yo les he dado, a ustedes y a sus padres. ¡Pero ustedes no han inclinado el oído ni me han escuchado! (Jer. 35,15)

La constancia no brota de tu fuerza de voluntad, sino como respuesta de tu corazón al incansable llamado que Dios te hace a seguirlo. Si guardas silencio escucharás su amoroso llamado y serás constante en tu respuesta.


Canto y petición final

Ave, ave, ave María, 
Ave, ave, ave María.

Vuelve Madre tu rostro hacia tus hijos y cúbrenos con tu manto; muéstranos tu sonrisa y permítenos el consuelo de tus amorosas palabras que proclaman a tu Hijo Jesucristo, Nuestro Rey y Señor; a fin de que confirmados en la fe, salgamos hoy a misionar con alegría cristiana. Te lo pedimos por la bondad de Dios y por tu mismo Hijo Jesús que goza contigo por los siglos de los siglos. Amén.

Ave, ave, ave María, 
Ave, ave, ave María.




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