En este tiempo de Adviento, Cristo quiere venir para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas. (Is. 42,7). Ciego en el sentido espiritual es aquel que no puede ver por las escamas que el pecado ha colocado en sus ojos, en otras palabras, ciego es el que ha desaprovechado el don de entendimiento y vive sin ver la vida desde Dios.
El ciego es preso de sus pecados y vive en una cárcel de amargura y soledad, sin darse cuenta que él mismo tiene la llave para salir de su prisión. El mismo tiene el interruptor para encender la luz. Basta con abrir tu corazón a Dios y dejar que te purifique.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías hecha en el Siglo VIII a.C., en torno a la venida del Mesías. La cita es Isaías 42, 1-25. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.
Puntos de reflexión.
1 Profecía de la epifanía de Jesucristo.
Siglos más tarde desde el cielo bajará una paloma y se oirá la voz de Dios repitiendo la esencia de este mensaje. (Ver. Lc. 3,22) Cristo viene enviado por Dios para hacer mejor todas las cosas.
Esta cita es a la vez un excelente plan de vida:
Siglos más tarde, después del anuncio del Arcángel Gabriel a María de Nazaret, sabemos que ella concibió al Hijo de Dios.
(Ver Lc. 1,31)
Cristo viene a instaurar la nueva alianza. Esta alianza es un pacto de fidelidad y bendición. A nosotros nos toca ser fieles y a Dios bendecirnos. Esta nueva alianza no es ya exclusiva de un pueblo elegido, sino que es ahora para todas las naciones.
Cristo viene también para guiarnos con la luz del Espíritu Santo por el camino a la felicidad. La vida de gracia mantiene la luz encendida para que no nos desviemos ni a la derecha ni a la izquierda del camino.
Siglos más tarde, Cristo será juzgado, condenado y torturado hasta la muerte, a fin de salvarnos y reunirnos a todos en torno a su Sagrado Corazón. (Ver Jn. 12, 32)
Cristo viene a morir por mis pecados. El sacrificio de Cristo más mi conversión y vida cristiana me permitirán acceder al cielo. Sin su sacrificio infinito no habría méritos suficientes en toda la humanidad para lograr la salvación.
Infinito + 1 = salvación eterna*
*Súmate también tú a esta ecuación de amor.
Pidamos a María Santísima, Madre del Salvador, que movidos por la Buena Noticia de la venida de Cristo, podamos abrir nuestro corazón a Dios y purificados por su amor, vivamos fielmente la vida que más frutos pueda rendir. Amén.
El ciego es preso de sus pecados y vive en una cárcel de amargura y soledad, sin darse cuenta que él mismo tiene la llave para salir de su prisión. El mismo tiene el interruptor para encender la luz. Basta con abrir tu corazón a Dios y dejar que te purifique.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías hecha en el Siglo VIII a.C., en torno a la venida del Mesías. La cita es Isaías 42, 1-25. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.
Puntos de reflexión.
1 Profecía de la epifanía de Jesucristo.
Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en
quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho
a las naciones. (Is. 42, 1)
Siglos más tarde desde el cielo bajará una paloma y se oirá la voz de Dios repitiendo la esencia de este mensaje. (Ver. Lc. 3,22) Cristo viene enviado por Dios para hacer mejor todas las cosas.
Esta cita es a la vez un excelente plan de vida:
- Servir a Dios (Este es mi Servidor)
- Vivir de su providencia divina (a quien yo sostengo)
- Responder a la propia vocación (mi elegido)
- Dar gloria a Dios (en quien se complace mi alma)
- Vida sacramental (Yo he puesto mi espíritu sobre él)
- Apostolado (para que lleve el derecho a las naciones)
2 Profecía de la encarnación de Jesucristo
Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la
mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las
naciones, (Is. 42,6)
Siglos más tarde, después del anuncio del Arcángel Gabriel a María de Nazaret, sabemos que ella concibió al Hijo de Dios.
(Ver Lc. 1,31)
Cristo viene a instaurar la nueva alianza. Esta alianza es un pacto de fidelidad y bendición. A nosotros nos toca ser fieles y a Dios bendecirnos. Esta nueva alianza no es ya exclusiva de un pueblo elegido, sino que es ahora para todas las naciones.
Cristo viene también para guiarnos con la luz del Espíritu Santo por el camino a la felicidad. La vida de gracia mantiene la luz encendida para que no nos desviemos ni a la derecha ni a la izquierda del camino.
3 Profecía de la pasión de Jesucristo
«Yo permanecí callado mucho tiempo, guardé silencio y me
contuve; ahora gimo como una parturienta, me sofoco y estoy jadeante. (Is. 42, 14)
Siglos más tarde, Cristo será juzgado, condenado y torturado hasta la muerte, a fin de salvarnos y reunirnos a todos en torno a su Sagrado Corazón. (Ver Jn. 12, 32)
Cristo viene a morir por mis pecados. El sacrificio de Cristo más mi conversión y vida cristiana me permitirán acceder al cielo. Sin su sacrificio infinito no habría méritos suficientes en toda la humanidad para lograr la salvación.
Infinito + 1 = salvación eterna*
*Súmate también tú a esta ecuación de amor.
Pidamos a María Santísima, Madre del Salvador, que movidos por la Buena Noticia de la venida de Cristo, podamos abrir nuestro corazón a Dios y purificados por su amor, vivamos fielmente la vida que más frutos pueda rendir. Amén.