Dios se compadece de ti. El se conmueve por tu sufrimiento y se apiada de tu situación. Dios te acompaña en tu dolor y se acerca a ti para aliviarte y transformarte desde adentro.
Dios quiere salvarte y librarte de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias. Dios quiere protegerte del mal y de la violencia, para que vivas en plenitud.
¿Te podrás resistir a tanto amor? Para qué resistirse, si Él es tu destino, ¿acaso no es mejor llegar cuanto antes?
El capítulo 15 de Jeremías nos llama a la conversión. Pidamos ahora la luz del Espíritu Santo para reflexionar algunos versículos de este pasaje. “¡Ven Espíritu Santo!”
Puntos de reflexión
1. Dios se interesa por ti.
¿Quién tendrá piedad de ti, Jerusalén, y quién se condolerá por ti? ¿Quién se apartará de su camino para averiguar cómo estás? (Jer. 15, 5)
Dios es el amigo que te pregunta: “¿cómo estás?” Él está realmente interesado en tu respuesta. No es tan solo una pregunta de cortesía, sino una encuesta existencial con motivo de tu persona. Dile a Dios cómo te encuentras, qué te preocupa, cuáles son tus anhelos, y pon todo en sus manos providenciales.
2. Puedes experimentar a Dios a través de su Palabra.
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos. (Jer. 15, 16)
Como hijos de Dios llevamos su apellido, y puedes con justicia agregar “de Dios” después de tu nombre y tú apellido, pues Jesucristo te ha ganado para Dios y eres de Dios. Dilo ahora en voz alta: Soy <nombre completo> de Dios.
Para tener una experiencia de Jesucristo, basta leer algunas páginas del Evangelio, y constatar cómo aquellas palabras te interpelan y parecieran estar dirigidas a ti. El Evangelio es la buena noticia que debe de ser anunciada a todos porque está dirigida a todos. Y como buena noticia el Evangelio es motivo de profunda alegría.
3. Dios te invita a ser su testigo.
Por eso, así habla el Señor: Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. (Jer. 15, 19)
Si escoges a Dios, has escogido lo mejor. Has recibido su bondad y experimentado su misericordia y su compasión. Ahora ve y has tú lo mismo con todos. Sé testigo del amor de Dios y ama tú también para que otros descubran a Dios a través tuyo.
Petición final
Madre Santísima, Trono de sabiduría, te pedimos tu guía y consejo, para que sepamos acercarnos a la Fuente de agua viva y saciarnos, a fin de que experimentemos el gozo, y en unión con Dios aprendamos a vivir la compasión hacia nuestros hermanos más enfermos y necesitados. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y Nuestro Señor. Amén.
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