Lee las siguientes cinco frases despacio:
Dios pudo crear a
otro y te creó a ti…
Dios pudo dar vida a
otro y te la dio a ti…
Dios pudo morir por
otro y murió por ti…
Dios pudo elegir a
otro y te eligió a ti…
Dios puede amar a otro
y te ama a ti…
Vuélvelas a leer.
Léelas una tercera vez.
¿Qué respuesta nace en tu corazón?
La siguiente reflexión está basada en el capítulo 2 del libro del profeta Amos. Te recomiendo pedir ahora conmigo luz al Espíritu
Santo antes de continuar. “¡Ven Espíritu Santo!”
Puntos de reflexión
1. Pudo ser otro y
fuiste tú.
¡Y pensar que yo
destruí ante ellos al amorreo, cuya altura era igual a la de los cedros y que
era fuerte como las encinas: arranqué su fruto por arriba y sus raíces por
debajo! (Amos 2,9)
Hay muchos mejores que tu, pero Dios te eligió, para que los
hombres no duden en reconocer su mano y darle gloria al ver tus obras.
Ciertamente vienen de Dios.
2. Dios te dio un hogar.
Y a ustedes, los hice
subir del país de Egipto y los conduje cuarenta años por el desierto, para que
tomaran en posesión el país del amorreo. (Amos 2,10)
Una pregunta: en la casa donde vives, la casa que Dios te
dio, ¿a Dios se le recibe como Padre o como extraño?
Ordena tu casa y manténla
ordenada. Despeja un rincón para rezar
en silencio.
3. Dios te suscita.
Yo suscité profetas
entre sus hijos y nazireos entre sus jóvenes; ¿no es así, israelitas? –oráculo
del Señor–. (Amos, 2,11)
Amos transmite las palabras que aprende de Dios y por eso
sus palabras son fuente de vida. Hacemos caso omiso de sus palabras bajo
nuestro propio riesgo. Riesgo de muerte.
Tú también ve y habla las palabras que avancen al prójimo en
el conocimiento del Padre. Calla lo demás.
Petición final
Madre Santísima, Virgen prudentísima, enséñame lo que tengo
que decir y lo que tengo que callar, cuando tu Padre me visite y tus hijos me
soliciten. Te lo pido por tu Hijo Jesucristo, Nuestro Señor y Salvador. Amén.
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