De joven aprendí la siguiente máxima de la Santa Madre Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir no sirve para vivir.” Estas palabras nos apuntan en la dirección correcta acerca de la importancia de la servicialidad y cómo debemos modelar nuestra vida y comportamiento para llevar una vida plena y trascendente.
Jesucristo, modelo de vida cristiana por excelencia, nos enseñó que Él no vino a ser servido sino a servir (Mt 20,28) Los cristianos, discípulos de Cristo que aprendemos de Él no sólo por sus enseñanzas sino también con su ejemplo, hacemos bien en imitarlo en esta virtud, pues en la búsqueda de la perfección cristiana Cristo nos señala que el que quiera ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos (Mc 9,35) Así vamos con este criterio certero encontrando el mejor uso del tiempo que Dios nos ha regalado.
El servicio cristiano está motivado por el amor a Dios y al prójimo. Jesucristo añade que lo que hagamos por el más pequeño de nuestros hermanos lo haremos por Él (ver Mt 25,40) o en otras palabras tiene el mismo valor de servirlo a Él, por lo que es importante descubrir a Jesús en nuestro prójimo y manifestar nuestro amor a Dios a través del servicio al prójimo, porque el apóstol San Juan nos cuestiona ¿cómo puedes decir que amas a Dios a quien no ves si no amas a tu prójimo a quien sí ves? (ver 1 Jn 4,20)
Los católicos dedicamos nuestra vida a perfeccionarnos en la caridad, ese amor que se entrega a sí mismo buscando el bien para la humanidad en general y para el prójimo cercano en lo individual. Así gastamos la vida con este ideal de amor grande y Jesús nos enseñó en la última cena que nadie tiene un amor más grande que aquél que da su vida por su amigos. (Jn 15,13) Dar la vida, es decir, gastar las horas y los días que tenemos en servicio a la familia y a los demás, sobre todo a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, recordando las palabras de nuestro Maestro, en esto reconocerán que son discípulos míos en el amor que se tengan los unos a los otros (Jn 13,35)
El Papa Francisco nos ha dejado una pauta ya famosa para el trabajo pastoral, y nos exhorta a que los pastores debemos tener olor a oveja, es decir el servicio debe ser cercano a los fieles allá donde se encuentren en necesidad. Hay que salir de nuestra comodidad y hacer tiempo para nuestros hermanos a fin de que el Dueño nos encuentre a su regreso trabajando y verifique que somos administradores buenos y fieles (ver Mt 24, 44-51)
Observando el servicio que la Santa Madre Teresa de Calcuta hacía por los moribundos un periodista le dijo que él no haría ese trabajo ni por un millón de dólares, a lo que la santa contestó que ella tampoco, que lo hacía por amor a Jesucristo presente en el moribundo. ¡Qué importante aprender a identificar esta realidad espiritual y tomar la acción acorde a la justicia!
Por último, aprendamos del ejemplo de Nuestra Santísima Madre María, mediadora de todas las gracias, que vive al servicio de la Iglesia repartiendo las gracias que necesitamos en nuestra vida para caminar por el camino de su Hijo Jesucristo.
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