Dios te hizo de barro y Él es el alfarero. Dios es el artesano que va dando forma a tu vida. A veces las cosas no resultan como tú quieres, pero todo resulta como Dios quiere, para bien. Nadie le gana a Dios, y todas las bendiciones emanan de Él.
Si unes tu voluntad a la de Dios, si te haces menos para que Él crezca en ti, entonces tendrás paz y felicidad en unión con el Sagrado Corazón del Señor. Déjate guiar por su mano y mantente cerca de Él a distancia de un pensamiento. A ver si logras que cada tercer pensamiento sea de Dios.
En el capítulo 18 Jeremías conversa con Dios acerca del pecado y sus consecuencias. Antes de seguir adelante con la reflexión te invito a decir conmigo: “¡Ven Espíritu Santo!”
Puntos de reflexión
1. Vuelve al camino que te lleva al cielo.
Y ahora, habla en estos términos a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así habla el Señor: Miren que yo fabrico contra ustedes una desgracia y medito contra ustedes un proyecto, Vuelvan de su mal camino, enmienden su conducta y sus acciones. (Jer. 18,11)
¿Cómo puede Dios desear mi mal? No es así. Dios te quiere con Él en el cielo gozando de la vida eterna, pero el camino que llevas tiene otro destino si no te enmiendas. Es preferible un fuerte incentivo en esta vida para que te corrijas, que una condenación eterna. Además, cada pecado lleva su propia pena, sin que Dios la tenga que desear ni mandar. Entonces no te dejes seducir por la serpiente, porque lo único que logras es postergar tu felicidad y ponerla en riesgo.
2. Reconcíliate con Dios.
¡Mi pueblo, en cambio, se ha olvidado de mí! Ellos queman incienso a la Nada y han tropezado en sus caminos, en los senderos antiguos, para ir por sendas desviadas, por un camino sin trazar. (Jer. 18,15)
Hay tantos caminos que llevan al vacío y a la autodestrucción que sería muy largo nombrarlos aquí y explicar cada uno. Todos esos caminos, inspirados por el padre de la mentira, tienen en común la misma invitación del pecado original: un conocimiento reservado para unos cuantos que te dará habilidades especiales. La constatación de esas habilidades no prueba la veracidad del camino. La única prueba que tenemos para no errar de camino es constatar que Dios vive dentro de nosotros y que el Espíritu Santo va suscitando sus frutos a través de nosotros. Si no tienes frutos, es porque vas por un camino equivocado.
Acércate a un director espiritual confiable para que te guíe. Después has un examen de conciencia y confiesa tus pecados. Dios no tardará en venir a vivir dentro de ti.
3. Dios iluminará tu camino.
Ellos dijeron: «¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras». (Jer. 18,18)
Todos los católicos tenemos por los dones del Espíritu Santo acceso a estas bendiciones que los enemigos de Jeremías señalaban en el profeta. Dios te instruye, te aconseja y pone sus palabras en tu boca. Puedes preguntarle a Dios: ¿ahora qué hago?, y seguro tendrás una respuesta, tan clara como pura tengas el alma, para escuchar sin interferencia la voz de tu Creador.
Petición final
Santísima Virgen María, Reina de los confesores, ruega por nosotros para que siempre tengamos durante nuestra vida terrenal acceso a un santo confesor, en especial en vísperas de la muerte, pero también cada vez que lo requiramos, a fin de que purificados de nuestros pecados y bendecidos con la gracia santificante del Sacramento, podamos proclamar la grandeza de Dios con nuestras buenas acciones. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro. Amén.
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