sábado, 14 de mayo de 2011

#116: No escondas el manto de profeta.

San Matías Apóstol
Cuando eras un bebé recibiste el sacramento del Bautismo. No hay regalo más grande que puedas recibir de tus padres después de la vida.  El Bautismo que recibiste es un don transmitido de generación en generación a través de los siglos gracias a la sangre de innumerables mártires que mantuvieron viva la fe.


Por el Bautismo eres hoy hijo de Dios; este título es más importante que cualquier otro.  Ser hijo de Dios es más importante que ser príncipe, heredero o hijo de famosos.  Los hijos de Dios somos herederos del cielo por virtud del sacrificio de Jesucristo.


Los profetas de antaño recibían el Espíritu Santo directamente de Dios o de otros profetas. Los profetas vestían un manto, ayudaban a la gente y hablaban la palabra de Dios en los tiempos en los que la Sagrada Escritura no se había todavía escrito.  Tú también recibiste el Espíritu Santo en tu Bautismo. Tú también eres profeta.  Deja que Dios ayude a tus hermanos a través de ti.

Elías arrebatado al cielo.
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra el momento en el que Elías fue arrebatado al cielo. La cita es 2 Reyes 2, 1-13. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.

1. Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré.


La primera cualidad de un profeta es la fidelidad. No se puede ser buen profeta si abandonamos a Dios.  Es preciso mantenernos unidos a la fuente de gracia para que fluya a través nuestro el bien que Dios quiere hacer. En la práctica está fidelidad se vive en la Iglesia que es el cuerpo místico de Cristo.  Nosotros somos los fieles que amamos y defendemos a la Iglesia, porque en ella está presente Dios de muchas maneras en:

  • su Vicario,
  • el Sagrario,
  • los Sacramentos,
  • sus Sacerdotes y
  • cada uno de sus miembros pues somos templos del Espíritu Santo.

2. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó las aguas. Estas se dividieron hacia uno y otro lado, y así pasaron los dos por el suelo seco.


La segunda cualidad del profeta es la pureza.  El mundo abunda en pecado y en oportunidades de pecar, lo cual representa un obstáculo para la vida de gracia pero no un impedimento.  El Espíritu Santo que te mueve puede más que cualquier realidad adversa.  Tú puedes caminar por la vida en santidad si obedeces a tu conciencia. No te preocupes si los que te ven te consideren loco, pues Dios te ve también y Él entiende tus esfuerzos y tus intenciones.


3. Luego recogió el manto que se le había caído a Elías de encima, se volvió y se detuvo al borde del Jordán.


La tercera cualidad del profeta es la vida de oración.  El profeta está en constante diálogo con Dios, máxime en los momentos importantes del día.  No hay obstáculo infranqueable para el que ora con fe.  La fe mueve montañas. Si la obediencia a Dios te lleva hasta un obstáculo, basta la oración para que el obstáculo se remueva.


Asunción de la Virgen María
Pidamos a María Santísima, Reina de los profetas, que nos enseñe a imitar sus virtudes, a valorar el Bautismo y a vivir con la conciencia de ser hijos de Dios. Madre, ayúdame a ser el hijo que tú quieres que sea. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario