No vale la pena seguir un camino que caduca ni practicar un método que se vuelve obsoleto. No merece mi tiempo una ideología de moda ni una teoría que aspira a ley pero que se queda corta.
En cambio, el camino de Cristo soporta la prueba del tiempo y la ley de Dios es inmutable. Esto sí merece mi tiempo. La verdad verdadera no caduca por lo que no pierdo el tiempo sí voy tras ella.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la venida del Mesías. La cita es Isaías 40, 1-8. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.
Puntos de reflexión.
1. Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.(Is. 40,2)
La verdad se distingue porque penetra el corazón y lo desborda. Al desbordarlo se comunica a otros, no se puede contener. La verdad pone remedio a la tristeza que dejó el pecado y sus efectos, y llena de esperanza. Cristo es el camino y Cristo es la verdad. El viene a salvarnos y a limpiar nuestros pecados para que podamos tener esperanza en una vida plena.
2. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor. (Is. 40,5)
Cristo es la palabra que sale de la boca del Señor, el Verbo encarnado. Cristo es la manifestación humana y divina de la gloria del Señor.
Aquellos que se preparen para recibir la verdad lo van a reconocer como verdadero y único Dios. Para estar preparados necesitamos renunciar al pecado, porque el pecado ciega y acota el razonamiento, limita el cerebro a lo que percibe por sus sentidos y su imaginación, al tiempo que pierde sensibilidad espiritual.
3. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre». (Is. 40,8)
Todo pasa pero Dios permanece y todo lo que Él nos ha enseñado tiene vigencia eterna. La palabra de Dios nunca caduca. No tengas miedo de creer en su palabra.
Pidamos a María Santísima, que animados por la fe, nunca nos falte el alimento diario de la Palabra de Dios. Así sea.
En cambio, el camino de Cristo soporta la prueba del tiempo y la ley de Dios es inmutable. Esto sí merece mi tiempo. La verdad verdadera no caduca por lo que no pierdo el tiempo sí voy tras ella.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la venida del Mesías. La cita es Isaías 40, 1-8. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.
Puntos de reflexión.
1. Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.(Is. 40,2)
La verdad se distingue porque penetra el corazón y lo desborda. Al desbordarlo se comunica a otros, no se puede contener. La verdad pone remedio a la tristeza que dejó el pecado y sus efectos, y llena de esperanza. Cristo es el camino y Cristo es la verdad. El viene a salvarnos y a limpiar nuestros pecados para que podamos tener esperanza en una vida plena.
2. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor. (Is. 40,5)
Cristo es la palabra que sale de la boca del Señor, el Verbo encarnado. Cristo es la manifestación humana y divina de la gloria del Señor.
Aquellos que se preparen para recibir la verdad lo van a reconocer como verdadero y único Dios. Para estar preparados necesitamos renunciar al pecado, porque el pecado ciega y acota el razonamiento, limita el cerebro a lo que percibe por sus sentidos y su imaginación, al tiempo que pierde sensibilidad espiritual.
3. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre». (Is. 40,8)
Todo pasa pero Dios permanece y todo lo que Él nos ha enseñado tiene vigencia eterna. La palabra de Dios nunca caduca. No tengas miedo de creer en su palabra.
Pidamos a María Santísima, que animados por la fe, nunca nos falte el alimento diario de la Palabra de Dios. Así sea.
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