Alma mía, ¿quién es mi
Amado?
El Salmo 16 me responde:
Mi Amado es mi lugar seguro
donde vivo sin temor a la muerte.
Mi Amado es el mayor bien
que poseo y del que me dejo poseer.
Mi Amado es la heredad que
recibí el día de mi bautismo, gracias a mis padres y padrinos.
Mi Amado es la copa
desbordante de la que me alimento con su cuerpo y sangre divinos.
Mi Amado es un reino de
felicidad al que entro de rodillas, haciéndome chiquito.
Mi Amado es el maestro bueno
que me explica claramente las cosas, hablándole a mi corazón y a mi conciencia.
Mi Amado me acompaña siempre,
así que nunca estoy solo, aunque me gusta estar sólo con Él.
Mi Amado me estremece de
felicidad desde adentro y se me sale a sonrisas.
Mi Amado vigila mientras
duermo porque me ama.
Mi Amado me contagia de
ganas de vivir y dejar vivir. El es la fuente de toda la existencia.
Mi Amado es mi mejor amigo y
su amistad no la cambio por ninguna. Si tú eres amigo de Dios entonces también
tienes en mí a un amigo.
Hay un camino que lleva
directo a donde está mi Amado y Él me dice cómo llegar.
Tengo la esperanza de llegar
a donde está Él y abrazarlo; un momento de plenitud y gozo, un momento eterno.
Mi Amado, Jesucristo, tiene
un lugar reservado para mí, no sé si a su derecha, a su izquierda o bajo sus
pies, creo que me da lo mismo. ¡Ah!, y su Papá es un tipazo. Su Mamá ni se
diga.
A continuación te dejo todo
el salmo para que lo goces.
SALMO 16
1 Mictán de David.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio
en ti.
2 Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi
bien,
no hay nada superior a ti».
3 Ellos, en cambio, dicen a los dioses de la tierra:
«Mis príncipes, ustedes son toda mi alegría».
4 Multiplican sus ídolos y corren tras ellos,
pero yo no les ofreceré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
5 El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!
6 Me ha tocado un lugar
de delicias,
estoy contento con mi herencia.
7 Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi
conciencia!
8 Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré.
9 Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:
10 porque no me entregarás la Muerte
ni dejarás que tu amigo
vea el sepulcro.
11 Me harás conocer el camino de la
vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha.
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