martes, 11 de diciembre de 2012

#179: ¡Benditos los que hacen apostolado!


Te propongo para la reflexión de hoy la siguiente:

Lista de Antónimos

Mundo                Reino de Dios
Avaricia                Generosidad con el prójimo
Poder                    Sumisión a Dios
Negligencia         Aplicación al apostolado
Rebeldía               Amistad y alianza con Dios
Desprecio             Estimación por la religión
Orgullo                  Modestia y naturalidad
Altanería               Mansedumbre
Arrogancia            Sencillez
Altivez                   Humildad
Petulancia            Llaneza
Obras vanas         Frutos
Inconsistencia    Fortaleza
Idolatría               Moderación
Ostentación         Austeridad
Maldito                 Bendito

Los auténticos seguidores de Cristo viven según la segunda columna de la lista, con los valores y virtudes del Reino de Dios; los demás viven en mayor o menor medida con los valores y vicios del mundo. Te pido que repases la lista y te preguntes a ti mismo: 
  1. ¿Cuáles son mis valores y virtudes?
  2. ¿Cuáles deben de ser?


Esta lista de valores y vicios del mundo la extraje del capítulo 48 del libro del profeta Jeremías. El antónimo de cada cosa lo puse yo o lo investigué si no sabía. En este capítulo se profetiza la destrucción de la región de Moab, ya que sus habitantes viven según el mundo y no como Dios quiere.

Antes de seguir adelante te recomiendo hacer una pausa en la lectura para pedir al Espíritu Santo que te ilumine; basta decir: “Ven Espíritu Santo.”

Puntos de reflexión

1. ¡Cuidado con el espejismo de las riquezas!

Por haber confiado en tus obras y en tus tesoros, también tú serás capturado. Quemós irá hacia el destierro, con sus sacerdotes y sus príncipes. (Jer. 48,7)

El boleto de entrada al cielo se compra con tesoros espirituales:
  • obras de misericordia, 
  • obras de apostolado y
  • actos de piedad. 

¿Cuánto tienes para el boleto?

2. Bendito el que hace la voluntad de Dios.

¡Maldito el que ejecuta con negligencia el trabajo del Señor! ¡Maldito el que aparta su espada de la sangre! (Jer. 48,10)

El mismo juicio se da en este versículo para el negligente y para el homicida; ambos están malditos ante Dios. 

Si no tienes apostolado aún no te angusties, confía siempre en la misericordia de Dios, pero aplícate mientras todavía vives en el tiempo y cámbiate al rebaño de los benditos. 

Cristo te invita con estas palabras que dirige a los que hacen obras de misericordia: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,” (Mt. 25,34)

3. La soberbia es un lastre y un yugo, que estorba al apóstol, ¿de qué te glorías si nada bueno puedes hacer sin Dios?

 Yo conozco su petulancia –oráculo del Señor– sus vanas habladurías, sus obras inconsistentes. (Jer. 48,30)

Pon tu vista en Dios y date cuenta cuán ínfimo eres a lado de Dios. Hay una distancia infinita entre la importancia de Dios y la tuya, mucho más grande que tu relativa importancia y la de tu prójimo menos favorecido. Así que no hay razón para que te sientas superior a nadie, ni para que los trates como inferiores a ti. Mejor ponte listo y trátalos con humildad y caridad porque te precederán en el cielo aquellos que tú hoy consideras inferiores y servidores tuyos.

Petición final

Te pido Madre Santísima, Reina de los apóstoles, el desprendimiento suficiente de las cosas y la visión clara de mi realidad humana como Dios la ve. Dame la encomienda de hoy y ruega por mí, para que yo la cumpla con prestancia. Si en algo me he de distinguir, que sea en el servicio a Dios y a mí prójimo, pero mejor que yo pase desapercibido, porque la paga de Dios es mejor que la recompensa que me pudiera dar cualquiera de mis hermanos. Esto te lo pido en el nombre de Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador. Amén.

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