domingo, 8 de mayo de 2011

#115: La trampa del futuro.

El propósito de una trampa es hacer caer a la presa. Las trampas consisten en dos elementos: una carnada y un medio de sujeción de la presa.  La presa desea la carnada y el trampero desea la presa. Una vez que la presa trata de adueñarse de la carnada, la trampa se acciona y la presa queda atrapada.


La curiosidad humana por conocer el futuro sirve de carnada para el padre de la mentira.  Los servidores del padre de la mentira ofrecen a sus clientes descifrarles el futuro, pero el mensaje descifrado es transmitido según lo que le conviene al padre de la mentira.  En esto consiste la trampa, en que a partir de esa información demoníaca, tú tomes decisiones que te alejen de Dios.


El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2115 nos enseña que Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra la muerte del rey Ocozías profetizada por Elías en Israel. La cita es 1 Reyes 22, 52-54 y 2 Reyes 1, 1-18. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Ellos le dijeron: «Un hombre nos salió al encuentro y nos dijo: Vuelvan a ver al rey que los ha enviado y díganle: Así habla el Señor: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que tú mandes a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón? Por eso, no te levantarás del lecho en el que te has acostado, porque morirás irremediablemente».


El rey Ocozías sufrió un accidente y en su dolor quiso saber si sanaría, por lo que envió a sus súbditos a consultar a los profetas falsos.  Los súbditos se encontraron con Elías en el camino y regresaron con el mensaje de parte de Dios, informándole al rey que moriría de sus heridas.  Dios no castigó a Ocozías con la muerte, sino que por misericordia le envió un mensaje para que se preparara a una buena muerte.  Piensa que de haber recibido un mensaje falso, el rey podría haber muerto sin estar espiritualmente preparado.  La muerte es tu futuro certero, así que prepárate tú también para una buena muerte, mediante una vida de unión con Dios.


2. Ellos le respondieron: «Era un hombre con un manto de piel y con un cinturón de cuero ajustado a la cintura. Entonces el rey exclamó: «¡Es Elías, el tisbita!».


El rey Ocozías reconoció a Elías por la descripción de sus vestidos.  Siglos más tarde Juan Bautista también se vestiría como profeta de forma similar con pelos de camello y cinturón de cuero.  ¿Tú cómo te vistes?  ¿La gente cuando te ve reconoce quién es tu Padre?  Me refiero al Padre celestial; porque los hijos del padre de la mentira también tienen formas de vestirse, usan amuletos y demás.  Tú vístete de manera que tu ropa y tu arreglo personal den testimonio de tu fe y no seas esclavo de la moda. 


3. El rey murió, conforme a la palabra del Señor que había pronunciado Elías. En lugar de él reinó su hermano Joram, en el segundo año de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá; porque Ocozías no tenía hijos.


El rey Ocozías murió sin herederos.  Ante un futuro cada vez más incierto, muchos laicos están decidiendo no tener hijos.  Yo te recomiendo que confíes en la divina providencia.  Si Dios te regala un hijo, Él te ayudará a criarlo.


Pidamos a María Santísima, Madre de Dios, que nos enseñe a confiar en la Divina Providencia, como ella confió en tantos momentos de su vida: anunciación, nacimiento, emigración, viudez, crucifixión, y asunción, para que los cristianos recibamos cada día con gratitud y esperanza. Amén.

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