Gracias a Cristo sé:
- que Dios existe,
- y que me ama,
- y que tiene un Reino,
Porque Cristo:
- anuncia a Dios,
- nos habla de su Reino
- y además es Dios mismo.
Esta reflexión está basada en el capítulo 6° del libro del
profeta Oseas. Te invito a pedir junto conmigo la ayuda al Espíritu Santo, para
que podamos entender y hacer vida el mensaje que Dios nos ha querido transmitir
hoy en estos versículos.
Puntos de Reflexión.
1. Sólo un Evangelio
para siempre.
«Vengan, volvamos al
Señor: él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará
nuestras heridas. (Oseas, 6,1)
Cristo nos anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios, al
cual tenemos ahora acceso todos los seres humanos, por su piel desgarrada y su sangre
derramada durante su pasión y muerte.
No hace falta buscar
la verdad en otra parte. No hace falta complementar la sabiduría de Dios con
otra sabiduría humana. No hay novedad, ni moda filosófica que nos ponga en
ventaja con respecto a las generaciones pasadas después de Cristo.
Nos basta la Revelación y muchos santos en la historia de la
Iglesia nos dan constancia de esto.
2. Seguimos a Cristo
resucitado.
Después de dos días
nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia.
(Oseas 6,2)
Oseas profetiza lo que nosotros ya sabemos, que Cristo
resucitó al tercer día. Cristo venció la muerte y lo mismo quiere hacer por
nosotros. Cristo quiere que tengamos vida eterna como ciudadanos del Reino de
Dios, para que vivamos en presencia del que da la vida y la existencia a todas
las creaturas.
Alejados de Dios no hay vida y los caminos que llevan a la
muerte son fáciles de reconocer, porque están decorados con signos:
- de muerte,
- enfermedad,
- depresión,
- adicciones,
- infecundidad y/o
- autosuficiencia.
Si te ves rodeado de estos signos vuelve al
camino de Cristo.
3. Estamos hechos de buen
barro.
Esforcémonos por
conocer al Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como
la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra». (Oseas 6,3)
Dios nos formó y sopló vida en nosotros. Así como el sol y el agua permiten que la
tierra sea fecunda, así la gracia de Dios derramada como agua sobre cada uno de
nosotros nos posibilita para dar fruto y tener vida nueva, renovada.
Dios ilumina, sostiene, da fecundidad y sentido a nuestras
vidas.
Petición final
Te pedimos Madre Santísima, Estrella de la mañana, que así
como das constancia de la aurora, nos indiques también con claridad el camino que
debemos de seguir, para vivir como verdaderos cristianos, fieles devotos de tu
Hijo Jesucristo y testigos de su resurrección, mediante la abundancia de
alegría y esperanza que desborden de nuestros corazones. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.