Ya nos hace falta un gobernante santo que sirva de modelo
contemporáneo para los líderes políticos.
Ciertamente tenemos al Beato Juan Pablo II como excelente modelo de estadista
mundial y pontífice, pero nos vendría bien un presidente santo.
Para encontrar un santo entre los líderes de los países tenemos
que remontarnos en la historia a los reyes europeos de siglos anteriores, y aún
así hallaremos pocos. La historia moderna no ha producido un presidente que la
Iglesia haya proclamado santo.
A falta de uno, podemos remitirnos a la Palabra de Dios para
conocer el comportamiento que a Dios le gustaría ver en nuestros líderes.
La siguiente reflexión está basada en el capítulo 46 del
libro del profeta Ezequiel. Te
recomiendo hacer una oración para pedir al Espíritu Santo la luz para entender
y la gracia para que la reflexión dé fruto en ti y en los que te acompañan por
la vida.
Puntos de reflexión
1. Piadoso
El príncipe estará en
medio de ellos: entrará cuando ellos entren y saldrá cuando ellos salgan. (Ez
46,10)
Un presidente santo acude al templo con su pueblo y se
encomienda a Dios y pide por su pueblo.
2. Humilde
Cuando el príncipe
presente una ofrenda voluntaria, un holocausto o un sacrificio de comunión como
ofrenda voluntaria al Señor, se le abrirá la puerta que mira hacia el este. El
ofrecerá su holocausto y sus sacrificios de comunión como lo hace el día
sábado; luego saldrá, y la puerta se cerrará cuando haya salido (Ez 46,12)
Un presidente santo es humilde y pone su vida y su trabajo
al servicio del pueblo, cuidando de los ciudadanos que Dios le ha encomendado.
Dios es su jefe máximo y dedica sus horas a consolidar un país de justicia, paz
y solidaridad.
3. Honesto
El príncipe no tomará
nada de la herencia del pueblo para privarlo de lo que le pertenece: sólo de su
propio patrimonio legará bienes a sus hijos, para que mi pueblo no se disperse,
al ser privado de su propiedad. (Ez 46,18)
Un presidente santo respeta la propiedad ajena, el fruto del
trabajo ajeno, y sobre todo, el derecho a una vida digna de sus conciudadanos,
en el pleno respeto de sus derechos humanos desde la concepción hasta la muerte
natural.
Cada uno es cabeza de su hogar o lo será pronto en el
futuro. También estas virtudes aplican
igual para el hogar. Necesitamos más padres y madres de familia con estas
virtudes: piadosos, humildes y honestos; así serán ejemplo para las futuras
generaciones.
Petición final
Madre de bondad, Virgen Santísima, te rogamos por nuestros
gobernantes y te pedimos por nuestras familias, cuna de los futuros
gobernantes. Que en ellos reine Cristo en sus corazones y que las familias se reúnan
en torno tuyo a pedirte la intercesión por los pecadores. Amén.
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