miércoles, 26 de diciembre de 2012

#180: El acto de arrepentirse.


Me entristece y me avergüenza mi pecado porque estoy desnudo ante la omnipresencia de Dios. No hay mejores palabras que las del Salmista para expresar lo que siento.

El siguiente Salmo se reza todos los viernes en la Liturgia de las Horas de la Iglesia. A mí me gusta rezarlo de rodillas.

3 ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
4 ¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
5 Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
6 Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
7 yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.
8 Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
10 Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
11 Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
13 No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
14 Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
15 yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
17 Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
18 Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
19 mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
20 Trata bien a Sión por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén,
21 Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.
(SALMO 51 3,21)

Esta reflexión está basada en el capítulo 50 del libro del profeta Jeremías. Te recomiendo, si no lo has hecho aún, que invites al Espíritu Santo a que te acompañe en esta reflexion: “¡Ven Espíritu Santo!”

Puntos de Reflexión

1. La pena temporal

En aquellos días y en aquel tiempo –oráculo del Señor– vendrán los hijos de Israel, junto con los hijos de Judá; irán llorando mientras caminan y buscarán al Señor, su Dios. (Jer. 50,4)

Mira que el pecado tiene consecuencias para ti y para tu familia. No te quedes cómodo en tu pecado, regresa hoy mismo al camino para salvarte de mayores sufrimientos.

2. El propósito de enmienda

Preguntarán por el camino de Sión, con el rostro vuelto hacia ella: «¡Vengan, unámonos al Señor en una alianza eterna, inolvidable!». (Jer. 50,5)

Si no sabes el camino pregunta. Si ya lo conoces no lo pierdas de vista. ¡Cuidado!, porque hay muchas atracciones, muchos caminos vacíos de sentido. Renuncia a lo que te aleja de Dios y tendrás un dividendo eterno.

3. El testimonio

Ovejas perdidas, eso era mi pueblo: sus pastores las extraviaban, las hacían rondar por las montañas; iban de montaña en colina, olvidándose de su redil. (Jer. 50,6)

Mira que nos salvamos en rebaño. Tú también eres pastor de tu prójimo. Tu ejemplo arrastra para bien o para mal. Mejor vive y enseña a vivir la caridad y te rodearás así de la bondad de Dios.

Petición Final

Madre Santa, Virgen pura, ¿qué me queda para ofrecerte después de tantas batallas perdidas? Sólo tengo mi alma maltratada por tantas faltas y una fe muy pequeña, más pequeña que una semilla de mostaza. Tómame con tu mano segura y guía mis pasos, cubre mi desnudez con tu manto y acompáñame en la presencia de tu Hijo, pues no soy más que un pecador que no merezco al divino y dulce huésped del alma. Enséñame a decir bien mis pecados al confesor, para que con su bendición quede yo limpio y sin mácula. Te lo pido por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor y Salvador. Amén.

Oración después de la Eucaristía

Señor Jesús, que este alimento no sea para mí causa de muerte sino de vida, que me fortalezca y me mantenga unido a ti. No permitas que me separe de ti. Gloria al Padre…

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