viernes, 27 de enero de 2012

#157: ¡Quita las piedras de tu vida!


¿Qué significa quitar las piedras de la propia vida?;  dejemos que Cristo mismo nos explique:

El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. (Mt. 13,20-21)



Escuchar y leer la Palabra de Dios nos llena de alegría, y por ser palabra viva, echa raíces en nuestro corazón y crece con el tiempo para dar frutos de amor.  Este crecimiento en la vida espiritual depende en parte de nuestra constancia, y sobretodo de la acción del Espíritu Santo en nosotros.


Si somos constantes permaneceremos fieles a pesar de las tribulaciones de la vida y las persecuciones por la fe.  Si permanecemos fieles viviremos con alegría y paz interior.


La constancia es la virtud que nos mueve a permanecer en el camino de Jesucristo a base de esfuerzo y trabajo pero movidos sólo por el Amor, ante el cual estamos siempre en su divina presencia. La constancia es como el hijo que se apura para seguir a su padre, quien camina aprisa con mayor zancada.  La constancia también es como el padre que se detiene para darle oportunidad al hijo de alcanzarle y reposar brevemente antes de seguir.


La fuerza de voluntad para ser constante viene de:

  •  la oración.
  •  la confesión y
  •  la comunión,

 a la que los bautizados recurrimos como alimento espiritual, eficaz y bueno.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia en donde el profeta Isaías nos exhorta a preparar el camino para la venida del Salvador. La cita es Isaías 62, 1-12. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Jesucristo es el esposo.



Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios. (Is. 62,5)

Cristo, la Palabra de Dios alegra tu corazón, y tú a la vez provocas alegría en Dios. ¿Vez la reciprocidad?  Dios quiere desposarse contigo para transformarte en algo bueno y bello a sus ojos.

2. Orar con Cristo constantemente.

Sobre tus murallas, Jerusalén, yo he apostado centinelas: que nunca se queden callados, ni de día ni de noche. Ustedes, los que hacen que el Señor se acuerde, no se tomen descanso, (Is. 62,6)

Acompaña a Cristo en el ayuno en el desierto, en las noches en vela, en la transfiguración en el monte, en la resurrección de Lázaro, en su caminata sobre el agua, en el huerto de los olivos, y acompáñalo también en la cruz. Recuerda que para Cristo todo el tiempo es presente. Tú puedes estar ahí con Él ahora.

3. Cambia tu vida.

¡Pasen, pasen por las puertas, preparen el camino del pueblo, terraplenen el sendero, límpienlo de piedras, levanten un estandarte ante los pueblos! (Is. 62,10)





Que tu estilo de vida sea tierra fértil en donde la semilla de la fe germine y dé frutos de amor. Quita las piedras de tu vida, acaba con la raíz de tu inconstancia, conócete a ti mismo y pon remedio eficaz, para que la Palabra de Dios eche raíces en tu corazón.


Petición final.


Te pedimos Madre Santísima, Puerta del cielo, que mediante el rezo frecuente del Santo Rosario, aprendamos a ser constantes en la determinación de ser buenos hijos, fieles y esforzados, para trabajar en la mies del Señor.  Por Jesucristo tu Hijo que vive y reina con Dios Padre, por los siglos de los siglos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario