martes, 22 de noviembre de 2011

#145: De libertad y libertadores

La libertad que quiero es la posibilidad de ser feliz, porque si soy libre, pero no soy feliz, entonces estaré atado a mi tristeza, y no tendré verdadera libertad.  La libertad verdadera es condición esencial para que el ser humano sea plenamente feliz.


Quiero ser libre de:

  • la opresión,
  • la injusticia,
  • la violencia,
  • los vicios,
  • el pecado,
  • el error y
  • la muerte (el infierno).

Para ser verdaderamente libre requiero un libertador, porque sin alguien que me libere no puedo realizarme como persona.  Todos necesitamos un libertador, pues no somos autosuficientes, ni al nacer ni al crecer, ni siquiera al envejecer.


Los primeros libertadores son los propios padres, después los maestros, los directores espirituales y los líderes de la sociedad.  Todos estos libertadores son imagen imperfecta del único libertador  verdadero que es Dios Nuestro Señor.  


Dios nos libera si nos acercamos a Él y pedimos su ayuda. Sólo así podemos aspirar a la libertad y la felicidad plena, porque la felicidad plena es la unión con Dios en su Iglesia.

La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la venida del libertador que liberará al pueblo de Israel. La cita es Isaías 41, 1-5. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Un rey guerrero se aproxima y liberará al pueblo escogido.

¿Quién suscitó desde el Oriente a aquel a quien la victoria le sale al paso? ¿Quién le entrega las naciones y le somete a los reyes? Su espada los reduce a polvo, su arco, a paja que se avienta. (Is. 41, 2)

El pueblo judío en este pasaje de la Biblia vive esclavizado en Babilonia y Ciro ha sido enviado por Dios para liberarlos.  Ya no tendrán que vivir sometidos a un emperador pagano ni serán obligados a adorar a falsos dioses.  El pueblo judío podrá regresar a Jerusalén y adorar al verdadero Dios en el templo, como lo hicieron sus antepasados.


Dios quiere que los hombres de todos los tiempos y épocas vivamos libres para encontrarnos con Él y relacionarnos con Él, y por eso la libertad de conciencia y la libertad de religión son derechos humanos fundamentales, acordes a nuestra dignidad y esencia;  valóralos y defiéndelos.

2. Este rey guerrero no es el Mesías.

El los persigue y pasa sano y salvo, sin tocar el camino con sus pies. (Is. 41, 3)

Ciro es el libertador que pueden reconocer por sus victorias y porque no sigue la religión de los judíos; no "toca" el camino.  La libertad que Ciro ofrece es, en el mejor de los casos, parcial y muy probablemente representa el cambio de un tirano por otro.  Ciro es más de lo mismo, pero al menos bajo su reinado podrán regresar a Jerusalén.

No confundamos al Mesías con otros libertadores.  El Mesías no es un libertador cualquiera.  Al Mesías lo reconocemos porque sigue el camino sin desviarse a la derecha ni a la izquierda, y a la vez, Él es el camino.


El Mesías es Cristo, y Él es el único libertador que me puede otorgar la libertad plena.

 3. El verdadero redentor será Dios mismo, el Santo de Israel.

¿Quién obró así, quién hizo esto? El que llama a las generaciones desde el principio, yo, el Señor, el Primero, y que seré el mismo al final. (Is. 41, 4)

La liberación es obra de Dios.  Él nos llama a ser verdaderamente libres y a entrar en comunión con Él.  Dios es Señor y nunca esclavo. Dios es el mismo hoy y siempre: perfecto, inmutable, verdadero, justo, misericordioso, amoroso y providente.


Pidamos a María Santísima, Madre de Cristo, que nos enseñe a someternos a Dios y a renunciar a nuestra propia voluntad, a fin de que libres ya de toda atadura, podamos vivir plenamente nuestra vocación de ser imagen y semejanza divina. Amén.

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