miércoles, 20 de junio de 2012

#167: ¿Ahora qué hago?

Dios te hizo de barro y Él es el alfarero.  Dios es el artesano que va dando forma a tu vida. A veces las cosas no resultan como tú quieres, pero todo resulta como Dios quiere, para bien. Nadie le gana a Dios, y todas las bendiciones emanan de Él.
Si unes tu voluntad a la de Dios, si te haces menos para que Él crezca en ti, entonces tendrás paz y felicidad en unión con el Sagrado Corazón del Señor. Déjate guiar por su mano y mantente cerca de Él a distancia de un pensamiento. A ver si logras que cada tercer pensamiento sea de Dios.
En el capítulo 18 Jeremías conversa con Dios acerca del pecado y sus consecuencias. Antes de seguir adelante con la reflexión te invito a decir conmigo: “¡Ven Espíritu Santo!”
Puntos de reflexión
1.       Vuelve al camino que te lleva al cielo.
Y ahora, habla en estos términos a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así habla el Señor: Miren que yo fabrico contra ustedes una desgracia y medito contra ustedes un proyecto, Vuelvan de su mal camino, enmienden su conducta y sus acciones. (Jer. 18,11)
¿Cómo puede Dios desear mi mal? No es así. Dios te quiere con Él en el cielo gozando de la vida eterna, pero el camino que llevas tiene otro destino si no te enmiendas. Es preferible un fuerte incentivo en esta vida para que te corrijas, que una condenación eterna. Además, cada pecado lleva su propia pena, sin que Dios la tenga que desear ni mandar. Entonces no te dejes seducir por la serpiente, porque lo único que logras es postergar tu felicidad y ponerla en riesgo.
2.       Reconcíliate con Dios.
¡Mi pueblo, en cambio, se ha olvidado de mí! Ellos queman incienso a la Nada y han tropezado en sus caminos, en los senderos antiguos, para ir por sendas desviadas, por un camino sin trazar. (Jer. 18,15)
Hay tantos caminos que llevan al vacío y a la autodestrucción que sería muy largo nombrarlos aquí y explicar cada uno.  Todos esos caminos, inspirados por el padre de la mentira, tienen en común la misma invitación del pecado original: un conocimiento reservado para unos cuantos que te dará habilidades especiales.  La constatación de esas habilidades no prueba la veracidad del camino. La única prueba que tenemos para no errar de camino es constatar que Dios vive dentro de nosotros y que el Espíritu Santo va suscitando sus frutos a través de nosotros. Si no tienes frutos, es porque vas por un camino equivocado. 
Acércate a un director espiritual confiable para que te guíe.  Después has un examen de conciencia y confiesa tus pecados. Dios no tardará en venir a vivir dentro de ti.
3.       Dios iluminará tu camino.
Ellos dijeron: «¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras». (Jer. 18,18)
Todos los católicos tenemos por los dones del Espíritu Santo acceso a estas bendiciones que los enemigos de Jeremías señalaban en el profeta.  Dios te instruye, te aconseja y pone sus palabras en tu boca. Puedes preguntarle a Dios: ¿ahora qué hago?, y seguro tendrás una respuesta, tan clara como pura tengas el alma, para escuchar sin interferencia la voz de tu Creador.
Petición final
Santísima Virgen María, Reina de los confesores, ruega por nosotros para que siempre tengamos durante nuestra vida terrenal acceso a un santo confesor, en especial en vísperas de la muerte, pero también cada vez que lo requiramos, a fin de que purificados de nuestros pecados y bendecidos con la gracia santificante del Sacramento, podamos proclamar la grandeza de Dios con nuestras buenas acciones. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro. Amén.

martes, 19 de junio de 2012

#166: ¿Cómo estás?

Dios se compadece de ti. El se conmueve por tu sufrimiento y se apiada de tu situación.  Dios te acompaña en tu dolor y se acerca a ti para aliviarte y transformarte desde adentro.
Dios quiere salvarte y librarte de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias. Dios quiere protegerte del mal y de la violencia, para que vivas en plenitud.
¿Te podrás resistir a tanto amor? Para qué resistirse, si Él es tu destino, ¿acaso no es mejor llegar cuanto antes?
El capítulo 15 de Jeremías nos llama a la conversión. Pidamos ahora la luz del Espíritu Santo para reflexionar algunos versículos de este pasaje. “¡Ven Espíritu Santo!”
Puntos de reflexión
1. Dios se interesa por ti.
 ¿Quién tendrá piedad de ti, Jerusalén, y quién se condolerá por ti? ¿Quién se apartará de su camino para averiguar cómo estás? (Jer. 15, 5)
Dios es el amigo que te pregunta: “¿cómo estás?”  Él está realmente interesado en tu respuesta. No es tan solo una pregunta de cortesía, sino una encuesta existencial con motivo de tu persona. Dile a Dios cómo te encuentras, qué te preocupa, cuáles son tus anhelos, y pon todo en sus manos providenciales.
2. Puedes experimentar a Dios a través de su Palabra.
 Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos. (Jer. 15, 16)
Como hijos de Dios llevamos su apellido, y puedes con justicia agregar “de Dios” después de tu nombre y tú apellido, pues Jesucristo te ha ganado para Dios y eres de Dios.  Dilo ahora en voz alta: Soy <nombre completo> de Dios.
Para tener una experiencia de Jesucristo, basta leer algunas páginas del Evangelio, y constatar cómo aquellas palabras te interpelan y parecieran estar dirigidas a ti.  El Evangelio es la buena noticia que debe de ser anunciada a todos porque está dirigida a todos.  Y como buena noticia el Evangelio es motivo de profunda alegría.
3. Dios te invita a ser su testigo.
 Por eso, así habla el Señor: Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. (Jer. 15, 19)
Si escoges a Dios, has escogido lo mejor.  Has recibido su bondad y experimentado su misericordia y su compasión.  Ahora ve y has tú lo mismo con todos. Sé testigo del amor de Dios y ama tú también para que otros descubran a Dios a través tuyo.
Petición final
Madre Santísima, Trono de sabiduría, te pedimos tu guía y consejo, para que sepamos acercarnos a la Fuente de agua viva y saciarnos, a fin de que experimentemos el gozo, y en unión con Dios aprendamos a vivir la compasión hacia nuestros hermanos más enfermos y necesitados. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y Nuestro Señor. Amén.

miércoles, 13 de junio de 2012

#165: Hermano, recuerda que somos hijos del único Dios.

A los ojos de Dios todos somos hermanos, los hijos muy amados de un mismo Padre celestial. Los que formamos la Iglesia somos además parte de su Cuerpo Místico. Dios nos ha dado a cada uno el don de la vida eterna y ha pagado con su propia sangre, para ganarnos a todos para su Reino.
Somos caros para Dios. La niña de sus ojos.
Si yo me doy cuenta de esto, de cuánto vales para Dios, seré incapaz de hacerte daño por temor a herir también a mi Padre. Ahí está la esencia de tu dignidad como persona humana, que Dios te ha amado primero y te ha creado para la eternidad; participas de su sacralidad, en virtud de su Ser que vive en ti.
Jeremías en el capítulo 12 le pregunta a Dios acerca del mal en el mundo y Dios responde como Padre de todos sus hijos. Digamos juntos antes de continuar: “¡Ven Espíritu Santo!”
Puntos de reflexión
1. Dios tiene todas las respuestas
 Tú eres demasiado justo, Señor, para que yo te recrimine; sin embargo, quiero tratar contigo una cuestión de justicia. ¿Por qué prospera el camino de los malvados y están en paz todos los traidores? (Jer. 12,1)
Acepta todo lo que la vida te presente como venido de Dios. El te guía con sus manos amorosas por el camino que debes de seguir, incluso a veces a donde tú no quieres ir, pero solo para regalarte mayores gozos. Recuerda que tu prójimo es tu hermano y colabora con Dios en la distribución de sus bondades y sus bendiciones. Esta es la verdadera prosperidad y la paz duradera.
2. Dios se compadece de la víctima y del victimario
Así habla el Señor: A todos mi malos vecinos que tocan la herencia que hice heredar a mi pueblo Israel, yo los voy a arrancar de su suelo, y a la casa de Judá la arrancaré de en medio de ellos. Pero, después de haberlos arrancado, me compadeceré nuevamente de ellos y los haré volver, cada uno a su herencia y cada uno a su país. (Jer. 12, 14-15)
En las películas el malo recibe su merecido y sufre un destino cruel, como si el sufrimiento del malvado justificara al justo. En la realidad, Dios se compadece del bueno y del malvado, pues quiere desbordar sus bondades en ambos, ya que todos son sus hijos. ¿Puede acaso un padre desear la destrucción de su hijo? Practica la compasión y la misericordia a partir del corazón de Dios. Las obras de misericordia: corporales y espirituales son para todos, no solo para los que te hacen el bien, sino sobre todo para los que recibiendo tu bondad pueden redescubrir a Aquel que es toda bondad.
3.  Dios quiere que convivamos como hermanos
 Y si ellos aprenden los caminos de mi pueblo, jurando por mi Nombre, por la vida del Señor, como ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, entonces serán edificados en medio de mi pueblo. (Jer. 12, 16)
Tú y yo somos co-creadores con Dios de la Creación.  A nosotros nos toca crear mejores ámbitos de convivencia fraterna a semejanza del cielo, mediante la enseñanza de las verdades eternas a todos los hombres y mujeres, sobre todo a las nuevas generaciones y a las que nunca han escuchado su Nombre. Construyamos juntos este nuevo paraíso en la roca de la fe y con el mortero del testimonio cristiano que nos mantenga unidos en espera de su Reino.
Petición final
Virgen Santísima, Madre de la Iglesia, cuánto anhelo terminar esta reflexión para saludarte y rogarte por tus hijos. Mira que muchos hemos olvidado el parentesco espiritual que nos une y otros viven sin saber que les espera la eternidad. ¿No podrás acaso inundarnos de ternura con esas lágrimas que a diario derramas? Ablanda nuestro corazón para que estemos prontos a recibir a tu Hijo, socorrer al huérfano, ayudar al pobre y brindar una alegría al deprimido.  Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.